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jueves, 26 de marzo de 2020

Marqués de Olaso



 
Frente del Castillo "San Salvador del Valle" con caminos de arenilla blanca y rosales. Circa 1930. Foto Gentileza de Ignacio y Luis Olaso.

    Todos los pueblos de Buenos Aires se parecen y han nacido como fortines, estancias o cantones entre indios, criollos e inmigrantes pero Alvear tiene una característica única: es tierra de marqueses en las figuras de don José Rufino de Olaso y de la Puente (1839-1914) y su hijo, don Luis de Olaso y Madaria (1887-1947). Marqueses como los de los cuentos con títulos y honores, otorgados en este caso por el Papa Pío X, “a hombres y mujeres extraordinariamente destacados en el servicio a la Iglesia y a la fe católica”, honor doble ya que además, al considerar la conveniencia, méritos y dignidad de su hijo Luis se aprueba la continuación del título.

 UNA HISTORIA MUY LARGA DE CONTAR…


José Rufino de Olaso (1839-1914)

    La historia comienza en 1850 cuando José Rufino Olaso llega con su hermano Julián a Argentina, provenientes de “San Salvador del Valle”, pueblo vasco que hoy lleva el nombre de “Trápaga” o “Trapagarán”. Con una tropa de carretas se dedican al comercio viajando por los peligrosos campos de General Alvear en épocas de malones. Se instalan en un principio en Lobos y en Navarro aventurándose más allá del Río Salado, hasta Saladillo y el Pueblo Esperanza, con almacenes de Ramos Generales.
    Cuando en 1856 se nombran a los primeros propietarios de solares distribuidos por Juan Agustín Noguera, Julián Olaso recibe los solares que se encuentran hoy en Hipólito Irigoyen y Sarmiento donde construye su casa y el almacén, lugar que donan en 1931 para la construcción de la actual Parroquia “San José”.

 JOSÉ RUFINO OLASO EN LOBOS

    En Lobos, José Rufino de Olaso vive a continuación de su almacén a una cuadra de la Plaza Principal, cerca de la casa de José Martí donde se reúnen para crear en 1867 la Sociedad Española de Socorros Mutuos siendo su socio fundador y Primer Presidente además de cofundador del Banco Provincia.

 FUNDACIÓN DE LA ESTANCIA “SAN SALVADOR DEL VALLE”

     En 1875, compra y funda en General Alvear la estancia “San Salvador del Valle”, mismo nombre que el de su pueblo natal, propiedad de 10.800 hectáreas que mantiene la familia hasta la expropiación de 1959. En el centro, construye una enorme casa fortificada por el latente temor de los malones, un casco según planos dibujados por su amigo el ingeniero Luis A. Huergo.
   El establecimiento tenía como casi todas las estancias antiguas, forma de U con una reja que cerraba el frente, característica forma de los establecimientos rurales de antaño con el fin de guarecer los pobladores en caso de invasiones indias. En el centro de la casa principal, se erguía un “Mirador” que le dio el sobrenombre conocido por todos. Desde esa torre, se podía observar los alrededores de la estancia aún por encima de los boulevares de eucaliptos y de la hermosa capilla, lugar de encuentro y evangelización de toda la región, sitio obligado de Misas, Retiros, Misiones, Casamientos, Bautismos, Comuniones y Confirmaciones durante más de 100 años.
    La estancia se autoabastecía: carnicería, panadería completa, galpones de esquila y de cría de caballos y toros, casa de los peones, matera, molinos, herrería, talleres, tambo, escuela, silos y todo lo necesario para vivir en el campo sin llegarse a la ciudad.

 “MAL QUE LE PESE A ALGUNOS, OLASO POBLÓ GENERAL ALVEAR”

    Tal como afirman muchos de los descendientes de los empleados de la estancia, “Olaso pobló General Alvear” con otros vascos y sus familias que se quedaron para siempre en el pueblo al que dieron sus apellidos característicos: Iribertegui, Monchico, Larrieta, Gurbista, Astaburuaga, Langoni, Azulabarrena, Quincoces, Salcedo, Artola, Zapiain, Garachena, Muniosguren, Ortiz, Castaños y tantos otros inmigrantes que solos o con familias encontraron trabajo por generaciones en estas tierras.

EL ÚNICO HIJO, LUIS DE OLASO Y MADARIA, II MARQUÉS DE OLASO

    A partir de 1920, su hijo Luis, II Marqués de Olaso, “moderniza” la estancia: se levanta el hangar de los aviones y la pista de aterrizaje que usaba Luis de Olaso, su familia y amigos cuando venían de Buenos Aires, se construye el patio andaluz posterior, se anexa la cocina y dependencias traseras y se cierran las galerías características de las estancias camperas quedando al frente un majestuoso hall de entrada.
    Sobre el camino real se construye el portal de entrada y la Escuela N°15 con una prolongación del boulevard atravesando el campo, camino recorrido infinitas veces por los alumnos y vecinos de la Colonia San Salvador del Valle. Luis Olaso y sus hijos construyen nuevos puestos para los empleados incorporando mejoras en cuanto a la producción, el trabajo rural y la educación de los chicos del paraje encargando a la docente Martha Tagliani de Ormaechea las gestiones necesarias para que la escuela sea reconocida oficialmente lo que se logra a partir de 1957. El edificio, de hermosa arquitectura española, es ícono de la actual Colonia “San Salvador del Valle” declarado en 2016, Patrimonio Histórico de la Provincia de Buenos Aires al igual que las demás instalaciones.

 JOSÉ RUFINO OLASO, ALCALDE Y BENEFACTOR EN SU PUEBLO NATAL

    Cuando volvió a España, José Rufino de Olaso es elegido Alcalde de “San Salvador del Valle”, se encarga de arreglar las cuentas públicas y engrandecer a su pueblo “dándole postín”… a sus expensas; con el dinero propio o de su familia construyó el Palacio Olaso que hoy es la Casa de la Cultura del Valle de Trápaga, erigió un nuevo ayuntamiento, un cementerio, una iglesia y dos escuelas sobre terrenos propios, todo construido rápidamente a excepción de la iglesia que inauguró en 1936 su hijo Luis.
    La relación de José Rufino y su hermano con Argentina quedó plasmada en el cargo que ambos ostentaron para representar a este país, el primero como vicecónsul y el segundo como cónsul de la Argentina en Bilbao. Durante su gestión, lograron que la Fragata Argentina “Sarmiento” recalara en el puerto de Bilbao durante el mes de junio de 1902. Fue un gran acontecimiento para indianos y bilbaínos siendo especialmente emotivo el acto de imposición del nombre de Buenos Aires a una de las principales calles de la ciudad como síntoma de hermandad y de las buenas relaciones con la capital de Argentina.

 JOSÉ RUFINO, PADRINO DE LA IGLESIA SAN JOSÉ DE GENERAL ALVEAR

    Católico ferviente, José Rufino fue padrino de la Iglesia San José de Gral. Alvear en la colocación de la Piedra Fundamental en 1900 lo mismo que su hijo Luis en 1932. En 1902, se escribe en España una biografía sobre la ilustre vida de José Rufino de Olaso, en donde se apunta el hecho de “haber regalado una hermosa campana a la Iglesia” a General Alvear, esa campana que suena cada día en nuestro pueblo trayendo pensamientos que corren hacia lo bueno, y fue Olaso quién la obsequió.

    Su familia continuó su obra, y aún hoy sus descendientes mantienen abierto el corazón hacia la República Argentina porque tal como él escribe, es la tierra “a la que cada día amo con afecto más entrañable y a la que considero con orgullo como mi segunda patria, hasta el punto de no poder precisar cuál de las dos patrias me es más querida”. (Olaso, 1902).
Realmente, un personaje para recordar acá y en España.
Jorge Ormaechea y el capataz Puig en 1950 frente a la entrada de la estancia.
Foto gentileza Martha Tagliani de Ormaechea.