lunes, 13 de abril de 2020

La herrería de Neuville


Enllantadero en lo de Neuville. 
El primero de la izquierda es Camilo “Chingo” Neuville, al lado Enrique Neuville, 
el de camisa blanca un empleado y el que está sosteniendo la madera sobre la maza 
es Juan “Macho” Ignacio Neuville. 


En épocas de trabajo manual, las herrerías y aserraderos eran muy importantes en el campo. Había herrerías en casi todas las estancias para arreglar todo tipo de herramientas. También las había en el pueblo. Tal es el caso de la Herrería Aserradero de los Neuville. El Taller, situado en la esquina de Alem y Lavalle, hoy la frutería de los hermanos Pardo, estuvo primero a nombre de Remigia Caminos de Neuville quedando a cargo de ella a partir de 1925 cuando fallece su marido. Fue construida por Juan Neuville, francés que llegó antes del 1900 a Buenos Aires a trabajar en una fábrica de carros para pasar después a Saladillo y quedándose definitivamente en Alvear junto a su familia.

Tuvo ocho hijos: Camilo, Carlos, Alcira (casada con Marino), Tita (casada con Severino), Victoria N. de Sabbattini, “Chola” N. de Illescas, Juana, casada con Molino y Enrique Neuville, todos vecinos de General Alvear con gran descendencia.

TALLER DE AVANZADA PARA LA ÉPOCA

Neuville falleció en 1924.
El Taller tenía lo más avanzado en tecnología para la época: sierra sin fin, motor a explosión, máquinas, y por supuesto la bigornia, la fragua, la agujereadora, sierra y herramientas. Era un galpón grande, con ventanales y puertas para aprovechar al máximo la luz del día, en épocas que no había electricidad. Al fondo, detrás de la gran chimenea de la fragua había un parahumo para evitar que el recinto se llenara de humo que no permitiera trabajar. Llegó a tener más de veinte empleados de distintas especialidades: pintura, enllantada, aserradero, herrero, etc.
Además del portón del frente y otro que daba sobre la calle Alem, había uno grande que daba al patio, terreno baldío donde estaba el enllantadero. Ahí, en un monte de frutales, esperaban turnos las chatas con sus dueños que venía a enllantar las ruedas. Acampaban debajo de los carros poniendo unas lonas que colgaban abajo, o dormían arriba, entre la carga. Otros dejaban el carro y se iban, pero las colas solían llegar hasta la calle 25 de Mayo a veces en larga hilera de casi tres cuadras.  En la herrería se arreglaban las llantas, se picaban rejas, se hacían las camas, arreglaban herramientas de todo tipo… Carretillas, carros, breques, palas… lo que viniera.
Cuando todavía no había soldadora eléctrica se usaba la caldia para soldar con la fragua. La caldia era como una planchuela que adentro tenía una trama metálica que se llevaban a punto de fundición y luego se moldeaban a martillazos. Los empleados siempre usaban delantales de cuero para evitar las quemaduras de la fragua o el calor del enllantadero.

LOS HERMANOS NEUVILLE EN EL ENLLANTADERO

En la foto se ven a los hermanos Neuville en 1935 en el enllantadero. Atrás, un carro que parece una jardinera grande. El primero de la izquierda es Camilo “Chingo” Neuville, al lado Enrique Neuville, el de camisa blanca un empleado y el que está sosteniendo la madera sobre la maza es Juan “Macho” Ignacio Neuville. En el suelo, una maza sin la bocina, que es la que va afuera, como la que se ve en la rueda del carro. En primer plano, la leña preparada para enllantar. Debían ser todas del mismo largo y se apoyaban de adentro y de afuera de la llanta. Abajo se colocaban unos ladrillos para que entrar el aire y avivara el fuego. No era muy lento porque el calor era tal que rápidamente se calentaba el fierro. El resplandor quemaba hasta las plantas y la tierra era polvo calcinado. Trabajo rudo, de muchas horas y peligroso… Hay tanto para hablar del obrar de los herreros…
Todos de luto por el fallecimiento del padre en 1924.
Remigia Arcurio de Neuville el 7 de marzo de 1926 con todos sus hijos en la casa familiar de General Alvear.
de izquierda a derecha son Canilo Neuville, Carlos Remigio (nacido en 1920), Alcira Neuville de marino,
 "Tita" Neuville de Severino, Victoria Neuville de Sabbattini, 
"Chola" Neuville de Illescas (madre de Atilio Illescas), la abuela Remigia Caminos de Neuville, 
Juana Neuville de Molino y Enrique Neuville. Año 1926.

Las ruedas enllantadas de los Neuville duraban hasta quince años. Era un desafío para ellos que los arreglos no vinieran más y que duraran mucho tiempo. No eran comerciantes, no hacían un buen trabajo para cobrar más o un mal trabajo para que volvieran pronto… Ir al Taller de los Neuville suponía la seguridad, la excelencia y la garantía de confianza. Era el orgullo de hacer las cosas bien, cualidad inapreciable y casi inentendible en el mundo de hoy: la satisfacción del trabajo bien hecho.





Taller "El aserradero" de Neuville situado en Alem y Lavalle. 
La herrería aparece en los libros más antiguos a nombre de "Remigia C. de Neuville" 
y después a nombre de "Remigia C., viuda de Neuville". Circa 1935. Foto Gentileza Carlos Neuville.

Agradecimientos: 
Agradezco a la gente de Alvear por compartir sus fotos y recuerdos con tanta nostalgia y sencillez y principalmente a Carlos Neuville.

Despertar de sueños dormidos


Escuela N° 15 recién pintada por personal e internos de la Unidad N° 14 
del Servicio Penitenciario Bonaerense. 2018.

Comenzaba el Ciclo Lectivo 2018… Nuevos alumnos, viejos alumnos con nuevas miradas, mismas autoridades con más experiencia, nuevas Autoridades con renovados Proyectos y expectativas. En la Escuela 15, era todo bien diferente. Las paredes limpias, las cornisas rasqueteadas y las canaletas abiertas de la escuela seguramente lo debían sentir: es que a partir del 29 de noviembre de 2017, la Escuela, junto a las demás instalaciones de la ex estancia del marqués de Olaso tenía una Ley propia que la cuidaba y un montón de voluntades que la resguardaba; una escuela que se veía con aires nuevos pero que había nacido 150 años antes gracias a la voluntad e iniciativa de la familia Olaso.

EL ESFUERZO DE LOS OLASO POR ASEGURAR EDUCACIÓN

A veces, es difícil explicar y entender como una familia de la talla de los Olaso vino y permaneció en General Alvear hasta hace 60 años, presentes en el Pueblo Esperanza, hoy General Alvear allá por 1855 cuando se hizo la primera adjudicación de los solares..
En 1875, José Rufino Olaso funda el establecimiento “San Salvador del Valle”… Casi un pueblito de campaña: panadería, herrería, talleres, carpintería, cabañas, caballerizas, montureros, puestos, tambo, y una escuela que funcionaba en el mismo Castillo, delante de los montureros, donde ahora justamente están las aulas de los internos de la Unidad N° 14 del Servicio Penitenciario, institución que funciona en ese lugar siendo las maestras, las hijas de los puesteros o administradores que tenían cierto grado de instrucción. A un costadito, estaba el patio con juegos armados por la propia marquesa que daba catecismo una vez a la semana.

Luis de Olaso y Madaria, II Marqués de Olaso
 quién hace construir la escuela actual. Circa 1935.
LA ESCUELA CON EDIFICIO PROPIO

Luis de Olaso y Madaria, único hijo de José Rufino, hace construir el edificio actual en 1934 y como cuenta Joaquín Artola, él comienza a ir a la escuela en 1938 cuando “todo era nuevito”. La Sra. Amanda Pellisero escribe en el Historial de la Escuela que “en solemne acto realizado por la Señorita Begoña Olaso”, ella coloca el primer ladrillo de la construcción que terminaría en 1939 el Sr. Marconi. Toda la construcción y las maestras hasta el año 1957 fueron pagadas por la familia Olaso.
La función de la escuela era muy amplia: en verano se transformaba en Colonia de Vacaciones con alumnos del Colegio de Franciscanos de Buenos Aires, la congregación Jesuita de San Agustín. Durante las semanas de las Misiones, el padre Luis Rodríguez legalizaba uniones, bautizaba, se hacían las primeras comuniones, las confirmaciones y por supuesto, las Misas en la Capilla donde se reunía toda la gente de los alrededores.

LA ESCUELA RECONOCIDA OFICIALMENTE POR LA PROVINCIA

En 1957, uno de los hijos de Luis, II marqués de Olaso, Fernando y su madre la marquesa Carmen Villar, le encargan a su administrador, el Sr. Jorge Ormaechea que, junto a su esposa Marta Tagliani, realicen los trámites para que la escuela sea acreditada dentro de la Educación Oficial y así fue que la escuela N° 15 se crea en 1957 con una matrícula de 22 alumnos.
A partir de ahí, y ante las amenazas de expropiación, se retiran precipitadamente los puesteros con sus hijos haciendo fluctuar peligrosamente la matrícula pero, al formarse la Colonia San Salvador del Valle, llegan los Colonos con sus hijos que nuevamente llenan las aulas.

LA ESCUELA DE LA COLONIA “SAN SALVADOR DEL VALLE”

Imposible describir 60 años más… Cientos de anécdotas de los hijos de los colonos constantemente llenan las páginas de Facebook y las reuniones de amigos y una pequeñita escuelita, con una arquitectura española bellísima, es capaz de provocar destellos, hacer brillar los ojos y despertar recuerdos dormidos.
Recuerdos de sueños y desencantos, pero seguramente con los mismos destellos que tenía el marqués de Olaso cuando vivía en estos lugares, destellos de grandeza en la humildad, destellos de hacer las cosas bien, de esfuerzos, de sacrificios y de la satisfacción del trabajo bien hecho reflejado en cada uno de los detalles de la Escuela podemos observar no sólo la belleza, sino también la fortaleza de construcción pensada para que dure para siempre; ladrillos de primera calidad, ventanas y rejas indestructibles, techos que aún no se llueven a pesar de los años….
En estas cosas no valen los intereses particulares o personales, y aunque parezca mentira, realmente el edificio despierta sentimientos dormidos, recuerdos, acciones cooperativas, altruistas, optimistas, destellos de luz que pueden mucho más que las malas ondas y que han logrado reunir muchas voluntades para limpiar el monte y la escuelita abandonada.

Personal del Servicio Penitenciario lavando las paredes. 2018.
LA ESCUELA PATRIMONIO HISTÓRICO DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES


El Honorable Concejo Deliberante de General Alvear, aprobó por unanimidad la ordenanza Nº 1755/12, donde se declara de Interés municipal la declaratoria de Patrimonio Histórico de la escuelita dentro del marco del proyecto Potenciar la Patria Chica. Cuatro años después, en 2016, y con la continuidad de las gestiones realizadas por la diputada Alejandra Lorden, las Cámaras aprueban la Ley y la escuela y demás instalaciones de la ex Estancia de Olaso forman parte del Patrimonio Histórico Cultural de la Provincia de Buenos Aires.
La escuela ha demostrado que vale más que la intención de algunos, que está presente la voluntad conjunta de preservar y poner en valor un lugar representativo de 150 años de historia… Intenciones del Concejo Deliberante de General Alvear, de los Diputados y Senadores de la Provincia de Buenos Aires, de los vecinos alvearenses, del Consejo escolar, de las autoridades municipales, de los miembros de Cooperadora, del Personal docente y auxiliar, de los vecinos y colonos, de las Autoridades del Ministerio de Justicia y del Servicio Penitenciario que han puesto lo mejor de sí para que la escuela se vea como se merece.

DESPERTANDO SUEÑOS DORMIDOS

Luces de identidad, de respeto por el pasado y por las personas que trabajaron arduamente en esos espacios para que nosotros y nuestros hijos tengamos una vida de calidad, de expectativas logrables y por supuesto, con destellos de esperanza siempre renovados.
Martha Tagliani de Ormaechea, primera maestra de la escuela N° 15 en 2012. Buenos Aires.

Bibliografía:
-      Ordenanza Nº 1755/12 del Honorable Consejo Deliberante de General Alvear.
-      Solé, Lis.  Marqués de Olaso, estancia “San Salvador del Valle” Ediciones Del Margen. La Plata. 2012.


La familia Jurado en los inicios de General Alvear

"Malón", boceto de Emiliano Labourdette y Lis Solé. Fuente: Libro: "José Portugués" de Lis Solé.

          Hay familias que trascienden lo familiar por su acción comunitaria e intenciones fundadoras que se proyectaron mucho más allá del día a día pueblerino y que fueron importantísimas en la fundación de los pueblos.

EL POR QUÉ DEL NOMBRE DE LA ESCUELA N°3 “MARÍA J. DE GÁNDARA”

            Tal es el caso de la familia JURADO, apellido desconocido para las nuevas generaciones que aparece en algunos descendientes, en los mapas o en el nombre de una Escuela alvearense pero sin conocer su origen como es el nombre de la Escuela N° 3 que se encuentra en el Cuartel VII del Paraje "La Garita" de General Alvear que lleva el nombre de “María Jurado de Gándara”, propietaria en ese entonces de la estancia “El Altillo” y que donó una hectárea de campo para su construcción, en 1957.  
Escuela N° 3 "María J. de Gándara. General Alvear.

            Pero la historia de los Jurado va mucho más allá del nombre de una escuela y se remonta al tiempo del fortín Esperanza y del Partido de General Alvear.





LLEGADA DE LOS JURADO A GENERAL ALVEAR

            Llegan a estas pampas por el año 1832, a campos sin árboles con lagunas, espadañas, arroyos y pajonales. Tierras donde nadie quería vivir sin comodidades ni sombra, en lugares donde solo vivían las tribus de los pueblos originarios pero de a poco, empezaron a llegar estos hombres intrépidos que comenzaron a instalarse en postas, con alguna pulpería, en chacras o estancias.
            El sistema habitual era ocupar el campo en calidad de arrendatario, introducir mejoras, y ya cumplidos los requisitos de colonización y población requeridos por el Estado, solicitar su compra.
            Así llegaron provenientes de Mendoza los primeros Jurado: Isidro (1795- 1839) y su hermano José María Jurado García (nacido en 1803). Como muchos de los pioneros de la frontera bonaerense, Isidro Jurado comenzó con una tropa de carretas que llegaba hasta Tandil, abrió un almacén de Ramos Generales en Tapalqué y con las carretas llevaba mercaderías desde Buenos Aires hasta Las Flores, Tapalqué y Azul pasando por esta tierra que aún no se llamaba General Alvear comerciando frutos del país por los artículos que traía desde Buenos Aires como yerba, sal, azúcar, tejidos, bebidas, herramientas, etc.

ESTANCIA “LAS TRES FLORES” BALUARTE EN TAPALQUÉ EN ÉPOCAS DE MALONES

            Ya dueños de fortuna, Isidro y José María Jurado se instalan en la estancia “Las Tres Flores”, estancia fortín que fue refugio del Pueblo y del Cantón de Tapalqué en situaciones de malones y ataques indios. En esa época la línea de frontera natural con el indio era el Río Salado pero estos pioneros aventureros afrontaron los malones que se multiplicaron a partir de la caída de Rosas.
El 11 de febrero de 1853 siendo Isidro Jurado el Juez de Tapalqué, le escribía a Eugenio del Busto diciéndole que luego de la batalla de San Gregorio librada por los indios de esta localidad le habían sido devueltas 2500 cabezas de ganado robadas por la indiada de Catriel y Yanquenecul. Sin embargo, relataba que los indios aún tenían vacas y terneros que decían que eran de ellos por eso Jurado decía que había que verificar las marcas para certificar la propiedad.
En 1853, ante la inestabilidad de la campaña por los continuos saqueos indígenas, los Jurado se reúnen con José Portugués y otros estancieros para solicitar al Gobierno la construcción del Fortín Esperanza.
Los malones eran constantes en estas tierras así que después de uno de ellos, el cantón y el pueblo de Tapalqué se refugiaron en la estancia “Las Tres Flores” de los Jurado, desde 1855 hasta 1863, como consecuencia de la destrucción e incendio del pueblo en manos de los indios.

JOSÉ MARÍA JURADO, JUEZ Y HACENDADO DE TAPALQUÉ

José María Jurado. Presidente de la Sociedad Rural Argentina.
Fuente: Centenario de la Sociedad Rural Argentina. Foto gentileza Gregorio Palomeque


           A la muerte de don Isidro Jurado, sin hijos, las dos leguas cuadradas de sus campos fueron fraccionadas entre ocho familiares del mismo apellido entre ellos su sobrino y administrador, José María Jurado Rocamora que anexando más tierras a su heredad fundó y reconstruyó la estancia “El Retiro” que actualmente, después de la nueva delimitación de los partidos se encuentra en Pardo, partido de Tapalqué.
José María Jurado, abuelo de María (1870-1958), la del nombre de la escuela N° 3, levanta el casco de esta estancia “Las Dos Hermanas” ubicada al sur del ejido de General Alvear, participa activamente en la creación del fortín y Pueblo Esperanza y fue por tres veces no consecutivas Fundador y Presidente de la Sociedad Rural Argentina.
José María Jurado Rocamora nació el 8 de enero de 1832 (muere el 05/02/1888) y se radica en Buenos Aires. Después de haber terminado sus estudios con medalla de oro en el prestigioso colegio Larroque comenzó abogacía, carrera que abandonó para dedicarse al campo, estableciéndose como administrador en los campos de su tío Isidro con solo 19 años. Se casó con María Francisca Obligado, conocida en la familia como “Missia Panchita”, hija de Pastor Obligado, el Gobernador de la Provincia que firmó el decreto de Creación del Fortín Esperanza.
En 1853, José María Jurado Rocamora, con 22 años, encaró la defensa de la estancia “El Retiro” con solo 20 personas ante un malón de no menos de 250 lanceros indios que felizmente cambiaron de rumbo. Sin embargo, ya había tenido muchos enfrentamientos anteriores.
Esta parte de la frontera, estaba ubicada entre el Fortín Mulitas hoy 25 de Mayo (fundado el 25/5/1831) y el cantón de Tapalqué (fundado en 11/1831), era una zona de gran inestabilidad así que José María Jurado, junto con José Portugués por Las Flores, y Nicasio Gómez y Dionisio Pereyra en representación de Saladillo, solicitan el 10 de diciembre de 1853 la creación de un Fortín, gestión aprobada por decreto el 29 de diciembre del mismo año, siendo ellos los miembros de la Primera Comisión Municipal.

ISIDRO Y JOSÉ MARÍA JURADO, FUNDADORES DEL FORTÍN “ESPERANZA”

En 1855, José María Jurado con otros estancieros, y tal como lo cuenta en su carta de 1881 de puño y letra y dirigida al Juez de Paz de General Alvear, cuatro comisionados encabezados por José Portugués dieron principio a hacer los fosos y edificar los cuarteles en febrero de 1854, acompañados de un piquete de artillería, realizando todo a sus expensas tal cual lo habían prometido al Gobierno.
En la carta, resume que en 1856 se encomendó la traza del pueblo que ellos habían solicitado por el Ingeniero Militar D Arboug, y que la Comisión encargada de la formación del Pueblo estaba compuesta por Isidro Jurado como Presidente, José Portugués y el comandante militar del fuerte, don Juan Agustín Noguera.
La presencia de Isidro y José María son constantes en los inicios del Pueblo. Isidro es adjudicatario en la primera repartición de chacras del Pueblo Esperanza, según nota firmada por el Comandante Juan Agustín Noguera del 28 de agosto de 1856 donde se le concedía según la foja N° 3 del Libro de Registro, el solar N° 34 del Pueblo Esperanza, los lotes 1, 2, 3 y 4 y las Quintas N° 5 y 6 al sud.

LOS JURADO EN LA CREACIÓN DE LA IGLESIA “SAN JOSÉ”

En una carta que se encuentra en la Casa de la Cultura “Melitón Ruiz”, José María Jurado cuenta que Noguera solicitó al Gobernador Pastor Obligado el dinero para la construcción de una Iglesia. Isidro Jurado como Presidente de la Comisión, recibe 10.000 pesos y le encomienda a su sobrino Pablo Jurado que lo depositara en el Banco de la Provincia de Buenos Aires pero, con la situación azarosa del país, se disolvió esa primera Comisión del Pueblo Esperanza y se postergó la construcción de la iglesia. En 1870, 14 años después, José María Jurado encuentra la libreta con el dinero que había ascendido a 21.636 pesos y lo deposita a su nombre.
En 1880, fecha de la carta, José María Jurado notifica que la suma ascendía ya 34.000 pesos advirtiendo a la Municipalidad que ese dinero estaba a su disposición pero “no hasta dar principio a los trabajos de construcción”, fundamentando esta petición en todo lo realizado y hecho en pro de la creación del Fortín y el Pueblo de General Alvear.

LOS JURADO EN BUENOS AIRES

En Buenos Aires, según el Censo de 1869, José María Jurado Rocamora de 38 años tenía su domicilio en la calle Esmeralda N° 210 donde vivía junto a su esposa María Francisca Obligado, de 26 años con sus hijos José Antonio, Nemesia y María Telésfora que es quién se casa con Alfredo Melitón Gándara, la señora que dona el terreno para la Escuela N°3 de "La Garita".
Para relacionar a esta familia con el status actual, podemos ver que según escritura N°242 realizada por el escribano Etchegaray de La Plata, el 17/09/1895 se realiza la división de condominio de la estancia “Las Dos Hermanas” de 8.500 hectáreas cuyas propietarias eran María Francisca Zelmira Jurado casada con Carlos Rojo y la Sra. María Telésfora Sixta Jurado casada el 18/11/1893 con el Dr. Alfredo Melitón Gándara. De esta última, es lo que surge hoy en día la estancia “El Altillo” actual y que a raíz de las sucesivas divisiones por sucesiones se ha ido reduciendo y, en algunos casos, vendiendo a personas fuera de la familia como ocurre en innumerables situaciones.
María Jurado de Gándara, quién donó el predio para la construcción de la escuela del Paraje La Garita, era nieta de José María Jurado, miembros de una familia que participó activamente en la historia de Tapalqué y General Alvear, habitando sus campos en tiempos difíciles y sirviéndose de sus conexiones para contribuir a su progreso, estancieros que fueron el “subsuelo histórico” tan poco difundido y reconocido en la historia de la provincia de Buenos Aires a pesar de ser el “fundamento económico y social” de la identidad bonaerense y argentina.

Esta nota fue redactada con la colaboración y aportes de Alfredo Gándara y publicada en el libro del 150° Aniversario del Partido de General Alvear.


"Campos de Alvear". Fuente: "José Portugués", Lis Solé.


Bibliografía:

  • -      Archivo de la Dirección General de Geodesia, Catastro y Tierras del Ministerio de Obras Públicas de la Provincia de Buenos Aires, pág.367, Pdo de Tapalqué. La Plata 1945.
  • -       Capdevila, Ramón Rafael. Tapalqué en la historia. Azul. 1963.
  • -      El arcón de la historia Argentina. Cronología Histórica Argentina (1492-1930).
  • -      Gándara, Alberto. La familia de Jurado en los orígenes de los Partidos de Tapalqué y General Alvear. Revista del Centenario de General Alvear. 1969.
  • -      Guzmán, Yuyú. La estancia colonial rioplatense. Editorial Claridad S.A. 2011.
  • -      Jurado, Alicia. Leguas de polvo y sueño. Editorial. Losada SA. Buenos Aires. 1964.
  • -       Lagos, Guillermo H. “Jurado y familias relacionadas; Obligado y Lynch”. Córdoba. República Argentina. 2003.
  • -       Puigdomenech, Jorge Alberto; Thill, José Pedro. Guardias, fuertes y fortines de la Frontera Sur. Historia, antecedentes y ubicación catastral. Tomo 1 y 2. Servicio Histórico del Ejército Argentino. Buenos Aires. 2003.
  • -      Solé, Lis. “Pueblo Esperanza, hoy General Alvear”. Diario El Tiempo. 01/09/2018.
  • Una estancia de viejo estilo en la que soplan aires de inspiración. Diario La Nación. Sección Economía. Campo, Septiembre de 2004.

Amores en El Quemado



Casco de la estancia "El Quemado". Gentileza Carlos Ardiles.
General Alvear, protagonista de historias olvidadas, de amantes perfectos, de caudillos, de historias que sorprenden. En la estancia “El Quemado”, Luisa Bacichi es esposa y amante… Esposa de Eugenio Cambaceres… Amante de Hipólito Yrigoyen.
“El Quemado” fue una estancia cobijo de personajes ilustres y amores extremos. Remonta su historia a 1830 siendo su primer propietario Teodoro Shuster, un agrimensor alemán que llegó al país para servir en el ejército de San Martín responsable de la planificación de la construcción de la ciudad de Junín en Buenos Aires y Federación en la provincia de Entre Ríos. Shuster vende la estancia a Pedro Sheridan y este a José Portugués, creador del “Puesto El Quemado” en épocas de malones, y que mantiene la estancia durante 25 años hasta que en 1867, se la vende a Antonio Cambaceres.

EL ESCRITOR Y POETA EUGENIO CAMBACERES
Eugenio Modesto de las Mercedes Cambaceres Alais
(
Buenos Aires1843 - Buenos Aires14 de junio de 1889)
 fue un 
abogado
escritor y político argentino.


Su hijo heredero Eugenio, destacado político y escritor conoce a Luisa Bacichi en 1876 en Buenos Aires. Luisa era una muy bella bailarina austríaca que acompaña a Cambaceres a París, donde nace su hija Eugenia Rufina alternando sus estadías entre el campo o su hermoso palacio en Buenos Aires, cita de reuniones y fiestas. No obstante sus aires citadinos, Eugenio pasa largas temporadas en la estancia describiendo en su libro “Sin rumbo”, costumbres y paisajes de “El Quemado” con una sencillez inigualable. Quiero imaginar que las palabras de Cambaceres se refieren al castillo de El Quemado cuando dice: “…se divisaba desde lo alto la tabla infinita de la pampa, reflejo verde del cielo azul, desamparada, sola, desnuda, espléndida, sacando su belleza, como la mujer, de su misma desnudez”. Eugenio representó al gobierno argentino en la histórica Exposición Universal de París de 1889, siendo uno de sus últimos actos públicos porque enfermo de tuberculosis, murió ese mismo año.

LUISA HEREDA “EL QUEMADO”

Luisa con su hija Rufina heredan “El Quemado” y ella, sin experiencia en cuestiones ganaderas se dio cuenta pronto que sería muy difícil conservar la propiedad heredada ya que la fortuna de los Cambaceres, se había transformado en hipotecas y deudas producto de la vida de viajes y derroche de su esposo. En la estancia vecina, conoce a Hipólito Yrigoyen quién se ofrece a elevar la producción y le alquila el campo, relación comercial que pronto se transforma en una larga relación amorosa que perduró hasta la muerte de Luisa en 1924.
"El Quemado". Foto gentileza Carlos "El Cabezón" Ardiles. 2012.
Luisa Bacichi, amante de Hipólito Yrigoyen.Luisa Bacichi nació el 11 de marzo de 1855 en Trieste,
por entonces perteneciente al Imperio de Austria.
Fue bautizada como Aloysia Stéphana, pero desde muy pequeña prefirió que la llamaran Luigia.
Sus padres, Lorenzo Bacichi y Aloysia Bonazza,
eran provenientes de la Isla de Brač, Milna (hoy Croacia). 

EL AMOR DE LUISA E HIPÓLITO YRIGOYEN

Si bien algunos historiadores afirman que el caudillo radical no amó a ninguna de sus mujeres, una verdadera pasión se evidencia entre Yrigoyen y Luisa que se refleja con la continuidad de más de 30 años de la pareja.
La vida en la estancia era sencilla; Luisa se ocupaba de todo y asistía a Yrigoyen y sus invitados como si fuera su legítima esposa. El historiador Gálvez declaró que esa relación y ese cariño eran un descanso para el Presidente argentino. Seguramente, como describía Cambaceres, “las puntas de vacas arrojando la nota alegre de sus colores vivos” o “las perdices que silbaban su canto triste y melancólico, los jilgueros y benteveos escondiéndose en los montes, el vaivén tumultuoso de la hacienda” no sensibilizaban a Yrigoyen que sólo buscaba en la estancia el aislamiento. Sin embargo, disfrutaba de sus estadías en la vieja estancia, la compañía de Luisa, la charla con la peonada y salir de caza recibiendo a diputados, senadores y dirigentes políticos que llegaban en tren para mantener reuniones con el caudillo.
Luisa Bacichi, 1916

Luisa amaba a Yrigoyen con toda su alma: cuando él entró a su vida, ella se retiró completamente del entorno mundano y social, y se consagró totalmente a su amante tanto en la casa del barrio de Barracas, muy cerca de la de Yrigoyen, como en la estancia.

LA RELACIÓN AMOROSA PRESENTE EN DICHOS Y REFRANES

En General Alvear y Saladillo, era por todos conocida la relación entre ambos, de tal manera que había dichos y refranes del truco que se referían a la pareja. Los viajes en coche tirado por caballos hasta la estación de Micheo para tomar el tren hacia Buenos Aires fueron, seguramente, innumerables… ¡Cuántas veces la mirada de Luisa se habrá extraviado en las curvas del arroyo Las Flores al cruzar el Puente de Fierro!
Para muchos historiadores, Luisa fue el gran amor de Yrigoyen. Ella falleció en 1924, cuando “el Peludo” ya había terminado su primera presidencia y soñaba con su regreso al sillón de Rivadavia. Sin embargo, Yrigoyen siguió viviendo en “El Quemado” hasta el 1927, cuando la estancia fue adquirida por Eduardo Maguire.
Como bien afirma Ernesto Quiroga Micheo, Luisa fue “la gran mujer que estuvo detrás de Yrigoyen y sus consejos y opiniones, seguramente fueron escuchados por el caudillo con gran atención pues en ella encontraría el remanso después de navegar en el torrentoso río de la política”.
Puente "El Quemado" en 2019.

Bibliografía:

-       CAMBACERES, EUGENIO. Sin Rumbo. 1885.
-       BALMACEDA, DANIEL. Romances turbulentos de la Historia Argentina. 2012.
-       DILLON, SUSANA. Secretas alcobas del poder. 2012.
-       QUIROGA MICHEO, ERNESTO. El campo donde habitaba “El Peludo”. Una estancia con historia. Revista Todo es Historia. N°318.
-       QUIROGA MICHEO, ERNESTO. Hipólito Yrigoyen en la cueva del peludo. Editorial Armerías. 2009.

Un puente histórico... El Puente del Quemado




Postal típica del Puente de "El Quemado" con familias de pescadores a su sombra. Foto gentileza Martín Alba. 2014.


El “Puente del Quemado”, un puente tan hermoso que casi parece mágico. Su color óxido contrasta con el verde de la orilla y los pescadores saben bien de su misterio y su paz.
Dicen que Hipólito Yrigoyen venía en tren desde Buenos Aires hasta la estación Micheo, y cansado de cruzar en bote el arroyo Las Flores, mandó a trasladar el puente que cruzaba el Río Reconquista desde Campo de Mayo hasta General Alvear, para poder ir tranquilo a la estancia “El Quemado” donde lo esperaba su amante Luisa Bacichi.
Dicen… y seguro que fue así.
El puente es parecido a muchos otros puentes de carácter ferroviario, pero distinto; es un puente que enamora y de enamorados que luce una placa de fundición de hierro, roblonada en una de las vigas inferiores que enuncia su procedencia y antigüedad, testigo de tantos sueños y momentos.

LA PLACA IDENTIFICATORIA QUE YA NO ESTÁ

       La placa dice PATENT SHAFT & AXLETREE Co. Ld. – 1887 – ENGINEERS WEDNESBURY, lo que revela que fue fabricado por esa empresa británica y montado en esa fecha por quienes realizaban el tendido de los ramales ferroviarios argentinos para posiblemente, ser después trasladado a Alvear por orden del Presidente
  Irigoyen.

General Alvear tiene el privilegio de tener un puente más antiguo que la Torre Eiffel de Paris, fabricado por una empresa inglesa fundada en 1840, la comúnmente llamada “Patente Shaft”, fundada por Charles Geach y James Hardy en Wednesbury (Staffordshire), Inglaterra.
La Compañía trascendió su país de origen y llegó con puentes a Egipto, India, Japón, Sudáfrica, Sudamérica y por supuesto, a Argentina. En 1885, la Compañía construyó el primer Puente de acero del mundo en Benares, sobre el Río Ganges, en la India, en el cual se emplearon 6500 toneladas de acero y en 1900, construyó otros 7 puentes en Natal (Brasil), en menos de 2 meses. En 1980, la Patent Shaft cerró y sus fábricas fueron demolidas.

           En 1887 se construyó el “Puente de Fierro”, un puente de más de 130 años, el puente inglés que está lejos pero no tan lejos, el puente que cruzó el mar y llegó a Alvear de la mano de un presidente argentino, el “Puente de Yrigoyen”, el “Puente del Quemado”.


 
PATENT SHAFT & AXLETREE Co. Ld. – 1887 – ENGINEERS WEDNESBURY,
lo que revela que fue fabricado por esa empresa británica y montado en esa fecha 


Nota: 
La Estancia “El Quemado”, perteneciente a los sucesores de Eugenio Cambaceres fue alquilada por Hipólito Yrigoyen durante muchos años. El Puente se encuentra sobre el Arroyo de Las Flores, en el camino de tierra que une la estación de José María Micheo con la Ruta Provincial N° 51, partido de General Alvear.