Calle Piñero entre Bernardo de Irigoyen y San Martín. Año 2013.
Sólo
la palabra BARRIO ya nos hace caer una lágrima. El barrio es nuestra raíz, la
patria diminuta donde se escriben las páginas de vida de todos los vecinos que
nos ayudan a vivir. Sus nombres aparecen de por ahí nomás: de sus calles, de
sus casas, de los boliches, de las personas, de su paisaje… Los nombres originales
parecen extraviarse en el tiempo pero algunos están aún guardados en los recuerdos
de los memoriosos.
El
Barrio “Los Eucaliptos”, o “luncalito” como dice mi gente, está al sur y es el
más grande del pueblo de General Alvear. Cubre la superficie de unas 18
manzanas entre las calles Belgrano, Piñero, San Martín y Nueve de Julio en la prolongación
al costado de las vías. Generalmente los barrios “de antes” no son fácilmente
delimitables, y una cuadra más o menos no significa mucho, por eso muchos lo
extienden hasta la calle Hernández, pero esa era sección chacras y casi
despobladas, no eran parte del barrio quizás porque en un la fundación de
Alvear, allí estaba el Cementerio.
LOS BULEVARES DE EUCALIPTOS QUE YA NO EXISTEN
Si
bien en casi toda la zona había eucaliptos, lo más grandes eran los que
formaban el boulevard que comenzaba en la avenida Belgrano sobre la calle
Cayetano Rodríguez (hoy Intendente Monti). Los árboles eran gigantes: los
vecinos cuentan que no podían abrazarse entre dos, y seguían en boulevard hasta
la calle Piñero donde doblaba hacia la avenida San Martín. En esa esquina
estaba la casa de López Colatto, el papá de Lopecito, el peluquero actual
propiedad de la familia Labourdette. Enfrente al monte, al lado de los galpones
del Vasco Nápole, vivía doña Ramona Salguero y más allá, el arriero Felipe “el
Pampa” Villafañe.
Los
grandes árboles que por su tamaño superan los 100 años, estaban sobre la quinta de Sabino Salcedo,
entre Pellegrini y Monti, por donde los vecinos habían hecho por los años 60, una
linda canchita de fútbol donde entrenaba el equipo del barrio. Sin escuela en
un principio, los chicos de hace 50 y pico de años iban al Colegio de Hermanas,
a la Escuela Nº 1 o a Villa Belgrano cuando se abrió la Escuela N°14. Entre los
vecinos más antiguos está Rosa Sierra que vivía con su familia en Piñeyro y
Monti, al lado los Palomeque; Isidoro Almendros en Irigoyen y Gutiérrez donde
aún vive “Porota” Almendros; los Ceballos; la familia de Carlos Fossa; los
Giménez; los Albano; la familia de Augusto Torres; la quinta de Pacho en la Avenida
9 de Julio; los Aranzábal y los Capra sobre la avenida Belgrano.
La
despensa de Bernardi supo ser la entrada al Barrio, justo en la esquina de Belgrano
e Irigoyen y en la otra esquina, en San Martín y Belgrano, estaba el boliche del
“Turco” Abraham”, ex gomería el “Guelo” Albo y actual Casa Silvia. Al lado, la
familia Colatto que siempre hacían quinta y muchos recuerdan al viejito
sembrando papas con azada y pala. La
familia García Vairo vivía en la manzana que da a la calle San Martín y se
distinguía por las altas casuarinas, la hilera de plátanos y una gran palmera
en la esquina; una de sus hijas, Elsa García, dona un lote a la Iglesia Católica
y es allí donde se construye la Capilla Nuestra Señora de la Paz, Capilla de
reunión de todo el Barrio Los Eucaliptos y Villa Barreiro.
ENTRADA DEL PRIMER CEMENTERIO DEL PUEBLO
Enfrente
del barrio, lugar donde estuvo el primer Cementerio, está la quinta de
Villamarín y cruzando la calle, la chacra del chatero Casquero que llevaba la
mercadería del tren al Correo; de lo de Casquero hasta la vía, la quinta de
Rossi (hoy Cordido), una zona que siempre se inundaba formando tres lagunas
grandes que se comunicaban cuando había muchas lluvias y llenaba las calles
Vicente López y Monti.
La
quinta de “Savorido”, era de los padres de Bienvenido Vicente, y allí está el
Barrio Roca o Quinta N°65 con una laguna en el centro y una bomba de mano sobre
una lomita que estuvo hasta hace poco y ahí, lugar donde Bienvenido Vicente
tenía su jabonería, o la “grasería” como le decían los chicos que ya están viejos
o no tanto y que nunca van a olvidar sus correrías.
Barrio
de eucaliptos añosos que quizás fueron el camino al primer Cementerio de
General Alvear. Barrio de sueños de otras vidas, sueños de progreso y
crecimiento que determinaron la muerte de esos grandes árboles. Quedan pocos,
muy podados, pero que con su sombra evocan y remiten a tiempos añorados. Así es,
no es un nombre “de puro compadritos nomás”, es desde hace más de cien años, “Barrio
Los Eucaliptos”.