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Casco de la estancia "El Quemado". Gentileza Carlos Ardiles. |
General
Alvear, protagonista de historias olvidadas, de amantes perfectos, de
caudillos, de historias que sorprenden. En la estancia “El Quemado”, Luisa
Bacichi es esposa y amante… Esposa de Eugenio Cambaceres… Amante de Hipólito Yrigoyen.
“El
Quemado” fue una estancia cobijo de personajes ilustres y amores extremos. Remonta
su historia a 1830 siendo su primer propietario Teodoro Shuster, un agrimensor
alemán que llegó al país para servir en el ejército de San Martín responsable
de la planificación de la construcción de la ciudad de Junín en Buenos Aires y
Federación en la provincia de Entre Ríos. Shuster vende la estancia a Pedro
Sheridan y este a José Portugués, creador del “Puesto El Quemado” en épocas de
malones, y que mantiene la estancia durante 25 años hasta que en 1867, se la
vende a Antonio Cambaceres.
EL
ESCRITOR Y POETA EUGENIO CAMBACERES
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Eugenio Modesto de las Mercedes Cambaceres Alais (Buenos Aires, 1843 - Buenos Aires, 14 de junio de 1889) fue un abogado, escritor y político argentino. |
Su hijo heredero Eugenio, destacado político y escritor
conoce a Luisa Bacichi en 1876 en Buenos Aires. Luisa era una muy bella bailarina
austríaca que acompaña a Cambaceres a París, donde nace su hija Eugenia Rufina
alternando sus estadías entre el campo o su hermoso palacio en Buenos Aires,
cita de reuniones y fiestas. No obstante sus aires citadinos, Eugenio pasa
largas temporadas en la estancia describiendo en su libro “Sin rumbo”, costumbres
y paisajes de “El Quemado” con una sencillez inigualable. Quiero imaginar que
las palabras de Cambaceres se refieren al castillo de El Quemado cuando dice: “…se
divisaba desde lo alto la tabla infinita de la pampa, reflejo verde del cielo
azul, desamparada, sola, desnuda, espléndida, sacando su belleza, como la
mujer, de su misma desnudez”. Eugenio representó al gobierno argentino en
la histórica Exposición Universal de París de 1889, siendo uno de sus últimos
actos públicos porque enfermo de tuberculosis, murió ese mismo año.
LUISA HEREDA “EL QUEMADO”
Luisa con su hija Rufina heredan “El Quemado” y ella, sin
experiencia en cuestiones ganaderas se dio cuenta pronto que sería muy difícil
conservar la propiedad heredada ya que la fortuna de los Cambaceres, se había
transformado en hipotecas y deudas producto de la vida de viajes y derroche de
su esposo. En la estancia vecina, conoce a Hipólito Yrigoyen quién se ofrece a
elevar la producción y le alquila el campo, relación comercial que pronto se
transforma en una larga relación amorosa que perduró hasta la muerte de Luisa
en 1924.
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"El Quemado". Foto gentileza Carlos "El Cabezón" Ardiles. 2012. |
EL AMOR DE LUISA E HIPÓLITO YRIGOYEN
Si bien algunos historiadores afirman que el caudillo
radical no amó a ninguna de sus mujeres, una verdadera pasión se evidencia entre
Yrigoyen y Luisa que se refleja con la continuidad de más de 30 años de la
pareja.
La vida en la estancia era sencilla; Luisa se ocupaba de
todo y asistía a Yrigoyen y sus invitados como si fuera su legítima esposa. El
historiador Gálvez declaró que esa relación y ese cariño eran un descanso para
el Presidente argentino. Seguramente, como describía Cambaceres, “las puntas de vacas arrojando la nota
alegre de sus colores vivos” o “las
perdices que silbaban su canto triste y melancólico, los jilgueros y benteveos
escondiéndose en los montes, el vaivén tumultuoso de la hacienda” no
sensibilizaban a Yrigoyen que sólo buscaba en la estancia el aislamiento. Sin
embargo, disfrutaba de sus estadías en la vieja
estancia, la compañía de Luisa, la charla con la peonada y salir de caza
recibiendo a diputados, senadores y dirigentes políticos que llegaban en tren para
mantener reuniones con el caudillo.
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Luisa Bacichi, 1916 |
Luisa amaba a Yrigoyen con toda su alma: cuando él entró a
su vida, ella se retiró completamente del entorno mundano y social, y se
consagró totalmente a su amante tanto en la casa del barrio de Barracas, muy
cerca de la de Yrigoyen, como en la estancia.
LA RELACIÓN AMOROSA PRESENTE EN DICHOS Y REFRANES
En General Alvear y Saladillo, era por todos conocida la
relación entre ambos, de tal manera que había dichos y refranes del truco que
se referían a la pareja. Los viajes en coche tirado por caballos hasta la
estación de Micheo para tomar el tren hacia Buenos Aires fueron, seguramente, innumerables…
¡Cuántas veces la mirada de Luisa se habrá extraviado en las curvas del arroyo
Las Flores al cruzar el Puente de Fierro!
Para muchos
historiadores, Luisa fue el gran amor de Yrigoyen. Ella falleció en 1924,
cuando “el Peludo” ya había terminado su primera presidencia y soñaba con su
regreso al sillón de Rivadavia. Sin embargo, Yrigoyen siguió viviendo en “El
Quemado” hasta el 1927, cuando la estancia fue adquirida por Eduardo Maguire.
Como bien afirma
Ernesto Quiroga Micheo, Luisa fue “la gran
mujer que estuvo detrás de Yrigoyen y sus consejos y opiniones, seguramente
fueron escuchados por el caudillo con gran atención pues en ella encontraría el
remanso después de navegar en el torrentoso río de la política”.
Bibliografía:
- CAMBACERES,
EUGENIO. Sin Rumbo. 1885.
- BALMACEDA,
DANIEL. Romances turbulentos de la Historia Argentina. 2012.
- DILLON,
SUSANA. Secretas alcobas del poder. 2012.
- QUIROGA
MICHEO, ERNESTO. El campo donde habitaba “El Peludo”. Una estancia con
historia. Revista Todo es Historia. N°318.
- QUIROGA
MICHEO, ERNESTO. Hipólito Yrigoyen en la cueva del peludo. Editorial Armerías.
2009.