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domingo, 22 de marzo de 2020

Colonia "El Fortín" de General Alvear, hoy Colonia "Fortín Esperanza"


Colonia “El Fortín” de General Alvear 1939. Foto gentileza del Sr. “Monchi” Porta y Sra.

UNA FOTO HISTÓRICA

    Cuando aparece una imagen como esta es difícil sustraerse al encanto. No hace mucho andaba por el pueblo buscando una foto de la Colonia San Salvador del Valle y así llegué a ésta. La recibí casi con desilusión porque no era lo que yo esperaba. ¡No conocía a nadie! Pero debajo se leía “Colonia El Fortín G. Alvear 1939”, así que supuse que eran colonos de la Colonia Fortín Esperanza, de mi Colonia, donde yo nací.

    No coincidía el nombre porque se leía bien claramente “Colonia El Fortín” pero supuse que quizás el fotógrafo apurado y falto de espacio podría haberlo omitido. Al otro día, fui a visitar a mi vecina Polola Martínez de Wallace quién reconoció inmediatamente a su papá Victoriano Martínez adjudicado con el lote N° 10 en 1939.

A TRATAR DE IDENTIFICAR PERSONAS…

    Así que salí a recorrer otras vecinas de la Colonia: Magdalena Pérez de Zappacosta (Lote 3 D), Isolina Restagno de Pérez (Lote 3 C) y la “Negra” Capra (Lote 7) todas hijas de Colonos que me ayudaron a identificar a sus padres y demás personas de la imagen. De izquierda a derecha se ven a Eusebio Balda, Luis Marano, Pedro Capra, Eduardo Capra, Fausto Quincoces, Fermín Qüin, Manuel Pacho, José Balda, Juan Sararols… Arriba alto se ve a Isidro Martínez, adelante, Nazareno Mengarelli, Domingo Sivero, Avelino Gómez (el “Portugués), Mingo Sivero, Victoriano Martínez; el que tiene el acordeón en la mano es el Sr. Bavio, el administrador de la Colonia y representante del Instituto Autárquico de Colonización; al lado, Luis Restagno; de camisa blanca Ramón Balda; al lado de la guitarra: Bernardino Rípodas y el primero de la derecha es Víctor Merino… Igual, hay unas cuantas personas que no pudimos identificar.

LA PLACA DE LA PLAZA PRINCIPAL

    ¡Cuántas fechas que se pierden! ¡Qué importante el revisionismo histórico que modifica constantemente lo que se considera verdad! Y la verdad es que la colonia “Fortín Esperanza” no existe con ese nombre. Según consta en la placa recordatoria que se encuentra en la Plaza Principal de General Alvear, la colonia fue creada el 23 de octubre de 1938, colonización realizada sobre los campos de la estancia “La Paulina” de Luis de Urquiza que fueran declarados de Utilidad Pública en 1929, cuando se hizo la ampliación del ejido de Alvear. Allí, en un monolito sobre la calle San Martín, queda plasmado el homenaje a las Bodas de Oro de la Colonia Fortín Esperanza. Una placa pequeña de bronce me llamó mucho la atención; allí dice: “Los Colonos de San Salvador del Valle a la colonia Fortín Esperanza, su hermana mayor, en sus Bodas de Oro 1938-1988”. La palabra “hermana” es determinante de la identidad y pertenencia de los integrantes de ambas colonias.

    Es que no hay diferencias entre los colonos aunque provengan de diferentes lugares y tiempos: compartieron las mismas luchas, sacrificios, alegrías, inundaciones, sequías, épocas de abundancia y esperanza, pero también de desazón y escasez. La solidaridad y unión de la gente de campo siempre está presente, dispuesta para compartir bailes y reuniones, pero también enfermedades y épocas malas.

OTRA PLACA DEL INSTITUTO AUTÁRQUICO DE COLONIZACIÓN

    En otra placa se lee: “Ésta es la mejor prueba del éxito alcanzado con la acción del ex Instituto Autárquico de Colonización de la Provincia de Buenos Aires que en seis años fundó en distintos lugares de la provincia 16 colonias en 132.218 hectáreas. Cada una de ellas, como ésta, constituyen núcleos destacados de actividad y progreso. Es la mejor demostración del resultado de un ensayo lamentablemente desaprovechado. General Alvear. 1938- Octubre 23- 1988”.

    ¡Y cuántos significados pueden darse a esa palabra “lamentablemente” escrita en el bronce y en tantas generaciones de colonos! El mensaje con el que el Poder Ejecutivo acompañó al proyecto de Ley decía que era “un ensayo”, mensaje repetido por la comisión respectiva de la Cámara de Diputados y el Ministro de Obras Públicas. El Instituto proporcionó al proyecto todos los atributos de una empresa comercial autónoma con base dotal y quienes estuvieron en su creación, aseguran y tal como dice la placa de la Plaza General Alvear, que no se aprovechó ni mantuvo la experiencia a pesar de que fue catalogada como la “mejor obra de colonización que se conocía por la sencillez con que se había implantado y la economía con que funcionaba” (Ibarbia, 304).

¿CUÁNDO LA COLONIA “EL FORTÍN” PASÓ A LLAMARSE “FORTÍN ESPERANZA”?

    ¿Cuándo la Colonia “El Fortín” pasó a llamarse “Fortín Esperanza” para quedarse para siempre en el ideario popular? ¿Quizás la misma Esperanza de los vecinos de 1850 que promovieron la construcción del Fortín Esperanza pensando en un futuro de paz, trabajo y progreso? ¿Quizás haya sido la esperanza que tuvieron los primeros habitantes de General Alvear en 1855 cuando solicitaron la creación de un pueblo?

    La colonia fue creada más de 80 años después de la fundación del pueblo durante la gobernación del Gobernador Manuel A. Crespo perteneciente al Partido Conservador, siendo Intendente de General Alvear, el Comisionado Tomás E. Wallace. En el archivo de Geodesia, se encuentran tres volúmenes en donde se detallan las Obras Públicas realizadas en los “Cuatro años de Gobierno 1936-1940. Colonización. Dirección de tierras, agricultura, ganadería e industrias”.

EL MAPA DE LAS COLONIAS DEL MINISTRO FRESCO

El mapa de la Colonia “El Fortín” está fechado en 1° de febrero de 1939, fecha que no coincide con la del monolito ni tampoco con la Revista del Centenario de Alvear de 1969, que fija la creación de la Colonia en 1930 -cosa imposible porque el Instituto de Colonización recién fue creado en 1936 por Decreto N° 27 y por iniciativa del Ministro de Obras Públicas José María Bustillo-. La iniciativa contó con el entusiasta apoyo del Gobernador Fresco y sus ministros, el Dr. Roberto Noble (de Gobierno) y el Ministro de Hacienda César Ameghino, siendo sancionada por la Legislatura el 8 de septiembre de 1936 con la Ley N° 4418.

LAS TIERRAS EXPROPIADAS A URQUIZA

    Los colonos de la Colonia El Fortín, en general eran arrendatarios de las mismas tierras de Luis de Urquiza y Anchorena o provenían de otros lugares de General Alvear, Bolívar, Saladillo o 25 de Mayo. Eran en total 5.968 hectáreas subdividas en 37 lotes adjudicadas en un momento particularmente propicio porque el país acababa de superar penosamente la crisis del año 30 y el gobierno, tenía muchos inmuebles rurales de los que se había hecho cargo para cobrar sus créditos ya que los propietarios estaban agobiados por deudas hipotecarias.

    El Instituto de Colonización distribuyó lotes entre los interesados confeccionando planillas en las que se registraba, asignándoles puntajes, las condiciones a tener en cuenta respaldadas por una conducta intachable y moralidad acreditada, así como “capacidad de trabajo, condiciones para la administración y natural ambición y educación” (Ibarbia, 307), con la idea de trabajar no en una “economía de subsistencia” sino en un “economía de progreso”.

LAS CASAS DE LOS COLONOS: “UN RANCHO MEJORADO”

    El primer problema del Instituto fue el de la vivienda para las familias que habían de radicarse y para ello se propusieron planos con la idea de un “rancho mejorado” de ladrillo, revoques, instalación de agua corriente y de tres o cuatro ambientes con un mínimo dinero que incluía el alambrado perimetral, cantidad exigua que agudizó el ingenio del colono.

    El Instituto facilitó el proceso de modestos créditos “a la cosecha”, “a la esquila”, “o al destete” con los que los colonos y sus familias iban borrando sus carencias con mucho esfuerzo estando en medio el futuro, la salud y la educación de sus hijos siendo la escuela, una colaboradora insuperable que detectaba las falencias familiares.

FUERON 37 COLONOS ADJUDICADOS
Los 37 lotes fueron adjudicados en lotes muy desparejos: Lote 1 con 2 fracciones de 127 y 126 hectáreas: Félix Enrique Mathet; Antonio Gallo con el Lote 2 de 126 hectáreas; Lote 3 A, Nazareno Mengarelli (126 hectáreas); Lote 2 B: Fausto Quincoces (126 hectáreas); Lote 3 B: Claudio Sánchez, (42 hectáreas); Lote 3 C: Luis Restagno (42 hectáreas); Lote 3 D: Antonio Zappacosta (42 hectáreas); Lote 4: Pedro Sarratea (315 hectáreas); Lote 5: Luis Casale (315 hectáreas); Lote 6: Manuel Pérez (308 hectáreas); Lote 7: Pedro Capra (291 hectáreas); Lote 8 A: Nicolás Finamore (198 hectáreas); Lote 8 B: Antonio Cappelletti (198 hectáreas); Lote 9: Anselmo Merino (394 hectáreas); Lote 10: Victoriano Martínez (393 hectáreas; Lote 11 Isidro Martínez (384 hectáreas); Lote 12: Domingo Sivero (337 hectáreas; Lote 14: Juan José Gruccio (256 hectáreas); Lote 15: Manuel Pacho (254 hectáreas); Lote 16: Bernardino F. Rípodas (254 hectáreas) y Lote 17: En concurso de adjudicación (257 hectáreas).

NO ALCANZÓ LA TIERRA… Y SE FORMÓ LA “COLONIA CHICA”

     A partir del Lote 18 las chacras eran más chicas por las que se las conocía como “La Colonia Chica”. Los adjudicados eran: Lote 18: en concurso de adjudicación (50 hectáreas); Lote 19: Pedro Grosso (50 hectáreas); Lote 20: Bienvenido Vicente (50 hectáreas); Lote 21: José A. Balda (50 hectáreas; Lote 22: Avelino Gómez (50 hectáreas; Lote 23: Augusto Bosso (50 hectáreas); Lote 24: Quin (50 hectáreas; Lote 25: Ramón Balda (50 hectáreas); Lote 26: Reservado para la escuela y la administración, sede del administrador Bavio; a partir del Lote 27 de José Marano eran 65 hectáreas y no 50 por estar lindando con el arroyo Las Flores; Lote 28: Luis Marano (65 hectáreas; Lote 29: Eusebio Balda (68 hectáreas); Lote 30: Mauricio Grosso (92 hectáreas); Lote 31: Entique Raimundo; Lote 32: Francisco Sararols (102 hectáreas) y Lote 33: Vicente Morena de 106 hectáreas.

    Hijos, nietos, bisnietos y tataranietos de estos primeros colonos pueblan General Alvear y hablan con cariño y respeto de sus mayores, de épocas distintas a la nuestra, con cargas dolorosas en muchos casos pero también con recuerdos que iluminan los ojos de los ancianos. Los valores, las leyes, las costumbres, el lenguaje, las anécdotas y recuerdos le dan sentido a la vida de cada una de las familias que formaron la Colonia Fortín Esperanza de General Alvear, familias que son partes y miembros de un grupo con gran identidad y pertenencia que influyeron decididamente en la historia del Pueblo.

 
Fuentes:
  • Obras Públicas de Geodesia. Volumen III Colonización, Dirección de Tierras, Agricultura, Ganadería e Industrias. Ferrocarril Provincial de Buenos Aires.
  • Gobernador Fresco. Cuatro años de Gobierno. Período 1936-1940- República Argentina. Provincia de Buenos Aires.
  • Ibarbia, Diego J. Instituto de colonización de la provincia de Buenos Aires, un ensayo no aprovechado. 1990. Recuperado de https://ancmyp.org.ar/user/CONTINUACION-ANALES/17_TOMO%20XIX.PDF

domingo, 16 de febrero de 2020

Cañonazos de aviso… Teléfonos de fortines

Publicada el 28 de agosto de 2017.

Enlace de publicación: https://www.lasintesis.com.ar/nota-ca%C3%B1onazos-de-aviso-telefonos-de-fortines-80868

    Cuando visitamos pueblos vecinos se ven plazas y paseos custodiados por cañones de campos y fortines que como grandes bastiones del pasado reflejan una época lejana y casi sin historia conocida. En Veinticinco de Mayo, Saladillo, Azul o Tandil están esos cañones... En General Alvear, a pesar de existencia de los fortines y las grandes estancias, pareciera que no ha quedado ninguno.

¿DÓNDE ESTÁN ESOS CAÑONES DE AVISO DE LOS FORTINES Y LAS ESTANCIAS ALVEARENSES?



    El Fortín Esperanza creado en 1853, hoy General Alvear, estaba ubicado como explicaba el mayor Noguera, entre Tapalqué y Veinticinco de Mayo, a media legua de la estancia de Cascallaresi.




    Era chico, cuadrado, de apenas 52 metros cuadrados donde se podían alojar cincuenta hombres. Tenía un baluarte en un extremo, con dirección a la entrada de los indios que era por la costa del Arroyo Las Flores con dos piezas destinadas a la comandancia, un pozo de balde, otra pequeña pieza para cocina, un mangrullo para descubrir el campo, un puente levadizo y un potrerito.




    La guarnición inicial era de un alférez, diez hombres de caballería y cinco infantes. Todos ellos en el medio de campo, casi sin ropas y sin más munición que un paquete de cartuchos para cada uno y en mal estado. Dos de los soldados tenían dos carabinas inútiles y dos fusiles, tres sables y... un cañoncito con 10 tiros de metralla y veinte a bala.




    El objetivo de los fortines era proteger los establecimientos vecinos pero imposible con tan pocos hombres y artillería. En épocas donde era impensable la telefonía celular, la única manera de comunicarse a la distancia era con los cañones y su cuidado, una de las grandes preocupaciones porque perderlo era muerte segura. Su ruido ensordecedor asustaba a los indios pero principalmente, avisaba a los pobladores del peligro del malón. Se los cargaba por la boca y al disparar, cañón y soldado quedaban envueltos en una nube de humo hacia donde se dirigían los indios pues recargar llevaba tiempo.




    Así como estaban dadas las cosas en las épocas fortineras, debía privar más el ingenio que la artillería y los cañones fueron el medio de comunicación más usado. Cuando se observaba movimiento de indios, se efectuaban algunos disparos que eran escuchados desde las estancias cercanas y fuertes, los que a su vez también efectuaban disparos, despertando la atención y movilización de toda la línea de frontera.




LOS CAÑONES NO SONARON…




    En 1857, Félix Haedo y el comandante del Fuerte Esperanza, Juan Agustín Noguera, envían una carta al Juez de Paz de Tapalqué explicando el desastre de la invasión india “del 25” cuando las tropas de Calfucurá se llevaron casi 700.000 cabezas de ganado y más de 200 cautivas. Rudesindo Donato desde la estancia Las Flores de Tapalqué cuenta: “- El malón pudo efectuarse debido al gran silencio de la comunicaciones de aviso porque el que suscribe, no ha tenido aviso de tal invasión hasta las 7 de la noche y a las 10 de la noche, ya andaban los indios por las casas del pueblo mientras las desgraciadas familias descansaban sin el aviso que debían darle por medio del cañón o una generala... 

    Pero nada hubo porque el Comandante LLorente decía que era alarmar a las familias sin reparar que mayor mal era el silencio”ii.



LOS CAÑONES DEL “9 DE JULIO”




    Algunas estancias tenían su propio sistema de defensa: el casco de la estancia “9 de Julio” de una manzana de extensión se encontraba a 7 leguas del Fortín Esperanza, cercada por un foso de dos metros de profundidad por tres metros de ancho que hacía imposible el paso de un caballo salvo que no fuera por el puente que podía retirarse en caso de peligro. Además tenía 5 piezas de artillería, 4 cañones y una culebrinaiii.




    Los cañones de la Estancia “El 9” fueron reemplazados con el tiempo y sólo se usaron para efectuar salvas en los días patrios, pero su cuidado y uso era delicado provocando hasta accidentes fatales. Así que “…dos de ellos fueron llevados al pueblo de General Alvear; los otros dos, se hallan en la entrada de la Estancia”.



Cañón de la estancia “9 de Julio”.

Cañón culebrina de la estancia “9 de Julio” actualmente de Miguel Riglos. Según un empleado de la estancia los dos cañones estaban “mucho más allá como perdidos en el parque... Pero después los trajeron frente a este galponcito”.

Cañones culebrinas utilizados por Manuel Belgrano en la presentación de la Bandera Argentina. Fuente: Álbum del Centenario 1910. Gran Panorama Argentino.



    A veces, el estruendo no llegaba hasta el siguiente caserío tal como lo prueba la nota del comandante de Guardias Nacionales de General Alvear, don Cornelio Andrade cuando en diciembre de 1875, solicitó al Juez de Paz de Saladillo un cañón que estaba en ese pueblo para colocarlo en la población de don Mateo Troncoso, estancia intermedia al Fortín Ciudadano para avisar en caso de invasión y llegar con el aviso necesario iv




    Siempre es tiempo aunque no se tenga mucho; siempre es tiempo de pensar en el crecimiento comunitario, en la ayuda que llega cuando se necesita, en el aviso en el momento justo para evitar sufrimientos. Por ahí, deberíamos tener a la vista esos cañones y haciendo buen uso de la viveza criolla tan mentada, realizar acciones para poner en valor todos esos objetos que muchas veces marcaron la diferencia entre vivir y morir. Ojalá se escuchen esos cañonazos de aviso: hacen falta unos cuántos para despertar...




Huyendo del malón, óleo.

Bibliografía consultada:

i Capdevilla, Ramón Rafael. El Fortín Esperanza y el pueblo y partido de General Alvear. Tapalqué. 1969. 1853. Carta del Sargento Juan Agustín Noguera. Archivo Gral. De la Nación.
ii Capdevila, Darío. Doscientas cautivas para Calfucurá. Diario La Prensa. Agosto de 1963.
iii Volonté, Miguel Ángel. Estampas del pasado local. 2013

iv Pereyra, Marcelo. Los cañones de la Plaza; un símbolo de nuestro pasado. Recuperado de https://l.facebook.com/l.php?u=http%3A%2F%2Fhistoriasaladillo.com.ar%2Fhs%2F2017%2F08%2Flos-canones-de-la-plaza-un-simbolo-de-nuestro-