Las páginas de vida se multiplican en
cada uno de los rincones de un pueblo y su historia está presente en cada persona
que ha vivido en ese lugar, en esos rincones donde se han experimentado o
compartido emociones.
Por eso, el PUENTE DE GORBEA es
mucho más que una foto de postal.
Se encuentra al norte del pueblo de
General Alvear, antes de cruzar el arroyo Las Flores y se accede por un caminito
de tierra muy pintoresco que deja a un lado el monte de Morena para cruzar por
hondonadas y arenas hasta los tamariscos que son los únicos que verdean a la
distancia.
Siempre ha sido uno de los lugares más frecuentados
por los pescadores alvearenses tanto por el sencillo y simpático puente que
entre tamariscos resguarda el agua bulliciosa que proporciona pesca segura como
por la cercanía y el fácil acceso desde el pueblo.
Su historia no es corta y tuvo que
ver con los grandes cambios que, aunque parezca que nada tiene relación, fueron
provocados por la llegada del ferrocarril. Cuando se crea el pueblo y luego el
distrito, junto con las manzanas y solares del pueblo, se dan chacras.
Así es como llegan a nuestro pueblo
un grupo de italianos que se asientan principalmente en “la zona de las chacras”
ubicadas al noreste de la planta urbana cruzadas por el único camino de salida
del pueblo hacia el norte y que iba a la estancia “Nueve de Julio” de José
Portugués.
El camino de salida al pueblo hacia
el Saladillo seguía seguramente más o menos el mismo derrotero, hacia donde se
dirigían las chatas y carretas para vender los frutos del país. Para el oeste,
estaba el arroyo de Las Flores y una serie de lagunas que se formaban principalmente
por los desbordes del arroyo Tapalqué inundaciones que fueron parcialmente
solucionadas con la construcción del canal Piñero en 1890.
Pero un buen día, llega el
ferrocarril (1897) y el pueblo ahora debe mirar hacia el oeste donde se había
levantado una gran muralla por donde circularían los trenes. La vida en la zona
“de las chacras” cambió. Ahora debían salir con sus productos hacia la estación
por lagunas y zonas pantanosas y encima cruzar el canal por donde se pudiera y
solamente en épocas de bajantes. La zona “de las chacras había quedado casi
aislada… y así continuó por veinte años.
Los pedidos y las quejas eran
constantes ya que los pobladores de la zona veían muchas veces perder todo el
producto de sus cosechas a causa de los pantanos o el riesgo de cruzar el
canal.
Finalmente y después de muchas idas
y venidas, el puente empezó a construirse en los primeros días de agosto del
año 1929, en oportunidad de que llevaron al lugar parte de las herramientas y
materiales para la ejecución de la obra que uniría las chacras de FRANCISCO
GORBEA con DOMINGO DE GREGORIO.
TRAMITES
ETERNOS QUE NO IMPIDIERON SU CONSTRUCCIÓN
El diario “El Independiente”
declaraba que “después de largo tiempo de
espera” se tendría el gusto de iniciar una obra que ha sido reclamada
insistentemente puesto que era “sumamente necesaria” y grandes sus
beneficios para una extensa zona de campos trasladaban sus productos hasta la
estación con serias dificultades”.
Para la construcción del puente fue
necesario la aprobación del presidente de la Nación y después, con intervención
del intendente de la Municipalidad de General Alvear, Sr. PASTOR UMARAN y las
gestiones del ex legislador BERNARDINO ALTHABE[i], se logró la finalización
del trámite y la adquisición del material para la construcción de la obra. Muchos
de los materiales se habían comprado en otros pueblos y habían quedado en la zona
del ferrocarril así que hubo que gestionar también el acarreo de lo comprado
hasta donde se construiría el puente.
SE
NECESITA TAMBIÉN LA AYUDA DEL VECINDARIO
En realidad, no fue sólo un puente
el que se construyó. La zona era muy baja y un solo puente sobre el canal no
alcanzaría para contener el desborde del agua de las grandes lluvias. Así que a
más del puente debieron construirse “las
alcantarillas de acceso y un extenso terraplén” que vendría a subsanar “los serios inconvenientes que interponen
algunas pequeñas lagunas que se forman, pero que debido a la mala calidad de la
tierra que en ese camino existe se hacen profundos baches que imposibilitan el
paso”.
Seguramente
más de un pala de buey fue necesaria y muchos trabajadores para poder construir
el semejante terraplén ya que además de dar trabajo a la población proporcionó “beneficios incalculables por la subdivisión
que por allí existe de la propiedad”.
El redactor del diario “El
Independiente” llamaba a la solidaridad de todos los dueños “de las chacras” porque
“sería necesario la ayuda del vecindario
para que cada propietario arreglara las calles de acceso al puente que no
estaban en buen estado y que con ayuda de cada uno, se lograría el éxito del
puente”.
Y SE
INAUGURÓ POR FIN
El puente tuvo un costo de 36.000$
m/n siendo una construcción sólida, con una base de fuertes vigas de
mampostería de largas dimensiones que eran colocadas a golpe de un martinete
cuyo peso era de 800 kilos, llevando un día de trabajo cada una hasta lograr el
nivel correspondiente, vigas que aún mantienen el puente fijado al fondo a
pesar de las continuas inundaciones.
Sobre esa base de vigas se construyó
el puente de mampostería actual, puente de un solo tramo que descansa en vigas
colocadas horizontalmente que tienen un metro de espesor.
Los diarios de la época decían que
esto le permitiría darle “una solidez
extraordinaria y su duración por esa misma causa será de muchísimos años”.
Así fue, el puente fue inaugurado en
octubre de 1930.
Noventa años han pasado y se
mantiene por sí mismo sin mantenimiento dignos de señalar.
Propio de la época en tiempos de
pequeños camiones del año 30, el puente es angosto y debe ser transitado con
sumo cuidado y respeto por su antigüedad así como la necesaria protección de
los hermosos tamariscos plantados entre el puente y las alcantarillas que han
fijado el terraplén por años sin permitir su erosión después de infinitas inundaciones
en su larga vida de casi 90 años.
PUENTE DE GORBEA:
… un lugar más para cuidar que no
sólo representa el ánimo de progreso del vecindario del paraje “de las chacras”
sino que también recuerda a un personaje singular del pueblo, don SIXTO GORBEA,
un estudioso, el primer bibliotecario alvearense, un ser de perfil bajo pero de
gran actividad social, cultural y política signado en el progreso y el resguardo
de la historia de General Alvear.
Algo más para saber, algo más para
respetar. Muchas historias de trabajo, esperanza y de progreso, historias de
amores y desengaños que llegaron o se fueron como el agua debajo del puente,
con esa rapidez que impresiona e hipnotiza, que se escurre tal cual la vida que
pasa y nos deja los ojos llenos de lágrimas y nostalgias.
Fuentes
consultadas: Periódicos “El Independiente”. Año 1929 y 1930.
Fotos: Pablo Fortain y Mónica Salamendi.
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