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lunes, 13 de abril de 2020

La herrería de Neuville


Enllantadero en lo de Neuville. 
El primero de la izquierda es Camilo “Chingo” Neuville, al lado Enrique Neuville, 
el de camisa blanca un empleado y el que está sosteniendo la madera sobre la maza 
es Juan “Macho” Ignacio Neuville. 


En épocas de trabajo manual, las herrerías y aserraderos eran muy importantes en el campo. Había herrerías en casi todas las estancias para arreglar todo tipo de herramientas. También las había en el pueblo. Tal es el caso de la Herrería Aserradero de los Neuville. El Taller, situado en la esquina de Alem y Lavalle, hoy la frutería de los hermanos Pardo, estuvo primero a nombre de Remigia Caminos de Neuville quedando a cargo de ella a partir de 1925 cuando fallece su marido. Fue construida por Juan Neuville, francés que llegó antes del 1900 a Buenos Aires a trabajar en una fábrica de carros para pasar después a Saladillo y quedándose definitivamente en Alvear junto a su familia.

Tuvo ocho hijos: Camilo, Carlos, Alcira (casada con Marino), Tita (casada con Severino), Victoria N. de Sabbattini, “Chola” N. de Illescas, Juana, casada con Molino y Enrique Neuville, todos vecinos de General Alvear con gran descendencia.

TALLER DE AVANZADA PARA LA ÉPOCA

Neuville falleció en 1924.
El Taller tenía lo más avanzado en tecnología para la época: sierra sin fin, motor a explosión, máquinas, y por supuesto la bigornia, la fragua, la agujereadora, sierra y herramientas. Era un galpón grande, con ventanales y puertas para aprovechar al máximo la luz del día, en épocas que no había electricidad. Al fondo, detrás de la gran chimenea de la fragua había un parahumo para evitar que el recinto se llenara de humo que no permitiera trabajar. Llegó a tener más de veinte empleados de distintas especialidades: pintura, enllantada, aserradero, herrero, etc.
Además del portón del frente y otro que daba sobre la calle Alem, había uno grande que daba al patio, terreno baldío donde estaba el enllantadero. Ahí, en un monte de frutales, esperaban turnos las chatas con sus dueños que venía a enllantar las ruedas. Acampaban debajo de los carros poniendo unas lonas que colgaban abajo, o dormían arriba, entre la carga. Otros dejaban el carro y se iban, pero las colas solían llegar hasta la calle 25 de Mayo a veces en larga hilera de casi tres cuadras.  En la herrería se arreglaban las llantas, se picaban rejas, se hacían las camas, arreglaban herramientas de todo tipo… Carretillas, carros, breques, palas… lo que viniera.
Cuando todavía no había soldadora eléctrica se usaba la caldia para soldar con la fragua. La caldia era como una planchuela que adentro tenía una trama metálica que se llevaban a punto de fundición y luego se moldeaban a martillazos. Los empleados siempre usaban delantales de cuero para evitar las quemaduras de la fragua o el calor del enllantadero.

LOS HERMANOS NEUVILLE EN EL ENLLANTADERO

En la foto se ven a los hermanos Neuville en 1935 en el enllantadero. Atrás, un carro que parece una jardinera grande. El primero de la izquierda es Camilo “Chingo” Neuville, al lado Enrique Neuville, el de camisa blanca un empleado y el que está sosteniendo la madera sobre la maza es Juan “Macho” Ignacio Neuville. En el suelo, una maza sin la bocina, que es la que va afuera, como la que se ve en la rueda del carro. En primer plano, la leña preparada para enllantar. Debían ser todas del mismo largo y se apoyaban de adentro y de afuera de la llanta. Abajo se colocaban unos ladrillos para que entrar el aire y avivara el fuego. No era muy lento porque el calor era tal que rápidamente se calentaba el fierro. El resplandor quemaba hasta las plantas y la tierra era polvo calcinado. Trabajo rudo, de muchas horas y peligroso… Hay tanto para hablar del obrar de los herreros…
Todos de luto por el fallecimiento del padre en 1924.
Remigia Arcurio de Neuville el 7 de marzo de 1926 con todos sus hijos en la casa familiar de General Alvear.
de izquierda a derecha son Canilo Neuville, Carlos Remigio (nacido en 1920), Alcira Neuville de marino,
 "Tita" Neuville de Severino, Victoria Neuville de Sabbattini, 
"Chola" Neuville de Illescas (madre de Atilio Illescas), la abuela Remigia Caminos de Neuville, 
Juana Neuville de Molino y Enrique Neuville. Año 1926.

Las ruedas enllantadas de los Neuville duraban hasta quince años. Era un desafío para ellos que los arreglos no vinieran más y que duraran mucho tiempo. No eran comerciantes, no hacían un buen trabajo para cobrar más o un mal trabajo para que volvieran pronto… Ir al Taller de los Neuville suponía la seguridad, la excelencia y la garantía de confianza. Era el orgullo de hacer las cosas bien, cualidad inapreciable y casi inentendible en el mundo de hoy: la satisfacción del trabajo bien hecho.





Taller "El aserradero" de Neuville situado en Alem y Lavalle. 
La herrería aparece en los libros más antiguos a nombre de "Remigia C. de Neuville" 
y después a nombre de "Remigia C., viuda de Neuville". Circa 1935. Foto Gentileza Carlos Neuville.

Agradecimientos: 
Agradezco a la gente de Alvear por compartir sus fotos y recuerdos con tanta nostalgia y sencillez y principalmente a Carlos Neuville.

jueves, 26 de marzo de 2020

Sodería Fittipaldi


Cajón  de madera de la Sodería Fittipaldi con sifón de vidrio con leyenda punzonada que dice "Fábrica de soda F.A. Fittipaldi".

Hay negocios alvearenses que han perdurado en el tiempo manteniendo las puertas abiertas y siendo por su misma permanencia, íconos en la historia del pueblo como es el caso de la “Sodería Fittipaldi”, empresa familiar de más de 120 años de antigüedad y que enlaza el crecimiento y progreso del pueblo, la vida familiar y social porque: ¿Quién no tomó soda en sifón, o un buen vaso de Coca Cola o Cerveza fría comprados en lo de Fittipaldi?
La Sodería se abrió en 1897 y desde 1905, es representante de la Cervecería Quilmes y la Coca Cola, proveyendo al pueblo por más de 100 años y en vigencia con el nombre de “Distribuidora Fittipaldi” a cargo de Edith Beatriz Fittipaldi de Márquez.

COMIENZA LA HISTORIA EN 1897. FRANCISCO FITTIPALDI

La historia de la Sodería comienza en Italia en 1875, cuando Francisco Antonio Fittipaldi llega a la Argentina junto a sus padres y su hermana Rosa instalándose primero en Tapalqué para venir a General Alvear ya casado con Amelia J. Rodríguez y con una futura y larga prole bien italiana de nueve hijos: Vicente Antonio, Juan María, Ambrosio, Cristina, Floro, María Angélica, Mateo Ernesto, Onofrio Raúl y Carlos Alberto Fittipaldi.
En 1897, funda la primera fábrica de refrescos y soda en Alvear en la esquina de Carlos Pellegrini y Roque Pérez donde venden la Naranja Biltz y fabrican “el refresco de la bolita”, una bebida que se elaboraba con jarabe, ácido líquido, esencia de naranja o limón y agua de azahar.
En 1905, cuando Francisco obtiene la concesión de la Cerveza Quilmes, se instala en la tradicional esquina de Carlos Pellegrini y Lavalle vendiendo los populares Vinos de Mendoza de las Bodegas Giol y Dumit y el dulce vino de San Juan de la Bodega El Globo.

Empresario con todas las letras, pronto amplía el ramo elaborando grandes barras de hielo tan necesarias para enfriar las bebidas pero también lavandina, velas, jabón y… ¡líquido insecticida! Su espíritu progresista y laborioso no descansa y agrega cada día una novedad para el floreciente General Alvear de las primeras décadas del 1900, siendo uno de los primeros depositantes de la Sucursal Banco de la Provincia de Buenos Aires cuando se abrió en 1912.
La Empresa familiar crece, y tal como figuran en boletas de 1916 a 1921 hacían pozos semisurgentes, vendían arena, cal y piedras para cordón, cuadrada, martelina, adoquines, umbrales de todas dimensiones, cal viva de Sierras Bayas y de Loma Negra, como así también tejidos de alambre, y además, son mayoristas de Frigoríficos SWIFF, Harinas La Blanca y Armour, lácteos de Melano y Pettiggiani entre otras mercaderías aunque siempre manteniendo la fabricación de soda y venta de bebidas.

PROVEEDORES YA AMIGOS

La Sodería se ampliaba constantemente aumentando la cantidad de tubos de ácido carbónico con el que se gasificaba la soda, gran cantidad de cajones y sifones que proveía la Empresa de Eduardo Santambrigio y uno de los hijos de Francisco, Vicente Antonio, será el responsable durante muchos años de la Contaduría.
Hubo empresas que comercializaban con los Fittipaldi trascendiendo generaciones y una de ellas, es la empresa Eduardo Mortz al que le adquieren el gasómetro y un pie simple para la llenadora de sifones reflejándose en los libros y los negocios con otras empresas minoristas como las de Pedro Nomdedeu de “Casa Nomdedeu”, Manuel Díaz Arias de “La Vencedora”, Evaristo Ortiz de “Cas Ortiz” y Antonio Pessotano.
El hielo era muy usado en esa época para la refrigeración y conservación de los alimentos y se transportaban las pesadas y frías barras al hombro colocándose en bateas para enfriar las botellas o mantener la carne. El agua, material esencial de la Sodería y fábrica de hielo, se extraía con un alto molino que estaba ubicado en el predio del Prado Español y a partir de 1942, del terreno de su propiedad ubicado en la Av. Perón y Monti lugar donde constantemente entraban y salían los carros de reparto tirados por caballos.
Hasta 1956 los cajones fueron de madera. Desde 1957 a 1959 no han quedado sifones y los cajones son de alambre. En ese período la fábrica estaba a nombre de Adelina Iocco de Fittipaldi.
El sifón con cabeza de plástico fue incorporado en 1975 hasta su venta en 1984; siempre fue con cajón de alambre.
En 1984, después de su venta a la firma Giavino y Tortelli el sifón lleva malla de plástico y cajón de alambre.Con Mario Álvarez la Soda Fittipaldi usa sifón de plástico con cajón también de plástico.


FALLECE FRANCISCO FITTIPALDI

Al fallecer Francisco Fittipaldi, en 1947, se hace cargo de la Sodería su hijo Floro que la compra a la Sucesión el 20 de Octubre de 1949, con todas sus instalaciones e implementos y junto a su hermano Juan María Fittipaldi y su sobrino Níver César Pinciroli, conforman la sociedad. Níver, en ese entonces de 17 años y proveniente de Lobos, llega por “tres meses para probar” quedándose en el negocio por 65 años.
Al hacerse cargo del negocio Floro Fittipaldi, -que se había casado con Adelina Iocco el 6 de abril de 1911-, se realiza en el Libro Inventario, una prolija descripción ordenando tal como lo hacía su padre las “Mercaderías, Muebles y Útiles e Instalaciones, Maquinarias, Herramientas, Envases y Semovientes”.
En una lista larga de “Muebles y Útiles” llama la atención la existencia de un tanque para hacer lavandina de 1.000 litros, tanques de hierro galvanizado de 500 y mil litros “de éter”, una máquina de hacer jabón y encorchar botellas. Para la fabricación de la soda, la fábrica contaba con un pie llenador tapa corona, una saturadora Nº 1, 4 tubos nivel de agua máquina saturadora y una saturadora “Geret” semicontinua con un gasómetro para llenar los sifones y un pie llenador de sifones, robinete del pie llenador de sifones, un motor “Petter” 8hp, motor “Aster” 5hp a nafta y un motor eléctrico.

MÁS DE 2.000 SIFONES

Para esa época, la Sodería ya poseía 2.000 sifones, 40 cajones para 12 sifones de ¾, 30 cajones para 6 sifones de ¾ realizando venta mayorista en el local o distribución puerta a puerta, acción que hacían los repartidores José Molina y J. M. Pichirilo en dos jardineras tiradas por caballos y más modernos, con un pequeño tractorcito con acoplado siendo Carlitos A. Díaz el último que hizo el reparto en ese tractor.
Sifón de vidrio con cabeza de plástico
 de "Sucesores de Floro Fittipaldi".
Fotos de sifones
gentileza Guillermina Pinciroli.
  


FALLECIMIENTO DE FLORO

En el año 1953, se retira de la Sociedad Juan María Fittipaldi y Floro fallece repentinamente el 8 de Marzo de 1956 a los 47 años. En el diario local El Independiente del 11 de mayo de 1956, el Club Unión Empleados de Comercio publica que el pueblo de Alvear, “pierde con su desaparición, uno de sus más entusiastas colaboradores”, ya que fue socio fundador, y desempeñó el cargo de presidente de la Comisión Directiva. Las Autoridades del Club destacan que ha sido un “...prestigioso hombre vinculado al comercio e instituciones sociales y deportivas de nuestro pueblo” y que “su desaparición ha conmovido profundamente” a la sociedad alvearense.
Sin Floro, la Empresa continúa a nombre de su viuda Adelina Iocco, su hija Edith Fittipaldi y Níver Pinciroli trayendo toda clase de bebidas: vino moscato y sidra “Pángaro”, “Indian Tonic Biltz”, “ Naranja Bilz”, Cinzano, Hesperidina, Cogñac “Emperador”, “Tres Plumas”, ”O. Dupuy,” ginebra “Bols”,Caña “Legui”, “Garufa”, “Que Paisano”, “Pecho Colorado”, Caña Quemada “Chissotti”, Anís “Ocho Hermanos”, Grappa “La Mendocina”, licor Pantón, granadina, Naranja “Neuss”, distintas marcas de whisky y vinos.
¡Quién diría de tantas bebidas y productos que han sido distribuidos por años por la Casa Fittipaldi! En 1958, anexan la venta de mercaderías al por mayor así que fue necesario la construcción de un depósito en la calle Lavalle incorporando el Fernet “Visconti”, laGrappa con miel “Firpo”, el guindado ”Alto Valle”, los aperitivos “Pineral”, “Bitter Padilla” y naranja “Sacic”, el vino oporto “Pángaro”, las preciadas petacas de Whisky “O. Smuggler” y también sal fina, pasas de uva, paté de foie “Swiff”, caramelos y pastillas “Renomé”, café Orquídea, caramelos “Mariló”, jabón “Magistral”, tarros de flit, galletitas “Bésame” y “Manón” de Terrabusi, harina “Blancaflor” y aceite “Cocinero”.

BEBIDAS DE TODAS CLASES

¡Cuántos recuerdan a Rodolfo Bruno, chofer del camión Fargo Diesel del 62! Él trae en interminables viajes a Buenos Aires los vinos “Donati y Zumuva” y la Yerba “Flor de Lis” y a partir de 1963, la Naranja “Crush”, la Cascarilla, el aperitivo “Xerez Quina Ruiz”, el agua tónica “Cunnington” entre tantos otros productos. En 1965 distribuían los vinos Fragata, Cuyo, Carrodilla, Trapiche, Pico Rojo, Termidor, Grenier, Sidra Real, cerveza Bieckert y agua mineral Villavicencio además de los diferentes vinos que se traían en botellas ¾ y damajuanas de 5 y 10 litros.
En el inventario de 1970, el parque automotor ya no es un solo un “sulky con aperos” sino que se han incorporado un camión Dodge DP 500, una camioneta Dodge, un camión Bedford con acoplado Koller, y un camión Mercedes Benz 1114 abriéndose La Ferretería con venta de repuestos para el automotor.
En 1971, la empresa adquiere un acoplado Lamopi y en el año siguiente una camioneta Chevrolet pintada de roja por ser distribuidores de Coca Cola, camionetas que todos recuerdan pasar haciendo el reparto aún después de cambiar de dueño.
Adelina Iocco fallece pero la Sodería queda en la familia hasta que, en 1984, se vende la Fábrica de Soda a los Sres. Carlos Giavino y Juan Carlos Tortelli, conformada por la totalidad de los sifones que se encuentran en existencia con la marca Soda Fittipaldi y las maquinarias siendo sus empleados Pedro Giavino, Carlos José Ortiz y Mario "Clavito" Álvarez.

SIGUEN EDITH Y NÍVER

Níver y Edith continúan al frente de la Casa Fittipaldi hasta el año 2008, con la distribución de vinos, gaseosas, agua mineral, cerveza Quilmes, jugos, y la ferretería y anexos que a partir de esa fecha, disuelta la Sociedad con Níver, continúa a cargo de Edith Fittipaldi y su hijo Germán Márquez.
¡Quién diría tantas bebidas y productos que han sido distribuidos por años por la Casa Fittipaldi! ¡Cómo no recordar el golpeteo de los cajones al bajarlos en cada casa y el grito del sodero y el entrechocar de los sifones de vidrio! ¡Cómo olvidar las corridas a lo de Fittipaldi para encargar las bebidas para bailes y encuentros!
Casi sin slogan, la Casa Fittipaldi ha estado siempre junto al Pueblo con responsabilidad, acompañándolo en las Fiestas y en las mesas de cada día. Casa Fittipaldi, la empresa que desde hace 122 años, sigue presente en la historia del Pueblo.


 Sodería Fittipaldi con el carrito distribuidor donde se lee "Quilmes". A la derecha: Edith Fittipaldi con su hijo Germán Márquez junto a uno de los camioncitos distribuidores.

EMPLEADOS DE LA SODERÍA FITTIPALDI
Si bien algunos nombres se han perdido, en los libros de empleados de la Firma  figuran las siguientes personas: José Derqui, Moreno; Tabernia; Porta; Vicente Antonio, Juan María, Floro, Mateo Ernesto y Onofrio Fittipaldi; José Molina; J. M. Pichirilo; Pedro Pascual Del Valle; José Miguel Leiva; Raúl Oscar Puccitelli; Félix Nicolás Mangudo; Andrés Oscar Zamudio; Rodolfo Domingo Bruno; Alberto Oscar Fregeiro; Ernesto Oscar Garrocho; Carlos Alberto Díaz; Raúl Oscar González; Ernesto “Bumbún” Escande; Roberto Ermando Posse; Jorge Omar Villarruel; Ramón Gabriel Córdoba; Luis Antonio Zuazúa; Rubén Roberto Fernández; Carlos José Ortiz; Ricardo Ismael Suárez; Blas Macedonio Aguirre; Jorge Abelardo Almendros; Eduardo Rubén Cañas; José Luis Deleris; Osvaldo y “Filucho” Mangudo; Alejandro Ignacio Adorno; Manuel Ángel Burgos; Enrique "Negro" Ardiles; Mario Peralta y Héctor Martínez.

Frente del Banco Provincia original. A la izquierda, Ambrosio Fittipaldi en su carro de la sodería.
Foto gentileza Luis Fittipaldi.

NOTA: Este artículo se hizo realidad gracias a la colaboración de la familia Fittipaldi y el aporte de datos de María Guillermina Pinciroli.

Fuentes:

1. Llantada de Márquez, María Isabel. Fortín Esperanza, Hoy General Alvear. Apuntes para su historia. Editorial Hobby C. e I, Edición 1969.
2. Archivo Privado “Casa Fittipaldi”. Libros contables: Libros Inventarios Nº 1,2 y 3, Libros Diario Nº 1,2 y 3, Registro de Empleados, Libro Mayor N.º 1, 2 y 3 desde 1931 en adelante.
3. Diario El Independiente. 11 de marzo de 1956.
4. Archivo de la Sociedad Española.
5. Sucesores de Floro Fittipaldi, 108 años de servicios. Diario la Mañana. 11 de febrero de 2004. Página 9.