miércoles, 27 de mayo de 2020

Indianos en Buenos Aires

José Rufino Olaso, indiscutible en su accionar de los pueblos,
personas "que poblaron General Alvear...


                Cuando se habla de pioneros y fundadores de los pueblos, se les rinde homenaje por su audacia y afán “de hacer” y en General Alvear, no se puede obviar la presencia de José Rufino de Olaso que trajo con él a otros muchos vascos y españoles que sin dudas “poblaron el pueblo” y de cuya descendencia se enorgullecen los pobladores alvearenses originales.
            José Rufino de Olaso, pionero y uno de los primeros pobladores del Pueblo Esperanza, hoy General Alvear de la Provincia de Buenos Aires, nació en 1839 en Vizcaya y falleció también allí en 1917.
            Junto con su hermano Julián, vinieron a Buenos Aires instalándose en Lobos y General Alvear, marcando su presencia desde la fundación del pueblo en 1855 cuando solo tenían 16 y 18 años. En 1867, José Rufino crea en Lobos (Bs As) la Sociedad Española de Socorros Mutuos del cual es socio fundador y primer Presidente.
            En 1875, José Rufino compra en General Alvear una superficie de 2.506 hectáreas donde funda la estancia “San Salvador del Valle” que lleva el mismo nombre de su pueblo natal, hoy Trápaga o Trapagaran, construyendo una hermosa casa en el medio anexando en 1876, 8.099 hectáreas que completan las 10.600 hectáreas que ocupaba la propiedad.
            El “palacio” de Olaso en Alvear, era una construcción en U con una atalaya en el centro que le valió el apodo de “El Mirador”, lugar donde actualmente se encuentra la Colonia del mismo nombre.
            Cuando vuelve a España, es recibido con honores y ocupa el cargo de Alcalde construyendo una serie de edificios que dona a la Comunidad Vasca que lo reconoce por sus obras benéficas y de caridad. Semejante obra fue la que dio fundamento al Papa Pío X para concederle el título pontificio de “Marqués” de Olaso en 1914.
           
DOÑA DOLORES, SU ESPOSA Y SU HIJO LUIS, SEGUNDO MARQUÉS DE OLASO

            José Rufino de Olaso se casó una sola vez en 1880 con la urduñatarra María Dolores Madaria Olavarrieta (1850 - Bilbao 1896) siendo padres de un único hijo, Don Luis Saturnino Julián de Olaso y Madaria, (Orduña 1880) quién fallece en Buenos Aires en 1947.
            Don Luis continuó y completó con creces la obra de su padre en General Alvear y en España, acrecentando su fortuna y realizando constantes obras de beneficencia. Luis Olaso fue propietario de la isla Mínima en Sevilla, los vapores Sevilla-Sanlúcar y recibió de la Iglesia el honor de ser declarado segundo Marqués de Olaso. Estuvo casado con María del Carmen García-Ogara y González-Careaga (1888-1922) en primeras nupcias y con María del Carmen Villar y Rodríguez de Castro († 1991) en segundas nupcias.

EL REGRESO DEL INDIANO

            Del país vasco vinieron muchos inmigrantes a Argentina en el siglo XIX. Nunca perdieron la unión con su país de origen, algunos volvieron a España definitivamente y otros pasaron sus vidas cruzando una y otra vez los mares.
            A estas personas que volvían de América en Vizcaya les decían “Indianos” y eran en general benefactores recibidos con gran alegría y respeto por los habitantes del pueblo destacándose el momento en el que volvieron en la Fragata Argentina “Sarmiento” en 1902 como cónsules de Argentina en España.
            El “Indiano” José Rufino de Olaso regresa a su pueblo vasco y es alcalde construyendo la Casa Consistorial, el Campo Santo, el Matadero y una plaza Pública, todo en terreno heredado de sus padres.
            Los investigadores Juan Cordón y Antonio Zorrilla acompañados por el actual Alcalde Xavier Cuéllar Cuadra, han corrido tras las huellas de José Rufino Olaso y su familia intercambiando información de aquí y de allá.
            Fue así que en 2019, se entrevistaron con don Fernando de Olaso, nieto de José Rufino que vive en Madrid. Don Fernando fue el último dueño de la estancia alvearense y quién firmó los papeles de la expropiación en 1969.

EL PALACIO DE OLASO

            Su casa en su pueblo natal, es un hermoso palacio que actualmente es la Casa de la Cultura de Trápaga.
            Este Palacio fue mandado construir a principios del siglo XX por don José Rufino, en los mismos terrenos en que se levantó la primitiva escuela de la fundación Durañona, tomando como modelo otro palacio de la familia Olaso construido en el siglo XVI en Bergara (Gipuzkoa). Es un ejemplo de la arquitectura culta que primó al iniciarse el siglo XX, en un lenguaje ecléctico que combina elementos del gótico y del barroco, y que da lugar a un edificio civil de notable interés, más destacable aún por ubicarse en un marco eminentemente obrero.
            En el frente del edificio, se observa un escudo de la familia que da la impresión de que fue reformado porque la piedra tiene otro color. En ese escudo se observan dos ángeles que quizás han sido añadidos después del marquesado pontificio.

Palacio de Olaso en Trapagaram,
hoy Casa de la Cultura y Escuela de Música

CULTURA Y MÚSICA PARA LOS HABITANTES “DEL VALLE”

            El pueblo de “San Salvador del Valle” era conocido como “El Valle” y actualmente por “Trapagaram” que es su nombre oficial. En su Centro se encuentra el Palacio Olaso que, paradójicamente, no fue habitado ni por los marqueses ni por sus descendientes y en 1975, fue vendido por Javier y Alfonso Olaso Castet pasando por distintos propietarios hasta que finalmente, en 1982, el Ayuntamiento lo compró y restauró transformándolo en la actual Casa de Cultura y la Escuela de Música.
            Siempre respetando a sus antepasados y orgulloso de ellos, José Rufino diseña la construcción en base a otro palacio de la familia Olaso construido en el siglo XVI en Bergara (Gipuzkoa), siguiendo un estilo gótico que le concede una estampa y monumentalidad muy pintoresca.

            Los Olaso. Su nombre cruzó el mar y quedó en el corazón de muchos de un lado y otro del Alántico. Nada más recordar a doña Luján Pascual de Gorosito que muestra con profundo cariño una foto del palacio de Olaso que fue visitado por un pariente en su viaje a España y que le trajo esa imagen que se está siempre sobre una mesita en el comedor,  y que le trae recuerdos de sus padres y abuelos que vinieron de Europa y encontraron hogar y trabajo en tierras de marqueses.

            Cierto. En la actualidad, hay nombres que se conocen por su actividad política, nombres de personas que sin embargo, muchas veces no hacen más que cumplir con su trabajo de funcionario público; pero hay otras que estuvieron y dieron lo mejor de sí, su tiempo, su esfuerzo, intenciones y dinero sin obligación y por supuesto, sin esperar honores ni retribuciones…
            Ésos son los imprescindibles en la historia de los pueblos.


El Palacio de frente. En la marquesina se pueden ver los dos ángeles
que podrían estar agregados en 1914 con el
marquesado.
Fuentes consultadas:
- Página oficial del Municipio de Trapagaran.
-      Solé, Lis. Marqués de Olaso. Estancia “San Salvadro del Valle”. Ediciones Al Margen. La Palta. 2014.

Agradecimientos:
Equipo de investigación del Municipio de Trapagaran, Sres. Juan Cordón y Antonio Zorrilla. Alcalde Xavier Cuéllar Cuadra.


miércoles, 20 de mayo de 2020

Siguiendo las huellas de las carretas

Terminada la esquila, largas tropas de chatas llevaban la lana hasta Buenos Aires .

           Hoy como ayer, una vez llegada la primavera y más o menos desde el mes de septiembre hasta diciembre, es tiempo de la ESQUILA.
            Ya lo contaban los esquiladores como los MOUSSOMPÉS y los BERTOLDI que formaban cuadrillas de esquiladores en los años 40 o 50 y se iban por meses al campo.
            Si bien en esa época ya había ovejas, antes del 1900 la faena de la esquila ocupaba a muchos trabajadores durante más de tres meses en comparsas de 10,15, 20, 30 y hasta 50 hombres que en épocas donde la vida era muy barata, ganaban en 90 días el salario para vivir el año entero.
            Claro que eso podía ser si el paisano sabía guardar bien “las latas” de esquila y no se las jugaba a la taba en algún boliche de las inmediaciones o en la misma matera de la estancia.

CUADRILLAS PARA ESQUILAR 300.000 OVEJAS

            Quizás no hay registros de ganadería del General Alvear de aquellas épocas pero sí los hay de “25 de Mayo” donde se refiere que en “HUETEL” había 70.000 ovejas; 60.000 en “Santa Clara”; 50.000 en “El Socorro”; 20.000 en “La Cruz de Guerra”; 20.000 en “Santa Rosa de Inda” y más o menos las mismas cantidades en “Santa Úrsula” de Inchausti o en el “2 de Mayo” de Isaguirre y otras tantas en “La Merced” de Achaval; en la estancia “Pedernales” de Keen y en “Bella Vista” de Arning Braus a más las chacras que igual las contaban por cientos.
            Al igual que en el pueblo vecino de 25 de Mayo, General Alvear ha tenido también infinidad de ovejas en sus campos y la afirmación se contempla al ver los impresionantes galpones de esquila que aún se pueden ver en pie en las estancias.
Carreta tirada por bueyes cruzando un arroyo.

EL ACARREO DE LAS LANAS

            Terminada la esquila, la lana se guardaba en grandes lienzos aunque no por mucho tiempo y más si el lugar no era el adecuado, por eso ante el temor de perder la producción, se iniciaban viajes interminables de tropas de bueyes entre las que se recuerdan las tropas de Cárdenas, de Guayran, de Herrera, de Brillabrille o las tropas del vasco Zalduvi de Saladillo, famosas por su boyada compuesta de diez carretas con su tiro de cinco yuntas de bueyes cada una.
            La ansiedad por desprenderse de la lana por temor al ardido, provocó un incidente en el año 1885 ante el Juez Olimpo Linares de General Alvear. En esa ocasión el Sr. Víctor Igartúa en representación de don Ángel Sojo, dueño del establecimiento "Santa Rita", establece una demanda contra Matías Márquez. En el expediente se señala que ambos vivían en el Cuartel 5° del Distrito, justo donde actualmente se encuentra la estancia “Santa Rita” e Igartúa denuncia a Márquez por no haberle entregado en término la lana comprada por 74 $m/c. En su defensa, Márquez aduce que don Ángel Sojo había prometido “señar la entrega” y ante la falta de pago y ausencia, vendió la lana a otra persona ya que la lana “se estaba deteriorando y se vio obligado a venderla convencido de que Sojo no iría a recibirla”.

CARRETAS DE 8 METROS DE LARGO EN COLUMNAS DE CUATRO CUADRAS

            Aunque parezca inconcebible en este tiempo, las caravanas de carretas eran casi comunes cruzando la pampa lisa sin árboles. Una carreta cargada desde la punta delantera del pértigo a la parte final del buche trasero tenía 7 u 8 metros de largo más las cuatro yuntas de bueyes de adelante a tres metros más o menos cada una son 12 metros, porque lo que una carreta en marcha ocupaba unos 25 metros lineales.
            Ahora bien, no viajaba una sola carreta de 25 metros sino que generalmente y como era el caso de la caravana del vasco Zalduvi, eran diez carretas una detrás de otra y con el espacio por medio necesario, ocupaba tres o cuatro cuadras de marcha penosa y lenta durante varios días para llegar a destino en interminable idas y venidas hasta que se limpiaban de lanas todos los galpones de la zona.

LOS CARROS DE DOS RUEDAS DE CAMPOMENUZA

            He oído pronunciar más de una vez el apellido “Campomenuza” que en realidad son los Campomenosi, familia muy conocida en los pagos de Alvear. Ellos tuvieron los primeros carros grandes de dos ruedas que aparecieron en los Partidos de Saladillo y Alvear (Garayzabal, 43) además de los carros de Zamora, Biancho y Justo Lalanne con sus burros históricos.
            Más tarde llegaron las grandes chatas de cuatro ruedas como la de “Chiche” Dellatore. Con soberbias caballadas que cargaban hasta 150 bolsas de cereal, las chatas destructoras de caminos, desalojaron a las carretas como pasó después con los camiones.




Carro de cuatro ruedas como los de Campomenuza.

CARAVANAS INOLVIDABLES QUE PASARON AL OLVIDO

            Así el progreso continuó y la postal de largas caravanas de chatas fue reemplazada por los camiones y para verlas hoy, hay que buscarlas en sociedades tradicionalistas, coleccionistas o Museos donde uno comprueba que parado apenas si pasa los ejes de sus ruedas.
            Los acopiadores de lanas eran los que contrataban y fletaban esos acarreos estando presentes ya por 1880 la casa de Silva y Azcona de Saladillo, empresas agro ganaderas conocidas en toda la región y en Alvear, los grandes almacenes de Ramos Generales que marcaban postas en los caminos como las tropas de los Jurado, de los Olaso y de todos aquellos audaces que cruzaron el río Salado a partir de 1850 o las progresistas barracas como “la de Tortorici” que se construyeron a la vera de las vías.
            Ya para fines del siglo XIX, y para tener un punto de comparación con lo que sucedía en la vecina ciudad de “25 de Mayo”, casi toda la lana por los años 1898, 1899 y 1900 se fletaba hasta la estación de 25 de Mayo, llevando la lana de todo el oeste desde Bolívar hacia “25” cargando cada empresa más de un millón quinientos mil kilos de lana como está documentado que acopió la de los hermanos Garbarini que cubrían la zona centro y este la estación de General Alvear inaugurada en 1897.

Grupo de chatas esperando turno para descargar.

A PURO LÁTIGO DE MAYORAL

            Semejantes carretas no podían ir muy rápido y el promedio de marcha con carga podía alcanzar a tres o cuatro leguas por día, o sea de 15 a 20 km diarios, de acuerdo a lo “liviano” o “pesado” que estuviera el camino tardando de Alvear a Saladillo dos o tres días.
            El mayoral, sentado en el altísimo pescante, tenía la responsabilidad y la tremenda tarea de conducir coordinadamente a las bestias de tiro y recurrir al sistema de frenos del gran carruaje para regular “la velocidad de marcha en caminos en bajada o cuando el carruaje, vacío o con poca carga, era superado por la capacidad de fuerza de los caballos atados en ese momento” (Lambert, 75).
            Hombre de temple, de fuertes brazos y de experiencia, el mayoral también era el que decidía el camino a seguir, así que más de una vez se adelantaba a caballo para inspeccionar el terreno y evaluar el paso.
            Hoy como ayer, se siguen criando ovejas, esquilando y guardando lana, acopiando y revendiendo aunque no en la misma magnitud. Quizás falta la alegría y confianza de la gente de antes, la seguridad de que con el trabajo se va a adelantar y la templanza suficiente para no flaquear ante la adversidad.
            Dicen que “la duda de hoy mata más que la humedad” y puede que las incertidumbres propias de estos tiempos hagan bajar los brazos. Por eso, es importante recordar esas interminables hileras de carretas, carros o chatas que demuestran que lo imposible es posible ya que nada puede más que la voluntad y la decisión de seguir adelante a pesar del camino en solitario o terriblemente pesado y pantanoso.



Fuentes consultadas:       
-      Garayzabal, Eusebio. Recuerdos viejos del tiempo antiguo. 1935 (43)
-      Lambert, Raúl O. – “Andate hasta el almacén, recuerdos prestados” – Navarro (2004)
-      Guía del Museo de transportes. Dirección Gral. de Museos Históricos de la Provincia de Buenos Aires. Museo de Luján. 1950.
-      Expediente N° 1. Año 1885. Sojo Ángel contra Matías Márquez sobre cumplimiento de un contrato.


viernes, 15 de mayo de 2020

El puente de Gorbea




Historias de amores y desengaños que llegaron o se fueron como el agua debajo del puente, con esa rapidez que impresiona e hipnotiza, que se escurre tal cual la vida que pasa y nos deja los ojos llenos de lágrimas y nostalgias. Foto Pablo Fortain.

            Las páginas de vida se multiplican en cada uno de los rincones de un pueblo y su historia está presente en cada persona que ha vivido en ese lugar, en esos rincones donde se han experimentado o compartido emociones.
            Por eso, el PUENTE DE GORBEA es mucho más que una foto de postal.
            Se encuentra al norte del pueblo de General Alvear, antes de cruzar el arroyo Las Flores y se accede por un caminito de tierra muy pintoresco que deja a un lado el monte de Morena para cruzar por hondonadas y arenas hasta los tamariscos que son los únicos que verdean a la distancia.
             Siempre ha sido uno de los lugares más frecuentados por los pescadores alvearenses tanto por el sencillo y simpático puente que entre tamariscos resguarda el agua bulliciosa que proporciona pesca segura como por la cercanía y el fácil acceso desde el pueblo.
            Su historia no es corta y tuvo que ver con los grandes cambios que, aunque parezca que nada tiene relación, fueron provocados por la llegada del ferrocarril. Cuando se crea el pueblo y luego el distrito, junto con las manzanas y solares del pueblo, se dan chacras.
            Así es como llegan a nuestro pueblo un grupo de italianos que se asientan principalmente en “la zona de las chacras” ubicadas al noreste de la planta urbana cruzadas por el único camino de salida del pueblo hacia el norte y que iba a la estancia “Nueve de Julio” de José Portugués.
            El camino de salida al pueblo hacia el Saladillo seguía seguramente más o menos el mismo derrotero, hacia donde se dirigían las chatas y carretas para vender los frutos del país. Para el oeste, estaba el arroyo de Las Flores y una serie de lagunas que se formaban principalmente por los desbordes del arroyo Tapalqué inundaciones que fueron parcialmente solucionadas con la construcción del canal Piñero en 1890.
            Pero un buen día, llega el ferrocarril (1897) y el pueblo ahora debe mirar hacia el oeste donde se había levantado una gran muralla por donde circularían los trenes. La vida en la zona “de las chacras” cambió. Ahora debían salir con sus productos hacia la estación por lagunas y zonas pantanosas y encima cruzar el canal por donde se pudiera y solamente en épocas de bajantes. La zona “de las chacras había quedado casi aislada… y así continuó por veinte años.
            Los pedidos y las quejas eran constantes ya que los pobladores de la zona veían muchas veces perder todo el producto de sus cosechas a causa de los pantanos o el riesgo de cruzar el canal.
            Finalmente y después de muchas idas y venidas, el puente empezó a construirse en los primeros días de agosto del año 1929, en oportunidad de que llevaron al lugar parte de las herramientas y materiales para la ejecución de la obra que uniría las chacras de FRANCISCO GORBEA con DOMINGO DE GREGORIO.

TRAMITES ETERNOS QUE NO IMPIDIERON SU CONSTRUCCIÓN

            El diario “El Independiente” declaraba que “después de largo tiempo de espera” se tendría el gusto de iniciar una obra que ha sido reclamada insistentemente  puesto que era “sumamente necesaria” y grandes sus beneficios para una extensa zona de campos trasladaban sus productos hasta la estación con serias dificultades”.
            Para la construcción del puente fue necesario la aprobación del presidente de la Nación y después, con intervención del intendente de la Municipalidad de General Alvear, Sr. PASTOR UMARAN y las gestiones del ex legislador BERNARDINO ALTHABE[i], se logró la finalización del trámite y la adquisición del material para la construcción de la obra. Muchos de los materiales se habían comprado en otros pueblos y habían quedado en la zona del ferrocarril así que hubo que gestionar también el acarreo de lo comprado hasta donde se construiría el puente.

SE NECESITA TAMBIÉN LA AYUDA DEL VECINDARIO
            En realidad, no fue sólo un puente el que se construyó. La zona era muy baja y un solo puente sobre el canal no alcanzaría para contener el desborde del agua de las grandes lluvias. Así que a más del puente debieron construirse “las alcantarillas de acceso y un extenso terraplén” que vendría a subsanar “los serios inconvenientes que interponen algunas pequeñas lagunas que se forman, pero que debido a la mala calidad de la tierra que en ese camino existe se hacen profundos baches que imposibilitan el paso”.
            Seguramente más de un pala de buey fue necesaria y muchos trabajadores para poder construir el semejante terraplén ya que además de dar trabajo a la población proporcionó “beneficios incalculables por la subdivisión que por allí existe de la propiedad”.
            El redactor del diario “El Independiente” llamaba a la solidaridad de todos los dueños “de las chacras” porque “sería necesario la ayuda del vecindario para que cada propietario arreglara las calles de acceso al puente que no estaban en buen estado y que con ayuda de cada uno, se lograría el éxito del puente”.

Y SE INAUGURÓ POR FIN

            El puente tuvo un costo de 36.000$ m/n siendo una construcción sólida, con una base de fuertes vigas de mampostería de largas dimensiones que eran colocadas a golpe de un martinete cuyo peso era de 800 kilos, llevando un día de trabajo cada una hasta lograr el nivel correspondiente, vigas que aún mantienen el puente fijado al fondo a pesar de las continuas inundaciones.
            Sobre esa base de vigas se construyó el puente de mampostería actual, puente de un solo tramo que descansa en vigas colocadas horizontalmente que tienen un metro de espesor.
            Los diarios de la época decían que esto le permitiría darle “una solidez extraordinaria y su duración por esa misma causa será de muchísimos años”.
            Así fue, el puente fue inaugurado en octubre de 1930.
            Noventa años han pasado y se mantiene por sí mismo sin mantenimiento dignos de señalar.
            Propio de la época en tiempos de pequeños camiones del año 30, el puente es angosto y debe ser transitado con sumo cuidado y respeto por su antigüedad así como la necesaria protección de los hermosos tamariscos plantados entre el puente y las alcantarillas que han fijado el terraplén por años sin permitir su erosión después de infinitas inundaciones en su larga vida de casi 90 años.
           
            PUENTE DE GORBEA:

            … un lugar más para cuidar que no sólo representa el ánimo de progreso del vecindario del paraje “de las chacras” sino que también recuerda a un personaje singular del pueblo, don SIXTO GORBEA, un estudioso, el primer bibliotecario alvearense, un ser de perfil bajo pero de gran actividad social, cultural y política signado en el progreso y el resguardo de la historia de General Alvear.

            Algo más para saber, algo más para respetar. Muchas historias de trabajo, esperanza y de progreso, historias de amores y desengaños que llegaron o se fueron como el agua debajo del puente, con esa rapidez que impresiona e hipnotiza, que se escurre tal cual la vida que pasa y nos deja los ojos llenos de lágrimas y nostalgias.




Fuentes consultadas: Periódicos “El Independiente”. Año 1929 y 1930.
Fotos: Pablo Fortain y Mónica Salamendi.




[i] Bernardino Althabe es diputado durante los años 1927 y 1928. Cuando gestiona la construcción del Puente de Gorbea, en 1929, Althabe ya había terminado sus dos años como diputado y en los documentos aparece como "el ex legislador Dr. Bernardino Althabe". Al año siguiente, el 30 de marzo de 1930, los radicales ganan las elecciones en las que el candidato a Senador era justamente Bernardino Althabe. Cuando se termina el puente de Gorbea en octubre de 1920, él es senador pero en el artículo dice textualmente "ex legislador" refiriéndose a las gestiones realizadas en 1929.

viernes, 1 de mayo de 2020

Nota breve sobre José Rufino de Olaso por Juan Cordón y Antonio Zorrilla(Vizcaya)


 La culminación moral de la vida de José Rufino de Olaso pudo ser cuando el Papa San Pío X le concedió el título de marqués de Olaso, pero no fui así.

En ocasión de declarar Patrimonio Histórico de la Provincia de Buenos Aires a las ex instalaciones de la estancia “San Salvador del Valle”, propiedad de la familia Olaso (Ley Provincial N° 10050), el Equipo de Cultura del Municipio de Trapagaran, antes conocido como “San Salvador del Valle” o “El Valle”, integrado por Juan Cordón y Antonio Zorrilla, enviaron una “Nota breve sobre José Rufino de Olaso”, que fue leída en el acto de apertura del Ciclo Lectivo 2018 en la Escuela N° 15.
La nota, explica con las palabras de sus compatriotas, la importancia de José Rufino Olaso en su pueblo de nacimiento, más cumpliéndose ese año el Centenario del fallecimiento del marqués que fue alcalde y benefactor de la pequeña aldea que ya tiene la misma cantidad de habitantes que General Alvear.
La nota dice así:


         Valle de Trápaga/Trapagarán 4 de marzo de 2018
         Un saludo:
          Recibimos la invitación de Lis para escribir una nota y ser leída en el acto de Iniciación de Clases 2018 ahí. Sin tiempo apenas de hacerlo muy elaborado, me permito con el beneplácito de nuestro Alcalde Xabier Cuellar y demás compañeros plasmar en pocas líneas lo que sirva para manifestar a esa comunidad educativa y autoridades y, por extensión, a toda la municipalidad de General Alvear la admiración y cariño desde este pueblo de Vizcaya donde nació la persona que fundó la estancia que lleva el nombre de éste que, por azares de la política, ha sido cambiado por el de Valle de Trápaga/Trapagaran.
          Somos un equipo que por afición y respeto a nuestro entorno, por lo presente y pasado estamos tratando de recopilar las historias del “San Salvador del Valle” de aquí, en la provincia de Vizcaya de la Comunidad Autónoma del País Vasco y ahora nos afanamos por investigar y difundir la vida y andanzas del Marqués Don José Rufino Olaso en este su pueblo, del que fue alcalde, así como de todos los lugares en que hizo notar su presencia.
        Su labor por tierras argentinas es innecesario recordárosla por la profunda huella que dejó por ahí; a este respecto nos admira y alegra enormemente la tarea que estáis haciendo por preservar y difundir su legado hasta el punto de declararlo Patrimonio Histórico Cultural de la Provincia de Buenos Aires; felicitación a todos los que han intervenido, algunos luchado, para conseguirlo y también a la gente que va a poderlo disfrutar, en este caso particular, usándose para la labor educativa, que es la mayor inversión.
        No podemos prescindir de nuestro pasado material o inmaterial y os animamos desde aquí a seguir en la tarea de recuperación y mantenimiento de lo bueno que hiciera Don José Rufino y descendientes con la ayuda de tantísima gente de toda clase con la que contó en momentos tan duros en que vivieron.
        Nos gustaría poder estar presentes en este momento pero os recordaremos cuando aquí sean aproximadamente las 8 de la tarde, cuestión de huso horario, de lunes, buen día para empezar todo lo que uno se proponga y por esos lares los hay, estamos seguros.

        Saludos cordialísimos desde este nuestro “San Salvador del Valle”, también algo de todos vosotros.
      Xabier Cuellar, Alcalde
      Juan Luis Bilbao
      Juan Cordón
      Antonio Zorrilla
Juan Cordón, el alcalde Xavier Cuéllar Cuadra y don Fernando de Olaso, último dueño de la estancia "San Salvador del Valle" (en el centro de campera marrón), en Madrid, 2017.

NOTA BREVE SOBRE JOSÉ RUFINO DE OLASO

 José Rufino de Olaso y Lapuente nació en San Salvador del Valle el día 10 de julio de 1839 y María Dolores Máxima de Madaria y Olabarrieta nació en la Ciudad de Orduña el 18 de noviembre de 1850.
Se casaron en el Santuario de Nuestra Señora  La Antigua,  de Orduña. Fruto de su matrimonio nacería  Luis de Olaso y Madaria en la ciudad de Orduña en noviembre ese año
 La culminación moral de la vida de José Rufino de Olaso pudo ser cuando El Papa San Pío X le concedió el título de marqués de Olaso el día 15 de enero de 1914. El título era hereditario para el primer hijo varón, si lo hubiese-, siempre que fuese su primer apellido el de Olaso y fuese católico y vivir como tal.
Este hecho tan clarificador sobre la faceta religiosa y de creyente de José Rufino de Olaso puede dejar en segundo lugar los méritos de la obra que se extendió tanto en Argentina como en Bizkaia y Sevilla. En esta capital, su labor fue continuada por su hijo Luis.
José Rufino, bastante joven siguió el señuelo de su hermano Julián cuando marchó a Argentina.
Cuando volvió de este país debió venir con las ideas bien claras para cambiar la fisonomía del barrio donde había nacido, La Escontrilla, engrandecerlo, darle postín, pues desde el caserío de sus padres ubicado en una suave ladera del Valle se divisaba un gran panorama.
Su idea fue transformar aquel entorno concejil a expensas de él y parte de su familia. Construyó el palacio que se conoce como de Olaso, que hoy es la Casa de Cultura del Valle de Trápaga. Para realizar su proyecto, sugirió al Ayuntamiento el derribo de la primitiva iglesia, la escuela de la Fundación Ramón Durañona (que fue construida a expensas de otro emigrado a Argentina) y la vieja Casa del Concejo para que el nuevo solar resultante fuese la plaza del Concejo.
 Con el tiempo siguió con sus inquietudes. Hizo un nuevo ayuntamiento y una nueva escuela, más un cementerio. Puede parecer paradójico, pero José Rufino de Olaso,  adornando aquella plaza que antiguamente era el campo de la parroquia, construyó una iglesia, dos escuelas, ayuntamientos y un cementerio. Exceptuando la iglesia, que se inauguró en 1936, el resto de edificios  se levantaron  en menos de treinta años.
Además llevó a cabo junto a su hermano Julián el encargo Ramón de Durañona, un reloj que presidiese el campanil de la antigua iglesia.
 Pero si esto es, a grandes rasgos, lo que José Rufino  de Olaso hizo en su pueblo de San Salvador del Valle, la gran riqueza que generó en Argentina iba a dar fruto tanto cultural como urbano y religioso con sus relaciones personales en la Villa de Bilbao.
Se instaló en la capital de Bizkaia donde tuvo una intensa vida cultural y comercial domiciliado en la céntrica plaza Circular, enfrente de la Estación del Ferrocarril del Norte. En cuanto a sus hitos culturales se destacan la ayuda que prestó al bardo José María Iparraguirre, o la suscripción para ayudar al insigne literato encartado Antonio de Trueba, ayuda que al final fue dedicada para colocar una estatua en la céntrica plaza bilbaína de Albia, obra en bronce del escultor Benlliure, muy cerca de donde reposan los resto el poeta conocido como “Antón el de los Cantares” dentro de la iglesia de San Vicente Mártir de Abando. Tuvo gran amistad con el pintor Uranga, al que encargó algunos frescos sobre temas de la mitología vasca.


El Palacio del Marqués de Olaso es
un extraordinario edificio de principios del siglo XX
en el 
barrio de Neguri, Getxo. 

Su relación con Argentina, no sólo de él sino también de su hermano Julián, quedó plasmada en el cargo que ambos ostentaron para representar a este país, el primero como vicecónsul y el segundo como cónsul de la Argentina en Bilbao.
En este período de sus vidas organizaron que la fragata de la Armada Argentina “Sarmiento” recalara en el puerto de Bilbao durante el mes de junio de 1902 en aquel viaje que hizo por las costas europeas. Fue un acontecimiento para el Bilbao de aquella época. Los marinos argentinos fueron invitados a numerosos actos y a visitas a lugares emblemáticos de Bizkaia e incluso, parte de la tripulación viajó a la capital de España, Madrid.
Pero el acto más emotivo de esta visita de marinos argentinos a la Villa de Bilbao y por gestiones de los hermanos Olaso, fue el cambio de nombre de la calle que hoy es una de las principales arterias de la capital de Bizkaia: la antigua calle “Sierra” y durante la estancia de los marinos de la Sarmiento, fue cambiada por el nombre de Buenos Aires, no sólo como homenaje a los ilustres visitantes de aquella Armada sino como síntoma de hermandad y de las buenas relaciones con la capital de Argentina.
Este nombre aun persiste y la calle discurre entre la Ría, junto al Ayuntamiento de la Villa, hasta la plaza Circular en la que vivían  entonces Julián y José Rufino de Olaso.
Pero hubo otras cosas. Trajo a Bilbao a los primeros miembros de la Compañía de los Padres Agustinos, para los que cedió una solar para la construcción de la iglesia de San José, en cuya cripta reposan los restos de José Rufino y los de su esposa, además de miembros de otras familias que ayudaron a levantar esa iglesia.
Otra obra que demuestra su amor por Argentina y el mundo latinoamericano fue el proyecto del Museo Ibero Americano para el que cedió terrenos junto a la ribera de la ría. Sin embargo, este proyecto no fructificó.
En cuanto a su obra en Sevilla, en el municipio de Puebla del Río, en plena marisma del río Guadalquivir,  José Rufino de Olaso compró unos terrenos marismeños con una hacienda o cortijo en el lugar de Isla Mínima. Si bien él la puso en marcha fue su hijo Luis, segundo marqués de Olaso, quien desarrolló el proyecto de su padre. Pero esto es otra historia.
En cuanto a la Ciudad de Orduña, donde nació su esposa y su hijo y contrajo matrimonio, la familia Madaria-Olavarrieta tenía mucha raigambre. Pero aquí, también está reflejada la impronta  sentimental  que perseguía José Rufino de Olaso. Compró un palacio a otra familia de abolengo como la suya, que pasó a denominarse de Olaso, nombre que aún hoy perdura.


José Rufino de Olaso está enterrado en la Iglesia "San José" de Bilbao 
en la que colaboró en la compra de los terrenos. 

martes, 28 de abril de 2020

De baquets y copas del Manco Giribone



       
El “Manco” Giribone, personaje de leyenda y ejemplo de tenacidad. 
Nació en 1898 y falleció el 30/12/1982. 
Foto de “Sucedidos” de José Luis Giribone

            El manco Giribone corrió una carrera de autos en el año 1924, el 21 de diciembre, carrera que ganó pero que una vez que cruza la meta se corta el tren delantero y en el accidente, pierde un brazo. La dificultad más grande de cada historia -y también la característica más atrapante-, es tratar de imaginar cómo eran las cosas en ese momento. Cualquier escritor sabe que hay que dar detalles para que el lector pueda imaginar la situación en la que transcurre el hecho que escribe pero antes, debe entonces buscar huellas e imaginar él mismo cómo sería ese momento…
            La historia de hoy es de una carrera de baquets en Pila, en la provincia de Buenos Aires: el “Gran Premio 43” y el “Premio San Ignacio al record de la vuelta”, dos copas que ganó el Manco Giribone pero que nunca tuvo en su poder debido al accidente.
            Era un día de diciembre de calor y viento. Mucha tierra en los caminos de tierra de Pila. Amigos y curiosos mirando los autos y haciendo apuestas a sus favoritos. Día de verano polvoriento, 21 de diciembre, Día del Pueblo.
            Festejos y carreras de autos y entre ellos, una “baquet”, un auto original Buik usado mucho para correr por sus potentes motores de 4, 6 u 8 cilindros.

LO QUE SABEN LOS MECÁNICOS

            En realidad, “la baquet” era un auto común transformado en un auto de carrera; para ello usaban un modelo original que podría ser un Ford T o algún otro auto de marcas importantes para la época como Packart, Hudson o Chrysler pero, el que más se reformaba era el Ford T ya que era el más barato.
            Del auto original quedaba casi nada más que el chasis y la trompa, el resto se modificaba y por supuesto, “se preparaba” el motor para que anduviera más rápido. Además, les ponían asientos de butaquitas para dos y atrás, llevaban un tanque de combustible que por lo general, era un barril de chapa agarrado con dos precintos de chapa abulonados… Y eso era “una baquet”.
            Un auto casi común, cada modelo único en sí mismo, pero muy peligroso si se daba vuelta. Las ruedas eran por lo general de rayos de hierro o “ruedas de alambre”. En la década del ´20 las ruedas eran con rayos de madera o de hierro pero para las carreras, se buscaban las ruedas con rayos de hierro que eran más fuertes, no tan frágiles usando para los autos más importantes directamente llantas de discos que no tenía rayos, una llanta toda de metal más la cubierta y la cámara. Algunas llantas como las “Rouge” eran con rayos regulables con el mismo sistema de las ruedas de las bicicletas o de las motos.
            En el libro “Sucedidos”, el hijo del Manco, José Luis Giribone, muestra una baquet y dice: “-Con este modelo de baquet, perdió el brazo izquierdo el Manco Giribone. Coche de su amigo Bernardo Duggan. Foto 1913”. Estas llantas, o sea, la parte de metal del aro con los rayos podía ser de marca “Buffalo” aunque también había otras.
            Después aparecieron unas baquet con techo y con el agregado de algunos dispositivos de seguridad. Fangio no corrió nunca en baquet, ya que se usaban otros autos aunque no menos peligrosos si los vemos con los ojos actuales.

Baquet de Bernardo Dugan.
1921, coche de un amigo de José Luis Giribone.
Libro Sucedidos de José L. Giribone (h).

            TRES FOTOS, TRES EJEMPLOS DE BAQUET

            Quizás para entender cómo se intervenían los autos para hacerlos más rápidos y de carrera es necesario hacer un análisis de diferentes modelos. Así vemos tres baquets como las que se usaban en la década del ´20.       
           La primera, una baquet en construcción (la celeste), parecida a la del Manco ya sin carrocería y con el capot original con las dos butaquitas y el tanque, con las ruedas traseras ciegas de chapa y cubierta con cámara. Adelante tiene las ruedas originales del auto con una maza en el medio con rayos de madera y llanta de chapa y cubierta con cámara y la rueda de atrás, es reforzada y más fuerte, máquinas que se hacen para cubrir “Las mil millas de Bariloche”, carreras de autos para aficionados.
            La segunda es la verdadera baquet de carrera, un auto beige, una baquet para correr con rayos regulables tipo “Rouge” utilizados para centrar la llanta.
            La última es un Ford T que ha corrido “Las Mil Millas” pero está con las ruedas originales que son de madera y un auxilio que es la cubierta con un aro que se sacaba de ahí para cambiar una rueda pinchada atornillándola a la llanta de madera.
            En la época del Manco Giribone había corredores como Domingo Bucci de Santa Fé, ganador de muchas carreras en una baquet muy potente marca Hudson, un auto muy bien hecho y valorado por los buenos conocedores del automovilismo argentino.
Una baquet en construcción,
parecida a la del Manco ya sin carrocería
 y con el capot original con las dos butaquitas y el tanque



Verdadera baquet de carrera, un auto beige,
una baquet para correr con rayos regulables tipo “Rouge”
utilizados para centrar la llanta. Fotos de Internet.

Ford T que ha corrido “Las Mil Millas”
pero está con las ruedas originales que son de madera y un auxilio.
Foto de Internet. Gentileza Daniel Rodríguez Zouza.

 CUANDO EL DIABLO ANDA Y ANDA MAL

            Ya ganada casi la carrera por una vuelta, el Manco para para encender un cigarrillo y pasa un rezagado dejando gran polvareda. El mecánico acompañante dijo: -“No se deje echar tierra don José” (Giribone, 18) y ahí comenzó la desgracia. Salen derrapando y ganan la carrera pero rompen el tren delantero, vuelcan y Valerio muere; el Manco ni sintió que tenía el brazo deshecho y sin desmayarse, lo llevaron por 40 kilómetros de camino de tierra entre vientos y polvo hasta General Belgrano… y de ahí a Buenos Aires.
            ¿Quién podría acordarse o tener las Copas del Ganador de la carrera que nunca fueron reclamadas por el Manco ni por su familia?
            La primera, es una Copa que se encuentra en el “Museo Juan Manuel de Rosas” de Pila y fue donada por Haydée Maceira de Callegari. En ella se lee: “Premio Circuito de Pila, 43. 21-12-1924” al Campeón de la Carrera Vuelta de “San Ignacio”, organizada en 1924 por Daniel Solanas Agüero y Ernesto Denevi Agüero en ocasión de celebrarse el 90 Aniversario del Pueblo de Pila.
            La segunda Copa dice: “Premio San Ignacio al Récord de la Vuelta. 21-12-1924, Circuito de Pila”, copa que jamás se entregó al Ganador y quedó “por siempre en la vitrina de la familia Solana Agüero”.
            Historias de dos copas y una baquet de José Luis “el Manco” Giribone, fieles exponentes de triunfos y derrotas de una carrera que no impidieron torcer un destino.

Copa “Premio San Ignacio al Récord de la Vuelta. 21-12-1924, Circuito de Pila”. 
Gentileza Vanina Hernández.

Copa "Premio Circuito de Pila, 43. 21-12-1924". 
Gentileza Museo de Pila
Agradecimientos:
Increíble la cantidad de personas que participan en una nota y que suman aportes y tiempo para que la información sea fidedigna y clara.
Participaron en la construcción de esta publicación: Museo Histórico Pila, Ricardo Buiraz, Vanina Hernández (a cargo del Museo Pila), Daniel Rodríguez Zouza, Sofía Giribone (hija de José Luis “El Manco” Giribone), Dr. Federico Solanas Agüero, Taller de Historia Belgranense.