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lunes, 13 de abril de 2020

La familia Jurado en los inicios de General Alvear

"Malón", boceto de Emiliano Labourdette y Lis Solé. Fuente: Libro: "José Portugués" de Lis Solé.

          Hay familias que trascienden lo familiar por su acción comunitaria e intenciones fundadoras que se proyectaron mucho más allá del día a día pueblerino y que fueron importantísimas en la fundación de los pueblos.

EL POR QUÉ DEL NOMBRE DE LA ESCUELA N°3 “MARÍA J. DE GÁNDARA”

            Tal es el caso de la familia JURADO, apellido desconocido para las nuevas generaciones que aparece en algunos descendientes, en los mapas o en el nombre de una Escuela alvearense pero sin conocer su origen como es el nombre de la Escuela N° 3 que se encuentra en el Cuartel VII del Paraje "La Garita" de General Alvear que lleva el nombre de “María Jurado de Gándara”, propietaria en ese entonces de la estancia “El Altillo” y que donó una hectárea de campo para su construcción, en 1957.  
Escuela N° 3 "María J. de Gándara. General Alvear.

            Pero la historia de los Jurado va mucho más allá del nombre de una escuela y se remonta al tiempo del fortín Esperanza y del Partido de General Alvear.





LLEGADA DE LOS JURADO A GENERAL ALVEAR

            Llegan a estas pampas por el año 1832, a campos sin árboles con lagunas, espadañas, arroyos y pajonales. Tierras donde nadie quería vivir sin comodidades ni sombra, en lugares donde solo vivían las tribus de los pueblos originarios pero de a poco, empezaron a llegar estos hombres intrépidos que comenzaron a instalarse en postas, con alguna pulpería, en chacras o estancias.
            El sistema habitual era ocupar el campo en calidad de arrendatario, introducir mejoras, y ya cumplidos los requisitos de colonización y población requeridos por el Estado, solicitar su compra.
            Así llegaron provenientes de Mendoza los primeros Jurado: Isidro (1795- 1839) y su hermano José María Jurado García (nacido en 1803). Como muchos de los pioneros de la frontera bonaerense, Isidro Jurado comenzó con una tropa de carretas que llegaba hasta Tandil, abrió un almacén de Ramos Generales en Tapalqué y con las carretas llevaba mercaderías desde Buenos Aires hasta Las Flores, Tapalqué y Azul pasando por esta tierra que aún no se llamaba General Alvear comerciando frutos del país por los artículos que traía desde Buenos Aires como yerba, sal, azúcar, tejidos, bebidas, herramientas, etc.

ESTANCIA “LAS TRES FLORES” BALUARTE EN TAPALQUÉ EN ÉPOCAS DE MALONES

            Ya dueños de fortuna, Isidro y José María Jurado se instalan en la estancia “Las Tres Flores”, estancia fortín que fue refugio del Pueblo y del Cantón de Tapalqué en situaciones de malones y ataques indios. En esa época la línea de frontera natural con el indio era el Río Salado pero estos pioneros aventureros afrontaron los malones que se multiplicaron a partir de la caída de Rosas.
El 11 de febrero de 1853 siendo Isidro Jurado el Juez de Tapalqué, le escribía a Eugenio del Busto diciéndole que luego de la batalla de San Gregorio librada por los indios de esta localidad le habían sido devueltas 2500 cabezas de ganado robadas por la indiada de Catriel y Yanquenecul. Sin embargo, relataba que los indios aún tenían vacas y terneros que decían que eran de ellos por eso Jurado decía que había que verificar las marcas para certificar la propiedad.
En 1853, ante la inestabilidad de la campaña por los continuos saqueos indígenas, los Jurado se reúnen con José Portugués y otros estancieros para solicitar al Gobierno la construcción del Fortín Esperanza.
Los malones eran constantes en estas tierras así que después de uno de ellos, el cantón y el pueblo de Tapalqué se refugiaron en la estancia “Las Tres Flores” de los Jurado, desde 1855 hasta 1863, como consecuencia de la destrucción e incendio del pueblo en manos de los indios.

JOSÉ MARÍA JURADO, JUEZ Y HACENDADO DE TAPALQUÉ

José María Jurado. Presidente de la Sociedad Rural Argentina.
Fuente: Centenario de la Sociedad Rural Argentina. Foto gentileza Gregorio Palomeque


           A la muerte de don Isidro Jurado, sin hijos, las dos leguas cuadradas de sus campos fueron fraccionadas entre ocho familiares del mismo apellido entre ellos su sobrino y administrador, José María Jurado Rocamora que anexando más tierras a su heredad fundó y reconstruyó la estancia “El Retiro” que actualmente, después de la nueva delimitación de los partidos se encuentra en Pardo, partido de Tapalqué.
José María Jurado, abuelo de María (1870-1958), la del nombre de la escuela N° 3, levanta el casco de esta estancia “Las Dos Hermanas” ubicada al sur del ejido de General Alvear, participa activamente en la creación del fortín y Pueblo Esperanza y fue por tres veces no consecutivas Fundador y Presidente de la Sociedad Rural Argentina.
José María Jurado Rocamora nació el 8 de enero de 1832 (muere el 05/02/1888) y se radica en Buenos Aires. Después de haber terminado sus estudios con medalla de oro en el prestigioso colegio Larroque comenzó abogacía, carrera que abandonó para dedicarse al campo, estableciéndose como administrador en los campos de su tío Isidro con solo 19 años. Se casó con María Francisca Obligado, conocida en la familia como “Missia Panchita”, hija de Pastor Obligado, el Gobernador de la Provincia que firmó el decreto de Creación del Fortín Esperanza.
En 1853, José María Jurado Rocamora, con 22 años, encaró la defensa de la estancia “El Retiro” con solo 20 personas ante un malón de no menos de 250 lanceros indios que felizmente cambiaron de rumbo. Sin embargo, ya había tenido muchos enfrentamientos anteriores.
Esta parte de la frontera, estaba ubicada entre el Fortín Mulitas hoy 25 de Mayo (fundado el 25/5/1831) y el cantón de Tapalqué (fundado en 11/1831), era una zona de gran inestabilidad así que José María Jurado, junto con José Portugués por Las Flores, y Nicasio Gómez y Dionisio Pereyra en representación de Saladillo, solicitan el 10 de diciembre de 1853 la creación de un Fortín, gestión aprobada por decreto el 29 de diciembre del mismo año, siendo ellos los miembros de la Primera Comisión Municipal.

ISIDRO Y JOSÉ MARÍA JURADO, FUNDADORES DEL FORTÍN “ESPERANZA”

En 1855, José María Jurado con otros estancieros, y tal como lo cuenta en su carta de 1881 de puño y letra y dirigida al Juez de Paz de General Alvear, cuatro comisionados encabezados por José Portugués dieron principio a hacer los fosos y edificar los cuarteles en febrero de 1854, acompañados de un piquete de artillería, realizando todo a sus expensas tal cual lo habían prometido al Gobierno.
En la carta, resume que en 1856 se encomendó la traza del pueblo que ellos habían solicitado por el Ingeniero Militar D Arboug, y que la Comisión encargada de la formación del Pueblo estaba compuesta por Isidro Jurado como Presidente, José Portugués y el comandante militar del fuerte, don Juan Agustín Noguera.
La presencia de Isidro y José María son constantes en los inicios del Pueblo. Isidro es adjudicatario en la primera repartición de chacras del Pueblo Esperanza, según nota firmada por el Comandante Juan Agustín Noguera del 28 de agosto de 1856 donde se le concedía según la foja N° 3 del Libro de Registro, el solar N° 34 del Pueblo Esperanza, los lotes 1, 2, 3 y 4 y las Quintas N° 5 y 6 al sud.

LOS JURADO EN LA CREACIÓN DE LA IGLESIA “SAN JOSÉ”

En una carta que se encuentra en la Casa de la Cultura “Melitón Ruiz”, José María Jurado cuenta que Noguera solicitó al Gobernador Pastor Obligado el dinero para la construcción de una Iglesia. Isidro Jurado como Presidente de la Comisión, recibe 10.000 pesos y le encomienda a su sobrino Pablo Jurado que lo depositara en el Banco de la Provincia de Buenos Aires pero, con la situación azarosa del país, se disolvió esa primera Comisión del Pueblo Esperanza y se postergó la construcción de la iglesia. En 1870, 14 años después, José María Jurado encuentra la libreta con el dinero que había ascendido a 21.636 pesos y lo deposita a su nombre.
En 1880, fecha de la carta, José María Jurado notifica que la suma ascendía ya 34.000 pesos advirtiendo a la Municipalidad que ese dinero estaba a su disposición pero “no hasta dar principio a los trabajos de construcción”, fundamentando esta petición en todo lo realizado y hecho en pro de la creación del Fortín y el Pueblo de General Alvear.

LOS JURADO EN BUENOS AIRES

En Buenos Aires, según el Censo de 1869, José María Jurado Rocamora de 38 años tenía su domicilio en la calle Esmeralda N° 210 donde vivía junto a su esposa María Francisca Obligado, de 26 años con sus hijos José Antonio, Nemesia y María Telésfora que es quién se casa con Alfredo Melitón Gándara, la señora que dona el terreno para la Escuela N°3 de "La Garita".
Para relacionar a esta familia con el status actual, podemos ver que según escritura N°242 realizada por el escribano Etchegaray de La Plata, el 17/09/1895 se realiza la división de condominio de la estancia “Las Dos Hermanas” de 8.500 hectáreas cuyas propietarias eran María Francisca Zelmira Jurado casada con Carlos Rojo y la Sra. María Telésfora Sixta Jurado casada el 18/11/1893 con el Dr. Alfredo Melitón Gándara. De esta última, es lo que surge hoy en día la estancia “El Altillo” actual y que a raíz de las sucesivas divisiones por sucesiones se ha ido reduciendo y, en algunos casos, vendiendo a personas fuera de la familia como ocurre en innumerables situaciones.
María Jurado de Gándara, quién donó el predio para la construcción de la escuela del Paraje La Garita, era nieta de José María Jurado, miembros de una familia que participó activamente en la historia de Tapalqué y General Alvear, habitando sus campos en tiempos difíciles y sirviéndose de sus conexiones para contribuir a su progreso, estancieros que fueron el “subsuelo histórico” tan poco difundido y reconocido en la historia de la provincia de Buenos Aires a pesar de ser el “fundamento económico y social” de la identidad bonaerense y argentina.

Esta nota fue redactada con la colaboración y aportes de Alfredo Gándara y publicada en el libro del 150° Aniversario del Partido de General Alvear.


"Campos de Alvear". Fuente: "José Portugués", Lis Solé.


Bibliografía:

  • -      Archivo de la Dirección General de Geodesia, Catastro y Tierras del Ministerio de Obras Públicas de la Provincia de Buenos Aires, pág.367, Pdo de Tapalqué. La Plata 1945.
  • -       Capdevila, Ramón Rafael. Tapalqué en la historia. Azul. 1963.
  • -      El arcón de la historia Argentina. Cronología Histórica Argentina (1492-1930).
  • -      Gándara, Alberto. La familia de Jurado en los orígenes de los Partidos de Tapalqué y General Alvear. Revista del Centenario de General Alvear. 1969.
  • -      Guzmán, Yuyú. La estancia colonial rioplatense. Editorial Claridad S.A. 2011.
  • -      Jurado, Alicia. Leguas de polvo y sueño. Editorial. Losada SA. Buenos Aires. 1964.
  • -       Lagos, Guillermo H. “Jurado y familias relacionadas; Obligado y Lynch”. Córdoba. República Argentina. 2003.
  • -       Puigdomenech, Jorge Alberto; Thill, José Pedro. Guardias, fuertes y fortines de la Frontera Sur. Historia, antecedentes y ubicación catastral. Tomo 1 y 2. Servicio Histórico del Ejército Argentino. Buenos Aires. 2003.
  • -      Solé, Lis. “Pueblo Esperanza, hoy General Alvear”. Diario El Tiempo. 01/09/2018.
  • Una estancia de viejo estilo en la que soplan aires de inspiración. Diario La Nación. Sección Economía. Campo, Septiembre de 2004.

jueves, 26 de marzo de 2020

Marqués de Olaso



 
Frente del Castillo "San Salvador del Valle" con caminos de arenilla blanca y rosales. Circa 1930. Foto Gentileza de Ignacio y Luis Olaso.

    Todos los pueblos de Buenos Aires se parecen y han nacido como fortines, estancias o cantones entre indios, criollos e inmigrantes pero Alvear tiene una característica única: es tierra de marqueses en las figuras de don José Rufino de Olaso y de la Puente (1839-1914) y su hijo, don Luis de Olaso y Madaria (1887-1947). Marqueses como los de los cuentos con títulos y honores, otorgados en este caso por el Papa Pío X, “a hombres y mujeres extraordinariamente destacados en el servicio a la Iglesia y a la fe católica”, honor doble ya que además, al considerar la conveniencia, méritos y dignidad de su hijo Luis se aprueba la continuación del título.

 UNA HISTORIA MUY LARGA DE CONTAR…


José Rufino de Olaso (1839-1914)

    La historia comienza en 1850 cuando José Rufino Olaso llega con su hermano Julián a Argentina, provenientes de “San Salvador del Valle”, pueblo vasco que hoy lleva el nombre de “Trápaga” o “Trapagarán”. Con una tropa de carretas se dedican al comercio viajando por los peligrosos campos de General Alvear en épocas de malones. Se instalan en un principio en Lobos y en Navarro aventurándose más allá del Río Salado, hasta Saladillo y el Pueblo Esperanza, con almacenes de Ramos Generales.
    Cuando en 1856 se nombran a los primeros propietarios de solares distribuidos por Juan Agustín Noguera, Julián Olaso recibe los solares que se encuentran hoy en Hipólito Irigoyen y Sarmiento donde construye su casa y el almacén, lugar que donan en 1931 para la construcción de la actual Parroquia “San José”.

 JOSÉ RUFINO OLASO EN LOBOS

    En Lobos, José Rufino de Olaso vive a continuación de su almacén a una cuadra de la Plaza Principal, cerca de la casa de José Martí donde se reúnen para crear en 1867 la Sociedad Española de Socorros Mutuos siendo su socio fundador y Primer Presidente además de cofundador del Banco Provincia.

 FUNDACIÓN DE LA ESTANCIA “SAN SALVADOR DEL VALLE”

     En 1875, compra y funda en General Alvear la estancia “San Salvador del Valle”, mismo nombre que el de su pueblo natal, propiedad de 10.800 hectáreas que mantiene la familia hasta la expropiación de 1959. En el centro, construye una enorme casa fortificada por el latente temor de los malones, un casco según planos dibujados por su amigo el ingeniero Luis A. Huergo.
   El establecimiento tenía como casi todas las estancias antiguas, forma de U con una reja que cerraba el frente, característica forma de los establecimientos rurales de antaño con el fin de guarecer los pobladores en caso de invasiones indias. En el centro de la casa principal, se erguía un “Mirador” que le dio el sobrenombre conocido por todos. Desde esa torre, se podía observar los alrededores de la estancia aún por encima de los boulevares de eucaliptos y de la hermosa capilla, lugar de encuentro y evangelización de toda la región, sitio obligado de Misas, Retiros, Misiones, Casamientos, Bautismos, Comuniones y Confirmaciones durante más de 100 años.
    La estancia se autoabastecía: carnicería, panadería completa, galpones de esquila y de cría de caballos y toros, casa de los peones, matera, molinos, herrería, talleres, tambo, escuela, silos y todo lo necesario para vivir en el campo sin llegarse a la ciudad.

 “MAL QUE LE PESE A ALGUNOS, OLASO POBLÓ GENERAL ALVEAR”

    Tal como afirman muchos de los descendientes de los empleados de la estancia, “Olaso pobló General Alvear” con otros vascos y sus familias que se quedaron para siempre en el pueblo al que dieron sus apellidos característicos: Iribertegui, Monchico, Larrieta, Gurbista, Astaburuaga, Langoni, Azulabarrena, Quincoces, Salcedo, Artola, Zapiain, Garachena, Muniosguren, Ortiz, Castaños y tantos otros inmigrantes que solos o con familias encontraron trabajo por generaciones en estas tierras.

EL ÚNICO HIJO, LUIS DE OLASO Y MADARIA, II MARQUÉS DE OLASO

    A partir de 1920, su hijo Luis, II Marqués de Olaso, “moderniza” la estancia: se levanta el hangar de los aviones y la pista de aterrizaje que usaba Luis de Olaso, su familia y amigos cuando venían de Buenos Aires, se construye el patio andaluz posterior, se anexa la cocina y dependencias traseras y se cierran las galerías características de las estancias camperas quedando al frente un majestuoso hall de entrada.
    Sobre el camino real se construye el portal de entrada y la Escuela N°15 con una prolongación del boulevard atravesando el campo, camino recorrido infinitas veces por los alumnos y vecinos de la Colonia San Salvador del Valle. Luis Olaso y sus hijos construyen nuevos puestos para los empleados incorporando mejoras en cuanto a la producción, el trabajo rural y la educación de los chicos del paraje encargando a la docente Martha Tagliani de Ormaechea las gestiones necesarias para que la escuela sea reconocida oficialmente lo que se logra a partir de 1957. El edificio, de hermosa arquitectura española, es ícono de la actual Colonia “San Salvador del Valle” declarado en 2016, Patrimonio Histórico de la Provincia de Buenos Aires al igual que las demás instalaciones.

 JOSÉ RUFINO OLASO, ALCALDE Y BENEFACTOR EN SU PUEBLO NATAL

    Cuando volvió a España, José Rufino de Olaso es elegido Alcalde de “San Salvador del Valle”, se encarga de arreglar las cuentas públicas y engrandecer a su pueblo “dándole postín”… a sus expensas; con el dinero propio o de su familia construyó el Palacio Olaso que hoy es la Casa de la Cultura del Valle de Trápaga, erigió un nuevo ayuntamiento, un cementerio, una iglesia y dos escuelas sobre terrenos propios, todo construido rápidamente a excepción de la iglesia que inauguró en 1936 su hijo Luis.
    La relación de José Rufino y su hermano con Argentina quedó plasmada en el cargo que ambos ostentaron para representar a este país, el primero como vicecónsul y el segundo como cónsul de la Argentina en Bilbao. Durante su gestión, lograron que la Fragata Argentina “Sarmiento” recalara en el puerto de Bilbao durante el mes de junio de 1902. Fue un gran acontecimiento para indianos y bilbaínos siendo especialmente emotivo el acto de imposición del nombre de Buenos Aires a una de las principales calles de la ciudad como síntoma de hermandad y de las buenas relaciones con la capital de Argentina.

 JOSÉ RUFINO, PADRINO DE LA IGLESIA SAN JOSÉ DE GENERAL ALVEAR

    Católico ferviente, José Rufino fue padrino de la Iglesia San José de Gral. Alvear en la colocación de la Piedra Fundamental en 1900 lo mismo que su hijo Luis en 1932. En 1902, se escribe en España una biografía sobre la ilustre vida de José Rufino de Olaso, en donde se apunta el hecho de “haber regalado una hermosa campana a la Iglesia” a General Alvear, esa campana que suena cada día en nuestro pueblo trayendo pensamientos que corren hacia lo bueno, y fue Olaso quién la obsequió.

    Su familia continuó su obra, y aún hoy sus descendientes mantienen abierto el corazón hacia la República Argentina porque tal como él escribe, es la tierra “a la que cada día amo con afecto más entrañable y a la que considero con orgullo como mi segunda patria, hasta el punto de no poder precisar cuál de las dos patrias me es más querida”. (Olaso, 1902).
Realmente, un personaje para recordar acá y en España.
Jorge Ormaechea y el capataz Puig en 1950 frente a la entrada de la estancia.
Foto gentileza Martha Tagliani de Ormaechea.

miércoles, 25 de marzo de 2020

Pueblo de Estación. Estación Micheo de General Alvear



Estación J. M. Micheo. 2015
    En el ideario general y particular los nombres de pueblos y estaciones pertenecen a la historia de la Patria Chica siendo bien conocidas en General Alvear las estaciones Micheo y Emma, estaciones que refieren parajes y comunidades. Sin embargo, en el diario La Semana de Saladillo del 9 de marzo de 1924, se hablaba de nombres de estaciones ferroviarias donde aparecen apellidos que “no tienen derecho a figurar en la geografía argentina” situaciones históricas que se repiten en nuestra argentina donde se intenta desprestigiar a ciertos sectores casi sin saber por qué motivos, situaciones que hacen mucho mal al argentino porque al negar parte de la historia, se queda sin raíces y sin el orgullo “de ser” pasando al desarraigo y al desamor nacional.


 LOS NOMBRES DE LAS ESTACIONES FERROVIARIAS

    Y bien vale este ejemplo de 1924 que involucra al paraje, estación y pueblo “Micheo” de General Alvear. Sucedió que el Ministerio de Obras Públicas de la Nación de ese momento, Dr. Eufrasio S. Loza , dictó una resolución por la cual se disponía que la “Dirección General de Ferrocarriles debía proceder a la revisión general de los nombres de las estaciones ferroviarias de todas las líneas del país con excepción de lugares de ciudades o países, próceres u hombres públicos de actuación destacada y notoriamente reconocida, y elevará una nómina de los que a su juicio no encuadren dentro del concepto enunciado en el primer considerando de la presente resolución, proponiendo a la vez a aquellos con que puedan sustituirse, debiendo igualmente recoger los informes necesarios acerca del nombre primitivo del lugar en que se encuentran ubicados”.

 EL ORIGEN DE SUS NOMBRES

    En el preámbulo de la resolución, el Dr. Loza expresaba que “la designación de las estaciones ferroviarias con nombres de personas, había que exhibirlos a la consideración del país” ya que no ameritaban su consagración histórica. Dentro de este concepto el Dr. Loza expresaba que no era justo que aparecieran los nombres de “personas sin mérito alguno” a la par del nombre de los próceres y demás personalidades que por su destacada actuación en las diferentes actividades de la vida pública o en las no menos meritorias de su actuación en bien de la humanidad.
    Loza decía que personas sin los bastantes méritos para merecer ese alto honor y distinción, llevaban el nombre de lugares con “el inconveniente que se agrava aún más si se tiene en cuenta que en general el nombre de la estación trasciende el pueblo mismo que se forma alrededor como consecuencia lógica del impulso que ella significa para el progreso y adelanto de la región o de la localidad en que quede establecida”.

 CUESTIONANDO LOS NOMBRES DE ALGUNAS ESTACIONES

    Añade el ministro que subaltenizando el concepto, se ha llegado a veces a designar ciertas estaciones con el nombre de personas que sin más fundamento ni antecedentes que el de haber donado el terreno que estén ubicados aquellos, sin reparar siquiera es que, frecuentemente, ese procedimiento extraño a una mera especulación comercial del donante, por la valorización del excelente de su propiedad y que, por ello, ostentarse un título de reconocimiento público. Y más abajo remata: “Es obra de sano patriotismo mantener en el sito nivel que corresponde, la conmemoración tributada justicieramente a nuestros grandes hombres como meritorios servidores del país, evitando que se encuentren colocados en la misma línea otros que no revisten las cualidades necesarias para perpetuarlos”.

 LA ESTACIÓN “MICHEO” DE GENERAL ALVEAR.

    En General Alvear, hay una estación “que entraría” dentro de esa propuesta de Loza y sin intentar ser defensor del ausente, bien vale investigar por qué Micheo lleva ese nombre para poder decir con conocimiento y no arbitrariamente, cuál es el peso de esa personalidad en la historia alvearense.

  ¿QUIÉN ERA JOSÉ MARÍA MICHEO?

    La estación Micheo se refiere a José María Micheo Gamio, español, nacido en 1822, comerciante en una casa de Ramos Generales de Lobos y que fallece en 1871 de fiebre amarilla. En 1867, con la llegada del cólera, los españoles de la ciudad de Lobos fundaron dos sociedades de socorros mutuos para los compatriotas que en su mayoría no tenían familias ni recursos.
    José María Micheo junto a Francisco Terán fundan la “Excelsa Fraternidad Ibérica de Socorros Mutuos”, sociedad de iguales objetivos que la “Asociación Española de Socorros Mutuos” fundada por el marqués José Rufino de Olaso. Ambas sociedades tenían las loables inquietudes de acompañar a los enfermos, ayudarlos a viajar a su patria, proveer de medicamentos y asistencia médica, costear entierros y subvencionar a las familias de los fallecidos en epidemias de fiebre amarilla, cólera y viruela entre otras. Activista político, participó en las elecciones municipales de Lobos en 1867 como candidato por los “Retrógrados”.

 MICHEO, INTEGRANTE DE LA COMISIÓN PRO FUNDADORA DEL TEMPLO “SAN JOSÉ”

    En el año 1932, la Iglesia de Alvear todavía no estaba construida así que una comisión integrada por caballeros, retomaron el sueño de 32 años atrás, colocaron la Piedra Fundamental de la obra. Dicha comisión se designó “Comisión Pro Templo de General Alvear” y su presidente fue justamente José María Micheo Puig que siguió tras la tarea comenzada por su padre José María junto a Pedro Robles, Pedro Del Carril, José Rufino de Olaso, Urbelina T. C. de Carman, Carmen Herrero de Micheo, Estanislada Melo de Mackay. Martina C. de Ortiz. Rufina V. de Sollano. María Luisa C. de Giribone, Luis de Olaso y María L. de Mathet.

 EL ALTRUISMO DE LA FAMILIA MICHEO

    Micheo tuvo dos hijos: José María Micheo Puig que contrae matrimonio con Carmen Herrero Pellicer, y doña Carmen Aureliana Micheo quién fallece en 1952. Doña Carmen Aureliana Micheo construye totalmente y de su peculio, el Colegio Carmen A. Micheo de Gral. Alvear, Bs. As., institución que se inaugura en 1937 con la Congregación de las Hermanas del Niño Jesús. En 1955, la Sra. Carmen Herrero de Micheo continúa la obra de su cuñada, costeando la construcción del Salón de Actos y los baños del mismo Colegio. 
     Cuentan los anales del Colegio religioso que “la Señorita Carmen A. Micheo, guiada por sus principio profundamente cristianos y caritativos, quería destinar parte de su patrimonio a construir un colegio para la educación de los niños”.
      La estancia de Micheo, de unas nueve mil hectáreas, rodeaba a la estación donde se formó un pequeño pueblito que, en 1939 llegó a tener 1.257 habitantes con una casa de hospedaje que pertenecía a Fernando Barbalarga y el almacén de Ramos Generales de Pedro J. Nomdedeu que proveía de combustible con un surtidor de nafta “Energina”. Seguro que humanamente, José María Micheo pensó en mejorar el precio de su tierra al negociar con los ingleses y ceder parte de su propiedad, pero dio vida y trabajo a más de una familia alvearense que se asentaron en sus campos o alrededor de la estación durante muchas décadas, siendo sus descendientes activos contribuyentes en obras en beneficio de General Alvear.

 LA CONVENIENCIA DE EXPLICAR EL SIGNIFICADO DE LOS NOMBRES

    Tal como dice Loza, aunque no en el sentido que él pregonaba, realmente sería conveniente “que al pie del nombre de cada estación se coloque una inscripción que en forma sintética explique su significado u motivo de su designación, como un medio indispensable para que el público se ilustre del hecho histórico que simboliza o de los méritos de la personalidad que se consagre”. Quizás, la decisión de Micheo de “donar” modificó la vida de mucha gente y gracias que sucedió en General Alvear, porque dio la posibilidad a varias generaciones alvearenses para que progresaron junto al ferrocarril. La muerte de las vías, dejó grandes frustraciones y actualmente, hay muy pocos habitantes en Micheo.
    La resolución propuesta por el Ministro Loza -que quizás no conocía la importancia de los parajes ferroviarios en los pueblos de la provincia y por eso la generalización del concepto-, no se puso en práctica y Micheo mantuvo su nombre originario: valgan estas cortas líneas para reflexionar y determinar si el pueblo realmente merecía y merece recordar a la familia Micheo a través del nombre de su fundador.


José Maria Micheo Gamio (1822-1871)
Foto gentileza de Carlos Quiroga Micheo.

 Fuentes:

 - Texto medalla de Colocación de la Piedra Fundamental Iglesia San José, Gral. Alvear, 1900.
- Guindani, José. Estudio de dos sociedades. Sociedad Española de Lobos. Lobos. 2006.
- Anuario Kraft, Provincias y territorios. 1929. - Archivo Colegio Carmen A. Micheo