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lunes, 13 de abril de 2020

La familia Jurado en los inicios de General Alvear

"Malón", boceto de Emiliano Labourdette y Lis Solé. Fuente: Libro: "José Portugués" de Lis Solé.

          Hay familias que trascienden lo familiar por su acción comunitaria e intenciones fundadoras que se proyectaron mucho más allá del día a día pueblerino y que fueron importantísimas en la fundación de los pueblos.

EL POR QUÉ DEL NOMBRE DE LA ESCUELA N°3 “MARÍA J. DE GÁNDARA”

            Tal es el caso de la familia JURADO, apellido desconocido para las nuevas generaciones que aparece en algunos descendientes, en los mapas o en el nombre de una Escuela alvearense pero sin conocer su origen como es el nombre de la Escuela N° 3 que se encuentra en el Cuartel VII del Paraje "La Garita" de General Alvear que lleva el nombre de “María Jurado de Gándara”, propietaria en ese entonces de la estancia “El Altillo” y que donó una hectárea de campo para su construcción, en 1957.  
Escuela N° 3 "María J. de Gándara. General Alvear.

            Pero la historia de los Jurado va mucho más allá del nombre de una escuela y se remonta al tiempo del fortín Esperanza y del Partido de General Alvear.





LLEGADA DE LOS JURADO A GENERAL ALVEAR

            Llegan a estas pampas por el año 1832, a campos sin árboles con lagunas, espadañas, arroyos y pajonales. Tierras donde nadie quería vivir sin comodidades ni sombra, en lugares donde solo vivían las tribus de los pueblos originarios pero de a poco, empezaron a llegar estos hombres intrépidos que comenzaron a instalarse en postas, con alguna pulpería, en chacras o estancias.
            El sistema habitual era ocupar el campo en calidad de arrendatario, introducir mejoras, y ya cumplidos los requisitos de colonización y población requeridos por el Estado, solicitar su compra.
            Así llegaron provenientes de Mendoza los primeros Jurado: Isidro (1795- 1839) y su hermano José María Jurado García (nacido en 1803). Como muchos de los pioneros de la frontera bonaerense, Isidro Jurado comenzó con una tropa de carretas que llegaba hasta Tandil, abrió un almacén de Ramos Generales en Tapalqué y con las carretas llevaba mercaderías desde Buenos Aires hasta Las Flores, Tapalqué y Azul pasando por esta tierra que aún no se llamaba General Alvear comerciando frutos del país por los artículos que traía desde Buenos Aires como yerba, sal, azúcar, tejidos, bebidas, herramientas, etc.

ESTANCIA “LAS TRES FLORES” BALUARTE EN TAPALQUÉ EN ÉPOCAS DE MALONES

            Ya dueños de fortuna, Isidro y José María Jurado se instalan en la estancia “Las Tres Flores”, estancia fortín que fue refugio del Pueblo y del Cantón de Tapalqué en situaciones de malones y ataques indios. En esa época la línea de frontera natural con el indio era el Río Salado pero estos pioneros aventureros afrontaron los malones que se multiplicaron a partir de la caída de Rosas.
El 11 de febrero de 1853 siendo Isidro Jurado el Juez de Tapalqué, le escribía a Eugenio del Busto diciéndole que luego de la batalla de San Gregorio librada por los indios de esta localidad le habían sido devueltas 2500 cabezas de ganado robadas por la indiada de Catriel y Yanquenecul. Sin embargo, relataba que los indios aún tenían vacas y terneros que decían que eran de ellos por eso Jurado decía que había que verificar las marcas para certificar la propiedad.
En 1853, ante la inestabilidad de la campaña por los continuos saqueos indígenas, los Jurado se reúnen con José Portugués y otros estancieros para solicitar al Gobierno la construcción del Fortín Esperanza.
Los malones eran constantes en estas tierras así que después de uno de ellos, el cantón y el pueblo de Tapalqué se refugiaron en la estancia “Las Tres Flores” de los Jurado, desde 1855 hasta 1863, como consecuencia de la destrucción e incendio del pueblo en manos de los indios.

JOSÉ MARÍA JURADO, JUEZ Y HACENDADO DE TAPALQUÉ

José María Jurado. Presidente de la Sociedad Rural Argentina.
Fuente: Centenario de la Sociedad Rural Argentina. Foto gentileza Gregorio Palomeque


           A la muerte de don Isidro Jurado, sin hijos, las dos leguas cuadradas de sus campos fueron fraccionadas entre ocho familiares del mismo apellido entre ellos su sobrino y administrador, José María Jurado Rocamora que anexando más tierras a su heredad fundó y reconstruyó la estancia “El Retiro” que actualmente, después de la nueva delimitación de los partidos se encuentra en Pardo, partido de Tapalqué.
José María Jurado, abuelo de María (1870-1958), la del nombre de la escuela N° 3, levanta el casco de esta estancia “Las Dos Hermanas” ubicada al sur del ejido de General Alvear, participa activamente en la creación del fortín y Pueblo Esperanza y fue por tres veces no consecutivas Fundador y Presidente de la Sociedad Rural Argentina.
José María Jurado Rocamora nació el 8 de enero de 1832 (muere el 05/02/1888) y se radica en Buenos Aires. Después de haber terminado sus estudios con medalla de oro en el prestigioso colegio Larroque comenzó abogacía, carrera que abandonó para dedicarse al campo, estableciéndose como administrador en los campos de su tío Isidro con solo 19 años. Se casó con María Francisca Obligado, conocida en la familia como “Missia Panchita”, hija de Pastor Obligado, el Gobernador de la Provincia que firmó el decreto de Creación del Fortín Esperanza.
En 1853, José María Jurado Rocamora, con 22 años, encaró la defensa de la estancia “El Retiro” con solo 20 personas ante un malón de no menos de 250 lanceros indios que felizmente cambiaron de rumbo. Sin embargo, ya había tenido muchos enfrentamientos anteriores.
Esta parte de la frontera, estaba ubicada entre el Fortín Mulitas hoy 25 de Mayo (fundado el 25/5/1831) y el cantón de Tapalqué (fundado en 11/1831), era una zona de gran inestabilidad así que José María Jurado, junto con José Portugués por Las Flores, y Nicasio Gómez y Dionisio Pereyra en representación de Saladillo, solicitan el 10 de diciembre de 1853 la creación de un Fortín, gestión aprobada por decreto el 29 de diciembre del mismo año, siendo ellos los miembros de la Primera Comisión Municipal.

ISIDRO Y JOSÉ MARÍA JURADO, FUNDADORES DEL FORTÍN “ESPERANZA”

En 1855, José María Jurado con otros estancieros, y tal como lo cuenta en su carta de 1881 de puño y letra y dirigida al Juez de Paz de General Alvear, cuatro comisionados encabezados por José Portugués dieron principio a hacer los fosos y edificar los cuarteles en febrero de 1854, acompañados de un piquete de artillería, realizando todo a sus expensas tal cual lo habían prometido al Gobierno.
En la carta, resume que en 1856 se encomendó la traza del pueblo que ellos habían solicitado por el Ingeniero Militar D Arboug, y que la Comisión encargada de la formación del Pueblo estaba compuesta por Isidro Jurado como Presidente, José Portugués y el comandante militar del fuerte, don Juan Agustín Noguera.
La presencia de Isidro y José María son constantes en los inicios del Pueblo. Isidro es adjudicatario en la primera repartición de chacras del Pueblo Esperanza, según nota firmada por el Comandante Juan Agustín Noguera del 28 de agosto de 1856 donde se le concedía según la foja N° 3 del Libro de Registro, el solar N° 34 del Pueblo Esperanza, los lotes 1, 2, 3 y 4 y las Quintas N° 5 y 6 al sud.

LOS JURADO EN LA CREACIÓN DE LA IGLESIA “SAN JOSÉ”

En una carta que se encuentra en la Casa de la Cultura “Melitón Ruiz”, José María Jurado cuenta que Noguera solicitó al Gobernador Pastor Obligado el dinero para la construcción de una Iglesia. Isidro Jurado como Presidente de la Comisión, recibe 10.000 pesos y le encomienda a su sobrino Pablo Jurado que lo depositara en el Banco de la Provincia de Buenos Aires pero, con la situación azarosa del país, se disolvió esa primera Comisión del Pueblo Esperanza y se postergó la construcción de la iglesia. En 1870, 14 años después, José María Jurado encuentra la libreta con el dinero que había ascendido a 21.636 pesos y lo deposita a su nombre.
En 1880, fecha de la carta, José María Jurado notifica que la suma ascendía ya 34.000 pesos advirtiendo a la Municipalidad que ese dinero estaba a su disposición pero “no hasta dar principio a los trabajos de construcción”, fundamentando esta petición en todo lo realizado y hecho en pro de la creación del Fortín y el Pueblo de General Alvear.

LOS JURADO EN BUENOS AIRES

En Buenos Aires, según el Censo de 1869, José María Jurado Rocamora de 38 años tenía su domicilio en la calle Esmeralda N° 210 donde vivía junto a su esposa María Francisca Obligado, de 26 años con sus hijos José Antonio, Nemesia y María Telésfora que es quién se casa con Alfredo Melitón Gándara, la señora que dona el terreno para la Escuela N°3 de "La Garita".
Para relacionar a esta familia con el status actual, podemos ver que según escritura N°242 realizada por el escribano Etchegaray de La Plata, el 17/09/1895 se realiza la división de condominio de la estancia “Las Dos Hermanas” de 8.500 hectáreas cuyas propietarias eran María Francisca Zelmira Jurado casada con Carlos Rojo y la Sra. María Telésfora Sixta Jurado casada el 18/11/1893 con el Dr. Alfredo Melitón Gándara. De esta última, es lo que surge hoy en día la estancia “El Altillo” actual y que a raíz de las sucesivas divisiones por sucesiones se ha ido reduciendo y, en algunos casos, vendiendo a personas fuera de la familia como ocurre en innumerables situaciones.
María Jurado de Gándara, quién donó el predio para la construcción de la escuela del Paraje La Garita, era nieta de José María Jurado, miembros de una familia que participó activamente en la historia de Tapalqué y General Alvear, habitando sus campos en tiempos difíciles y sirviéndose de sus conexiones para contribuir a su progreso, estancieros que fueron el “subsuelo histórico” tan poco difundido y reconocido en la historia de la provincia de Buenos Aires a pesar de ser el “fundamento económico y social” de la identidad bonaerense y argentina.

Esta nota fue redactada con la colaboración y aportes de Alfredo Gándara y publicada en el libro del 150° Aniversario del Partido de General Alvear.


"Campos de Alvear". Fuente: "José Portugués", Lis Solé.


Bibliografía:

  • -      Archivo de la Dirección General de Geodesia, Catastro y Tierras del Ministerio de Obras Públicas de la Provincia de Buenos Aires, pág.367, Pdo de Tapalqué. La Plata 1945.
  • -       Capdevila, Ramón Rafael. Tapalqué en la historia. Azul. 1963.
  • -      El arcón de la historia Argentina. Cronología Histórica Argentina (1492-1930).
  • -      Gándara, Alberto. La familia de Jurado en los orígenes de los Partidos de Tapalqué y General Alvear. Revista del Centenario de General Alvear. 1969.
  • -      Guzmán, Yuyú. La estancia colonial rioplatense. Editorial Claridad S.A. 2011.
  • -      Jurado, Alicia. Leguas de polvo y sueño. Editorial. Losada SA. Buenos Aires. 1964.
  • -       Lagos, Guillermo H. “Jurado y familias relacionadas; Obligado y Lynch”. Córdoba. República Argentina. 2003.
  • -       Puigdomenech, Jorge Alberto; Thill, José Pedro. Guardias, fuertes y fortines de la Frontera Sur. Historia, antecedentes y ubicación catastral. Tomo 1 y 2. Servicio Histórico del Ejército Argentino. Buenos Aires. 2003.
  • -      Solé, Lis. “Pueblo Esperanza, hoy General Alvear”. Diario El Tiempo. 01/09/2018.
  • Una estancia de viejo estilo en la que soplan aires de inspiración. Diario La Nación. Sección Economía. Campo, Septiembre de 2004.

Amores en El Quemado



Casco de la estancia "El Quemado". Gentileza Carlos Ardiles.
General Alvear, protagonista de historias olvidadas, de amantes perfectos, de caudillos, de historias que sorprenden. En la estancia “El Quemado”, Luisa Bacichi es esposa y amante… Esposa de Eugenio Cambaceres… Amante de Hipólito Yrigoyen.
“El Quemado” fue una estancia cobijo de personajes ilustres y amores extremos. Remonta su historia a 1830 siendo su primer propietario Teodoro Shuster, un agrimensor alemán que llegó al país para servir en el ejército de San Martín responsable de la planificación de la construcción de la ciudad de Junín en Buenos Aires y Federación en la provincia de Entre Ríos. Shuster vende la estancia a Pedro Sheridan y este a José Portugués, creador del “Puesto El Quemado” en épocas de malones, y que mantiene la estancia durante 25 años hasta que en 1867, se la vende a Antonio Cambaceres.

EL ESCRITOR Y POETA EUGENIO CAMBACERES
Eugenio Modesto de las Mercedes Cambaceres Alais
(
Buenos Aires1843 - Buenos Aires14 de junio de 1889)
 fue un 
abogado
escritor y político argentino.


Su hijo heredero Eugenio, destacado político y escritor conoce a Luisa Bacichi en 1876 en Buenos Aires. Luisa era una muy bella bailarina austríaca que acompaña a Cambaceres a París, donde nace su hija Eugenia Rufina alternando sus estadías entre el campo o su hermoso palacio en Buenos Aires, cita de reuniones y fiestas. No obstante sus aires citadinos, Eugenio pasa largas temporadas en la estancia describiendo en su libro “Sin rumbo”, costumbres y paisajes de “El Quemado” con una sencillez inigualable. Quiero imaginar que las palabras de Cambaceres se refieren al castillo de El Quemado cuando dice: “…se divisaba desde lo alto la tabla infinita de la pampa, reflejo verde del cielo azul, desamparada, sola, desnuda, espléndida, sacando su belleza, como la mujer, de su misma desnudez”. Eugenio representó al gobierno argentino en la histórica Exposición Universal de París de 1889, siendo uno de sus últimos actos públicos porque enfermo de tuberculosis, murió ese mismo año.

LUISA HEREDA “EL QUEMADO”

Luisa con su hija Rufina heredan “El Quemado” y ella, sin experiencia en cuestiones ganaderas se dio cuenta pronto que sería muy difícil conservar la propiedad heredada ya que la fortuna de los Cambaceres, se había transformado en hipotecas y deudas producto de la vida de viajes y derroche de su esposo. En la estancia vecina, conoce a Hipólito Yrigoyen quién se ofrece a elevar la producción y le alquila el campo, relación comercial que pronto se transforma en una larga relación amorosa que perduró hasta la muerte de Luisa en 1924.
"El Quemado". Foto gentileza Carlos "El Cabezón" Ardiles. 2012.
Luisa Bacichi, amante de Hipólito Yrigoyen.Luisa Bacichi nació el 11 de marzo de 1855 en Trieste,
por entonces perteneciente al Imperio de Austria.
Fue bautizada como Aloysia Stéphana, pero desde muy pequeña prefirió que la llamaran Luigia.
Sus padres, Lorenzo Bacichi y Aloysia Bonazza,
eran provenientes de la Isla de Brač, Milna (hoy Croacia). 

EL AMOR DE LUISA E HIPÓLITO YRIGOYEN

Si bien algunos historiadores afirman que el caudillo radical no amó a ninguna de sus mujeres, una verdadera pasión se evidencia entre Yrigoyen y Luisa que se refleja con la continuidad de más de 30 años de la pareja.
La vida en la estancia era sencilla; Luisa se ocupaba de todo y asistía a Yrigoyen y sus invitados como si fuera su legítima esposa. El historiador Gálvez declaró que esa relación y ese cariño eran un descanso para el Presidente argentino. Seguramente, como describía Cambaceres, “las puntas de vacas arrojando la nota alegre de sus colores vivos” o “las perdices que silbaban su canto triste y melancólico, los jilgueros y benteveos escondiéndose en los montes, el vaivén tumultuoso de la hacienda” no sensibilizaban a Yrigoyen que sólo buscaba en la estancia el aislamiento. Sin embargo, disfrutaba de sus estadías en la vieja estancia, la compañía de Luisa, la charla con la peonada y salir de caza recibiendo a diputados, senadores y dirigentes políticos que llegaban en tren para mantener reuniones con el caudillo.
Luisa Bacichi, 1916

Luisa amaba a Yrigoyen con toda su alma: cuando él entró a su vida, ella se retiró completamente del entorno mundano y social, y se consagró totalmente a su amante tanto en la casa del barrio de Barracas, muy cerca de la de Yrigoyen, como en la estancia.

LA RELACIÓN AMOROSA PRESENTE EN DICHOS Y REFRANES

En General Alvear y Saladillo, era por todos conocida la relación entre ambos, de tal manera que había dichos y refranes del truco que se referían a la pareja. Los viajes en coche tirado por caballos hasta la estación de Micheo para tomar el tren hacia Buenos Aires fueron, seguramente, innumerables… ¡Cuántas veces la mirada de Luisa se habrá extraviado en las curvas del arroyo Las Flores al cruzar el Puente de Fierro!
Para muchos historiadores, Luisa fue el gran amor de Yrigoyen. Ella falleció en 1924, cuando “el Peludo” ya había terminado su primera presidencia y soñaba con su regreso al sillón de Rivadavia. Sin embargo, Yrigoyen siguió viviendo en “El Quemado” hasta el 1927, cuando la estancia fue adquirida por Eduardo Maguire.
Como bien afirma Ernesto Quiroga Micheo, Luisa fue “la gran mujer que estuvo detrás de Yrigoyen y sus consejos y opiniones, seguramente fueron escuchados por el caudillo con gran atención pues en ella encontraría el remanso después de navegar en el torrentoso río de la política”.
Puente "El Quemado" en 2019.

Bibliografía:

-       CAMBACERES, EUGENIO. Sin Rumbo. 1885.
-       BALMACEDA, DANIEL. Romances turbulentos de la Historia Argentina. 2012.
-       DILLON, SUSANA. Secretas alcobas del poder. 2012.
-       QUIROGA MICHEO, ERNESTO. El campo donde habitaba “El Peludo”. Una estancia con historia. Revista Todo es Historia. N°318.
-       QUIROGA MICHEO, ERNESTO. Hipólito Yrigoyen en la cueva del peludo. Editorial Armerías. 2009.

jueves, 2 de abril de 2020

Estancia"9 de Julio" de José Portugués


Frente del casco de la estancia "9 de Julio" de José Portugués.

Hay estancias antiguas en General Alvear, pero sin dudas, la estancia “Nueve de Julio” supera a todas y no sólo por su antigüedad en la Patria Chica alvearense, sino por la importancia de su propietario, José Portugués, pieza clave en la fundación y crecimiento de General Alvear, así como en la historia de los distritos de Las Flores, Tapalqué y Saladillo.
Era tan importante su función en la vida del Pueblo, que el primer mapa del ejido de 1856, aparece claro y bien señalado un solo camino de llegada al Pueblo Esperanza y que es desde la estancia “Nueve de Julio”, traza que se repite en todos los mapas de la época, camino que estaría buenísimo tratar de encontrar y que coincidiría parcialmente con la actual Ruta 61.
Ya desde el empezar la historia es larga porque los documentos de la época, citan la estancia desde antes de 1840, en tierras arrendadas que a partir de 1839, pertenecieron al distrito de Las Flores, propiedades originales de los enfiteutas Pedro Sheridan y Manuel Rabago, épocas siempre peligrosas a pesar de los tratados de paz de Juan Manuel de Rosas con los pueblos originarios.
Hasta la llegada de Portugués (1806-1886), las tierras de Pedro Sheridan tenían una superficie de 11 leguas con frente al arroyo Las Flores limitando al norte con el mismo, al oeste con Juan Cascallares y al sur y al este con los campos de los Ortiz Basualdo. José Portugués las adquiere en sociedad con Juan Smith y la transforman en un “estancia de trabajo”.

UNA ESTANCIA FORTIFICADA

Como todas las estancias de la época, “Nueve de Julio” estaba dedicada a la cría de ganado, establecimiento autosuficiente en el medio de la pampa sin árboles, establecimiento rural que ofrecía trabajo y protección a sus habitantes tal como sucedió en el año 1859 cuando fue refugio del pueblo “Esperanza” y sede del Fortín del entonces comandante Juan Agustín Noguera.
Es que la estancia en sí misma era mucho mejor que un fortín: tenía su propio sistema de defensa cercada por un foso de dos metros de profundidad por tres de ancho en el perímetro de una manzana, y que ostentaba un alto mangrullo desde donde se divisaba el horizonte hacia todos los puntos cardinales aunque principalmente, hacia el oeste que era por donde entraron los malones que tantas veces atacaron la estancia.
El foso circundante, tal como la defensa contra inundaciones de General Alvear, hacía imposible el paso de la caballada como no fuera por el puente que se retiraba en circunstancias de peligro. Además, estaba defendido “por cinco piezas de artillería, cuatro cañones y una culebrina de más efecto que eficacia” (Volonté, 2013), como es fácil deducirlo. Los cañones, algunos de los cuales aún se encuentran en la estancia, eran del tipo de cargar por la boca y efectuado el disparo se introducía una baqueta en forma de escobillón para limpiar su interior de todo vestigio de fuego. La última invasión que puso en temores a esta parte de la campaña, ocurrió en 1877, un año antes de que Portugués la vendiera a Marcos Riglos, después de tanta perseverancia y sacrificios.

Cartel de chapón que preside el casco de la estancia
que desde 1876 pertenece a la familia Riglos.
Fotos gentileza Alfredo Gándara.
PRIMERA VENTA DE LA ESTANCIA. GRAN ESTAFA A PORTUGUÉS

Entremedio, en 1845, Portugués y Smith habían vendido la estancia a la sociedad de José Ortiz Basualdo y Federico Massot. Esta venta bien podría haber sido el causante de un cambio radical en la historia de General Alvear pero, por esas cosas de la vida o la historia, Basualdo y Massot no pagaron la hipoteca obligando a Portugués a comenzar un largo litigio que finaliza recién 14 años después, recuperando la titularidad de la tierra en 1859 (Navarro Viola, 1866).
La larga historia de la estancia que llega hasta hoy con su nombre primitivo pero con otros propietarios, tiene durante sus primeros 40 años una relación sumamente estrecha con la historia del pueblo. Comienza cuando con las gestiones de Juan Manuel de Rosas se pacifica la campaña y se crean los distritos de Las Flores, Saladillo y Tapalqué dentro de los cuales se encontraba Alvear. En ese contexto, Portugués llega e instala su estancia siendo pionero y ejemplo para otros por su osadía y audacia a pesar de los peligros reinantes.

ESTANCIA DE TRES DISTRITOS

Por su gran extensión y la inexistencia del partido de General Alvear, la estancia “Nueve de Julio” figura en los tres partidos originales y en General Alvear a partir de 1869. Por ejemplo, en 1867, el Sr. Solivaez en representación de don Vicente Amador y de la estancia “Nueve de Julio” de José Portugués, denuncia en Tapalqué al Sr. Don Pedro Quejilaver por haber sacado hacienda vacuna para Buenos Aires con la Marca 25, señal de Portugués en todos sus campos. Es así que Tapalqué, Las Flores, Saladillo y General Alvear son los cuatro distritos que conjugan su historia en la estancia de José Portugués.
La venta de la estancia en 1843 y la ida de Portugués, pudo cambiar la historia de la región, pero sucedió entonces que después de vender, pasaron más de dos años sin haber cobrado un peso de las 11 leguas cuadradas con todo lo plantado y construido. Portugués entonces, a la edad de 38 años, comienza un juicio con el que conviene, el 31 de octubre de 1845, recuperar la Estancia en el estado en que se halla y donde “según los inventarios últimamente formados, sólo existen 270 cabezas de ganado” renunciando “todos los derechos que hasta ahora han pretendido sobre animales orejanos que se dicen marcados por Basualdo con la marca de la Estancia Independencia”. (Libros Google, Navarro Viola, 1886, 21).
De los más de 400 folios de los que consta el juicio se desprenden características de la estancia y de su propietario que además, muestran las particularidades de los habitantes de nuestro campo desde 1840 a 1880… y también de los engaños y enredos que siempre existen en negociados y sociedades, traiciones y quebrantos que parecen no han mejorado a pesar de que han pasado ya casi 190 años.
Parte más antigua del caserón donde se aprecian los techos en azotea a los que se accede
por una escalera de fierro desde un patio interior de la casa.

CUANDO EL GANADO ERAN MILES

Cuando Portugués se reinstala en 1845, la estancia estaba totalmente desmantelada ya que se había vendido con 11.000 cabezas de ganado de las cuales quedaban sólo esas 270 nombradas y en lugar de las 6.000 ovejas, quedaban 2.257 y muchas deudas que obligaron a Portugués a vender “las valiosas propiedades de las calles Rivadavia y Victoria” en Buenos Aires (Libros Google, 13). Los abogados, después de la primera parte de tamaño juicio cobraron la suma de 500 cabezas de ganado a saber, 300 novillos de dos años y medio para arriba y 200 vacas de tres años para arriba a pagar a los 12 meses de su posesión, honorarios que se niegan a pagar la parte perdedora borroneando partes del contrato de venta. Tal como dice el abogado de Portugués en el juicio, tanto Massot como Basualdo, (peleados entre sí a estas alturas pero unidos en la intención de no pagar), se reunían “conformes y avenidos para despedazar la fortuna de Portugués ganada a la vista de todos, con el sudor de su rostro y no con trapacerías” (Navarro Viola, 1866).

RECONSTRUCCIÓN DE LA ESTANCIA

Portugués reinicia la actividad en la estancia haciéndose cargo tal como lo disponía la Transacción en su artículo N° 2, del pago de gastos y sueldos vencidos de los peones y capataces y los fletes realizados por el mayoral Garay que transportaba los frutos de la estancia hasta Buenos Aires. Autorizado por esta Transacción, el Juez de Paz de Las Flores, Mariano Díaz, permite a José Portugués que tome posesión de la propiedad que estaba “todo en ruina pues había desaparecido casi todo lo que antes tenía dicha Estancia”. En varias oportunidades, Portugués reitera que “únicamente se proponía que se le pagase su cuenta” y que “por no haber otro remedio, se conformó con quedarse con la estancia”.
Para beneficio del pueblo que aún no existía, Portugués se queda en General Alvear y continúa con tesón en el campo levantando nuevamente todo lo destruido y saqueado por Basualdo y Massot, tal como lo haría tantas veces después de las invasiones indias. Todo esto sucedía por los años 1845 y 1846 cuando pasa el viajero Mac Cann por el lugar y es recibido por sus dueños, quienes seguramente eran José Portugués y su esposa María de los Santos Requejo, los que “les brindaron un almuerzo inmejorable en el que no faltó café y otras cosas servidas a la manera europea” (Mac Cann, 1847).
Galería que da al norte donde se aprecia el señorial y antiguo porte.

A partir de 1845, Portugués y su socio trabajan denodadamente para “convertir las taperas en casas y el desierto en poblaciones y haciendas”. A partir de allí, hay un largo paréntesis de reconstrucción que se extiende desde 1846 hasta fines de 1856, o sea, hasta después de creado fortín y pueblo Esperanza, tiempo durante el cual, Portugués se hace cargo incluso de la “Estancia Independencia”, estancia alternativa creada por Basualdo para desmantelar “Nueve de Julio” y que “no dio ni para cubrir los gastos” (Navarro Viola, 1886, 28).
Con la inestabilidad de la frontera, Smith se va y vende su parte a Portugués que mantiene la misma marca de ganado desde 1839, el 25, señal que usó en todas sus propiedades aún fuera de “Nueve de Julio”, transferida el 7 de febrero de 1839 a Ramón Basualdo con motivo de la venta y vuelta a transferir el 29 de marzo de 1859” (p.40), existiendo la misma marca en los puestos “Angelita”, “San Miguel”, “Santa María” y “San Antonio” puestos que figuran en los mapas antiguos.

SE ACABA LA PAZ EN EL CAMPO

En 1853, los malones recrudecen, llevándose la hacienda y dejando muchos muertos y heridos. Su yerno, Manuel Venancio Paz de “los Carrizales” y fundador de la ciudad de Las Flores, es tomado prisionero por los indios (Genaro, 2012). Portugués entonces firma junto a otros estancieros, comerciantes y pulperos de Saladillo, Las Flores y Tapalqué un petitorio para que el Gobierno cree un fortín a sus expensas, ya cansados de los avances del indio por el oeste totalmente desguarnecido. Con la aprobación del Gobierno, José Portugués construye el fortín a sus expensas con 25 de sus peones acompañando al fortín y apoyando a sus comandantes y Guardias Nacionales y abasteciéndolo cada vez que era descuidado por el Gobierno que atendía otras causas políticas y “de estado”.

ESTANCIA SEDE DEL FORTÍN ESPERANZA.

En 1859, después de la invasión de Olivenza e incendio del Pueblo Esperanza, la estancia “Nueve de Julio” es sede de Pueblo y Fortín y desde allí, Juan Agustín Noguera escribe cartas sobre la difícil situación de la campaña en esos momentos. Desde 1866 a 1873, la estancia cada vez es más extensa ya que Portugués compra al Superior Gobierno sobrantes de campo lindantes completando las 26.000 hectáreas teniendo en 1878, 17.600 vacunos, 20.500 lanares y 100 yeguarizos.

Tanto y mucho más para contar de esta estancia en épocas de grandes cambios para Alvear y Buenos Aires. La estancia “Nueve de Julio” fue y es una estancia de trabajo, fue una estancia fortificada, fue sede del Fortín Esperanza, bastión y pionera en la construcción de la identidad alvearense.


Realmente, y tal como afirma Ramón Capdevila fue una estancia baluarte, centro de actividades económicas y sociales y su propietario, don José Portugués, guía y ejemplo de trabajo y estoicidad, fuente y generador de cambio del Pueblo y siendo con justicia, parte fundamental del pasado heroico de General Alvear.




FOTO: La imagen corresponde al ejido del Pueblo Esperanza en 1856. Del centro del pueblo se ve perfectamente dibujado el camino hacia la Estancia Nueve de Julio (hacia el Noreste).
Valerie Brownie de Gándara (a la iquierda) con Lis Solé
recorriendo el amplísimo parque que rodea a la estancia.

Nota: José Portugués nace en Buenos Aires en 1806 y fallece en 1886 sin descendencia, dejando como Heredero Universal de su fortuna a la Sociedad de Caridad San Vicente de Paúl después de la expresa donación a otras 44 instituciones benéficas de salud, educación o religiosas.