jueves, 2 de abril de 2020

Estancia"9 de Julio" de José Portugués


Frente del casco de la estancia "9 de Julio" de José Portugués.

Hay estancias antiguas en General Alvear, pero sin dudas, la estancia “Nueve de Julio” supera a todas y no sólo por su antigüedad en la Patria Chica alvearense, sino por la importancia de su propietario, José Portugués, pieza clave en la fundación y crecimiento de General Alvear, así como en la historia de los distritos de Las Flores, Tapalqué y Saladillo.
Era tan importante su función en la vida del Pueblo, que el primer mapa del ejido de 1856, aparece claro y bien señalado un solo camino de llegada al Pueblo Esperanza y que es desde la estancia “Nueve de Julio”, traza que se repite en todos los mapas de la época, camino que estaría buenísimo tratar de encontrar y que coincidiría parcialmente con la actual Ruta 61.
Ya desde el empezar la historia es larga porque los documentos de la época, citan la estancia desde antes de 1840, en tierras arrendadas que a partir de 1839, pertenecieron al distrito de Las Flores, propiedades originales de los enfiteutas Pedro Sheridan y Manuel Rabago, épocas siempre peligrosas a pesar de los tratados de paz de Juan Manuel de Rosas con los pueblos originarios.
Hasta la llegada de Portugués (1806-1886), las tierras de Pedro Sheridan tenían una superficie de 11 leguas con frente al arroyo Las Flores limitando al norte con el mismo, al oeste con Juan Cascallares y al sur y al este con los campos de los Ortiz Basualdo. José Portugués las adquiere en sociedad con Juan Smith y la transforman en un “estancia de trabajo”.

UNA ESTANCIA FORTIFICADA

Como todas las estancias de la época, “Nueve de Julio” estaba dedicada a la cría de ganado, establecimiento autosuficiente en el medio de la pampa sin árboles, establecimiento rural que ofrecía trabajo y protección a sus habitantes tal como sucedió en el año 1859 cuando fue refugio del pueblo “Esperanza” y sede del Fortín del entonces comandante Juan Agustín Noguera.
Es que la estancia en sí misma era mucho mejor que un fortín: tenía su propio sistema de defensa cercada por un foso de dos metros de profundidad por tres de ancho en el perímetro de una manzana, y que ostentaba un alto mangrullo desde donde se divisaba el horizonte hacia todos los puntos cardinales aunque principalmente, hacia el oeste que era por donde entraron los malones que tantas veces atacaron la estancia.
El foso circundante, tal como la defensa contra inundaciones de General Alvear, hacía imposible el paso de la caballada como no fuera por el puente que se retiraba en circunstancias de peligro. Además, estaba defendido “por cinco piezas de artillería, cuatro cañones y una culebrina de más efecto que eficacia” (Volonté, 2013), como es fácil deducirlo. Los cañones, algunos de los cuales aún se encuentran en la estancia, eran del tipo de cargar por la boca y efectuado el disparo se introducía una baqueta en forma de escobillón para limpiar su interior de todo vestigio de fuego. La última invasión que puso en temores a esta parte de la campaña, ocurrió en 1877, un año antes de que Portugués la vendiera a Marcos Riglos, después de tanta perseverancia y sacrificios.

Cartel de chapón que preside el casco de la estancia
que desde 1876 pertenece a la familia Riglos.
Fotos gentileza Alfredo Gándara.
PRIMERA VENTA DE LA ESTANCIA. GRAN ESTAFA A PORTUGUÉS

Entremedio, en 1845, Portugués y Smith habían vendido la estancia a la sociedad de José Ortiz Basualdo y Federico Massot. Esta venta bien podría haber sido el causante de un cambio radical en la historia de General Alvear pero, por esas cosas de la vida o la historia, Basualdo y Massot no pagaron la hipoteca obligando a Portugués a comenzar un largo litigio que finaliza recién 14 años después, recuperando la titularidad de la tierra en 1859 (Navarro Viola, 1866).
La larga historia de la estancia que llega hasta hoy con su nombre primitivo pero con otros propietarios, tiene durante sus primeros 40 años una relación sumamente estrecha con la historia del pueblo. Comienza cuando con las gestiones de Juan Manuel de Rosas se pacifica la campaña y se crean los distritos de Las Flores, Saladillo y Tapalqué dentro de los cuales se encontraba Alvear. En ese contexto, Portugués llega e instala su estancia siendo pionero y ejemplo para otros por su osadía y audacia a pesar de los peligros reinantes.

ESTANCIA DE TRES DISTRITOS

Por su gran extensión y la inexistencia del partido de General Alvear, la estancia “Nueve de Julio” figura en los tres partidos originales y en General Alvear a partir de 1869. Por ejemplo, en 1867, el Sr. Solivaez en representación de don Vicente Amador y de la estancia “Nueve de Julio” de José Portugués, denuncia en Tapalqué al Sr. Don Pedro Quejilaver por haber sacado hacienda vacuna para Buenos Aires con la Marca 25, señal de Portugués en todos sus campos. Es así que Tapalqué, Las Flores, Saladillo y General Alvear son los cuatro distritos que conjugan su historia en la estancia de José Portugués.
La venta de la estancia en 1843 y la ida de Portugués, pudo cambiar la historia de la región, pero sucedió entonces que después de vender, pasaron más de dos años sin haber cobrado un peso de las 11 leguas cuadradas con todo lo plantado y construido. Portugués entonces, a la edad de 38 años, comienza un juicio con el que conviene, el 31 de octubre de 1845, recuperar la Estancia en el estado en que se halla y donde “según los inventarios últimamente formados, sólo existen 270 cabezas de ganado” renunciando “todos los derechos que hasta ahora han pretendido sobre animales orejanos que se dicen marcados por Basualdo con la marca de la Estancia Independencia”. (Libros Google, Navarro Viola, 1886, 21).
De los más de 400 folios de los que consta el juicio se desprenden características de la estancia y de su propietario que además, muestran las particularidades de los habitantes de nuestro campo desde 1840 a 1880… y también de los engaños y enredos que siempre existen en negociados y sociedades, traiciones y quebrantos que parecen no han mejorado a pesar de que han pasado ya casi 190 años.
Parte más antigua del caserón donde se aprecian los techos en azotea a los que se accede
por una escalera de fierro desde un patio interior de la casa.

CUANDO EL GANADO ERAN MILES

Cuando Portugués se reinstala en 1845, la estancia estaba totalmente desmantelada ya que se había vendido con 11.000 cabezas de ganado de las cuales quedaban sólo esas 270 nombradas y en lugar de las 6.000 ovejas, quedaban 2.257 y muchas deudas que obligaron a Portugués a vender “las valiosas propiedades de las calles Rivadavia y Victoria” en Buenos Aires (Libros Google, 13). Los abogados, después de la primera parte de tamaño juicio cobraron la suma de 500 cabezas de ganado a saber, 300 novillos de dos años y medio para arriba y 200 vacas de tres años para arriba a pagar a los 12 meses de su posesión, honorarios que se niegan a pagar la parte perdedora borroneando partes del contrato de venta. Tal como dice el abogado de Portugués en el juicio, tanto Massot como Basualdo, (peleados entre sí a estas alturas pero unidos en la intención de no pagar), se reunían “conformes y avenidos para despedazar la fortuna de Portugués ganada a la vista de todos, con el sudor de su rostro y no con trapacerías” (Navarro Viola, 1866).

RECONSTRUCCIÓN DE LA ESTANCIA

Portugués reinicia la actividad en la estancia haciéndose cargo tal como lo disponía la Transacción en su artículo N° 2, del pago de gastos y sueldos vencidos de los peones y capataces y los fletes realizados por el mayoral Garay que transportaba los frutos de la estancia hasta Buenos Aires. Autorizado por esta Transacción, el Juez de Paz de Las Flores, Mariano Díaz, permite a José Portugués que tome posesión de la propiedad que estaba “todo en ruina pues había desaparecido casi todo lo que antes tenía dicha Estancia”. En varias oportunidades, Portugués reitera que “únicamente se proponía que se le pagase su cuenta” y que “por no haber otro remedio, se conformó con quedarse con la estancia”.
Para beneficio del pueblo que aún no existía, Portugués se queda en General Alvear y continúa con tesón en el campo levantando nuevamente todo lo destruido y saqueado por Basualdo y Massot, tal como lo haría tantas veces después de las invasiones indias. Todo esto sucedía por los años 1845 y 1846 cuando pasa el viajero Mac Cann por el lugar y es recibido por sus dueños, quienes seguramente eran José Portugués y su esposa María de los Santos Requejo, los que “les brindaron un almuerzo inmejorable en el que no faltó café y otras cosas servidas a la manera europea” (Mac Cann, 1847).
Galería que da al norte donde se aprecia el señorial y antiguo porte.

A partir de 1845, Portugués y su socio trabajan denodadamente para “convertir las taperas en casas y el desierto en poblaciones y haciendas”. A partir de allí, hay un largo paréntesis de reconstrucción que se extiende desde 1846 hasta fines de 1856, o sea, hasta después de creado fortín y pueblo Esperanza, tiempo durante el cual, Portugués se hace cargo incluso de la “Estancia Independencia”, estancia alternativa creada por Basualdo para desmantelar “Nueve de Julio” y que “no dio ni para cubrir los gastos” (Navarro Viola, 1886, 28).
Con la inestabilidad de la frontera, Smith se va y vende su parte a Portugués que mantiene la misma marca de ganado desde 1839, el 25, señal que usó en todas sus propiedades aún fuera de “Nueve de Julio”, transferida el 7 de febrero de 1839 a Ramón Basualdo con motivo de la venta y vuelta a transferir el 29 de marzo de 1859” (p.40), existiendo la misma marca en los puestos “Angelita”, “San Miguel”, “Santa María” y “San Antonio” puestos que figuran en los mapas antiguos.

SE ACABA LA PAZ EN EL CAMPO

En 1853, los malones recrudecen, llevándose la hacienda y dejando muchos muertos y heridos. Su yerno, Manuel Venancio Paz de “los Carrizales” y fundador de la ciudad de Las Flores, es tomado prisionero por los indios (Genaro, 2012). Portugués entonces firma junto a otros estancieros, comerciantes y pulperos de Saladillo, Las Flores y Tapalqué un petitorio para que el Gobierno cree un fortín a sus expensas, ya cansados de los avances del indio por el oeste totalmente desguarnecido. Con la aprobación del Gobierno, José Portugués construye el fortín a sus expensas con 25 de sus peones acompañando al fortín y apoyando a sus comandantes y Guardias Nacionales y abasteciéndolo cada vez que era descuidado por el Gobierno que atendía otras causas políticas y “de estado”.

ESTANCIA SEDE DEL FORTÍN ESPERANZA.

En 1859, después de la invasión de Olivenza e incendio del Pueblo Esperanza, la estancia “Nueve de Julio” es sede de Pueblo y Fortín y desde allí, Juan Agustín Noguera escribe cartas sobre la difícil situación de la campaña en esos momentos. Desde 1866 a 1873, la estancia cada vez es más extensa ya que Portugués compra al Superior Gobierno sobrantes de campo lindantes completando las 26.000 hectáreas teniendo en 1878, 17.600 vacunos, 20.500 lanares y 100 yeguarizos.

Tanto y mucho más para contar de esta estancia en épocas de grandes cambios para Alvear y Buenos Aires. La estancia “Nueve de Julio” fue y es una estancia de trabajo, fue una estancia fortificada, fue sede del Fortín Esperanza, bastión y pionera en la construcción de la identidad alvearense.


Realmente, y tal como afirma Ramón Capdevila fue una estancia baluarte, centro de actividades económicas y sociales y su propietario, don José Portugués, guía y ejemplo de trabajo y estoicidad, fuente y generador de cambio del Pueblo y siendo con justicia, parte fundamental del pasado heroico de General Alvear.




FOTO: La imagen corresponde al ejido del Pueblo Esperanza en 1856. Del centro del pueblo se ve perfectamente dibujado el camino hacia la Estancia Nueve de Julio (hacia el Noreste).
Valerie Brownie de Gándara (a la iquierda) con Lis Solé
recorriendo el amplísimo parque que rodea a la estancia.

Nota: José Portugués nace en Buenos Aires en 1806 y fallece en 1886 sin descendencia, dejando como Heredero Universal de su fortuna a la Sociedad de Caridad San Vicente de Paúl después de la expresa donación a otras 44 instituciones benéficas de salud, educación o religiosas.

Dudas sobre la ubicación del Fortín Esperanza

Fortín Esperanza dibujado por Justo García Errecaborde.


          Muchas veces no es tan fácil leer los documentos y más cuando estos se contradicen, contemplando que están escritos en letra manuscrita difícil de entender complicado por el uso de un vocabulario que actualmente parece incomprensible.
La pregunta se repite sin cesar: ¿DÓNDE ESTABA CONSTRUIDO EL FORTÍN ESPERANZA de General Alvear?
           Hay tres lugares posibles: enfrente de la Plaza, en las cercanías de la actual Terminal de ómnibus o en la gran loma fuera de la circunvalación sur (Avenida Belgrano).

PRIMERA TEORÍA:
EL FORTÍN ENFRENTE DE LA PLAZA.

            Hasta el año 1969, y de acuerdo a los autores Capdevila e Isabel Llantada de Márquez, el fortín se hallaba en la cuadra donde actualmente se levanta la Municipalidad entre las calles Irigoyen, Alsina, San Martín y Sarmiento.
Isabel Llantada de Márquez dice “se construyó el Fortín Esperanza en la margen derecha del arroyo Las Flores, ocupando el sitio en que ahora se encuentra la manzana frente a la Plaza, donde se ha edificado el Palacio Municipal, en el Pueblo de General Alvear” (Llantada, 16).
            Tal como la tradición oral lo refleja, había una cuneta donde actualmente está Bomberos Voluntarios sobre calle Alsina y otra enfrente de la Municipalidad y que se extiende hacia el oeste, lugar donde se rompía la vereda y el asfalto porque “eran los antiguos zanjones que rodeaban el fortín” y por eso “cedía el piso”. Cuando se arregló el veredón de la Municipalidad, los albañiles que hicieron el trabajo extrajeron del lugar gran cantidad de residuos y pedazos de botellas cerámicas que bien podrían ser restos del fortín.
            Esta teoría tiene su fundamento, -además de la tradición oral-, en el plano que fue dibujado por el Mayor de Ingenieros Ludovico D´ Ourbourg el 29 de febrero de 1856, cuadro del que se encuentra una copia en la oficina del Sr. Intendente Municipal.
            En ese mapa del Pueblo Esperanza, se ve la plaza en el centro con sus manzanas cuadradas y las quintas con un único camino de salida que va hasta la estancia “Nueve de Julio” de José Portugués.

SEGUNDA TEORÍA:
EL FORTÍN ESTABA EN LOS ALREDEDORES DE LA ACTUAL TERMINAL DE ÓMNIBUS

            En el año 2003, Thill y Puig Domenech, investigadores trabajadores en la Dirección General de Geodesia de La Plata, publican su libro “Guardias, fuertes y fortines de la Frontera Sur. Historia, antecedentes y ubicación catastral”.
            En este libro, los autores tienen en cuenta para la ubicación del fortín los planos N° 167-23-4 y 818-30-2 existentes en Geodesia, plano dibujado por Saturnino Salas el 12 de enero de 1856, o sea un mes antes que el plano de D´Orbourg.
            El libro dice: El fortín estaba ubicado “en las actuales manzanas de la ciudad de General Alvear N° 119, 120, 128 y 129, entre las calles C. Piñero, E. Echeverría, M. Belgrano, B. de Irigoyen, San Martín y Sarmiento”.
            Las manzanas N° 119, 120, 128 y 129 se encuentran entre las calles Bernardo de Irigoyen y San Martín, y entre Belgrano y Roque Pérez que sería la Terminal, donde está la Dirección de Cultura y la Terminal de Ómnibus, la cuadra del Almacén 2020, la cuadra de Mirta Anido bajando hasta lo de Maranzano y la cuadra del Corralón de Majluf.
            El Plano original es hermoso. Los colores ocres, verdes, amarillos y naranjas son espectaculares. El diseño y el detalle en cada línea impresiona y maravilla. Pero…, si este plano se hubiera hecho realidad Alvear tendría cuadras rectangulares y no cuadradas como las que tiene realmente.
            Las dimensiones de las manzanas no coinciden: de acuerdo a este plano, las manzanas  estarían formadas por seis lotes de 35 X 50 centímetros lo que darían un total de 70 X 100 metros y en realidad, todas las manzanas de General Alvear tienen 86.60 X 86.60 metros que si las pasamos a la medida usada en la época, las varas, resultaría un número aproximado a 100 metros, pero tampoco es exacto y a más, habría que agregar los anchos de vereda y calle que están fuera de los límites municipales. O sea, con las veredas, las manzanas llegarían a tener 100 metros de lado, pero nunca 170 metros, salvo los solares que se encuentran fuera de la línea de circunvalación dada por las avenidas Belgrano, 9 de Julio, 25 de Mayo y Papa Francisco (anterior Rivadavia).

TERCERA TEORÍA:
EL FORTÍN ESTARÍA EN LA GRAN LOMA UBICADA AL SUR DEL PUEBLO.

            Según muchos, el fortín estaría en la gran loma al sur del pueblo, quizás rumbeando hacia la ubicación que definen Thil y Puigdomech pero no comprendería la gran loma que está entre Belgrano y Piñero.
            Desde ya que podría ser, -obviando la diferencia en el largo de las manzanas o cuadras-, que el fortín estuviera en el lugar mencionado por estos autores y que continuaran los corrales hacia la loma ubicada al sur pero no es seguro.
 
José Portugués con sus empleados construyendo el Fortín Esperanza. Verano de 1854.
Ilustración de Emiliano Labourdette.





¿Y A QUIÉN CREEMOS?

El Plano de colores que tienen en cuenta Thill y Puigdomenech está dibujado por el agrimensor Saturnino Salas cinco meses después de creado el pueblo el 28 de agosto de 1855. Se supone que Salas ha venido hasta Alvear y ha mirado o medido el fortín y el pueblo… O no.
Si el plano de Saturnino Salas que tienen en cuenta los autores Thill y Puigdomenech se hubiera hecho realidad las cuadras de General Alvear serían rectangulares y el fortín “podría” estar entre las calles Piñero, Belgrano, San Martín y Sarmiento pero eso no es así porque las cuadras actuales son cuadradas.
      Por otro lado, en el mapa sin colores el Pueblo tiene manzanas cuadradas y sólo se ven construcciones en el centro donde estaría enclavado el Fortín, lo que pareciera es el plano que más se condice con la realidad además de que generalmente, en lo demás pueblos los fortines estuvieron en el centro del pueblo.
Y volviendo a la teoría de “la loma” este sitio no estaría señalado en ningún lugar más que en el sentido común e ideario de que “siempre se está más seguro en la loma” y más en tierras muy inundables aunque el centro del pueblo también está en una loma.

LOS ERRORES Y CONTRADICCIONES SE REPITEN…

En esta Buenos Aires no es de hoy que no todo lo que brilla es oro y que no todo lo que dicen los papeles es verdad, y sin querer saber más que la historia me permito dudar de las tres teoría, a sabiendas de tantas construcciones y proyectos que incluso fueron pagados por los Gobiernos pero que nunca se hicieron realidad, como bien puede ser el caso de ese Fortín y Pueblo Esperanza plasmado en un plano como el de Salas que además, es refutado por otro Ingeniero sólo un mes después.
Los errores y contradicciones se repiten…
Fortín cuadrado, con forma de estrella, redondo… Los documentos a disposición no son claros y queda a criterio de cada uno las conclusiones que podrían ser refutadas o corroboradas en futuras investigaciones que determinen cuál sería la verdadera forma y emplazamiento del fortín Esperanza.
Por ahora, nadie puede afirmar que el fortín estaba enfrente de la Plaza actual o cerca de la Terminal de Ómnibus o sobre la loma señalada porque no hay información que haya sido corroborada y quien lo hiciera, estaría faltando a la verdad.
Hay que seguir buscando y analizando documentos, quizás volver a convocar a los arqueólogos para que continúen sus investigaciones sobre el fortín... En fin, los documentos a disposición actuales son los nombrados y por ahí, con el trabajo y análisis de documentos y sitios algún día sepamos donde se encontraba exactamente el fortín Esperanza.

Plano dibujado por el Mayor de Ingenieros Ludovico D´Ourbourg el 29 de febrero de 1856.
Plano de colores dibujado por Saturnino Salas el 12 de enero de 1856.

 
Bibliografía:
1.       Puigdomenech, Jorge Alberto; Thill, José Pedro. Guardias, fuertes y fortines de la Frontera Sur. Historia, antecedentes y ubicación catastral. Tomo 1 y 2. Servicio Histórico del Ejército Argentino. Buenos Aires. 2003.
2.       Llantada de Márquez, María Isabel. Fortín Esperanza, hoy General Alvear. Buenos Aires 1969.
3.       Solé, Lis. José Portugués y su participación en la fundación del “Fortín Esperanza” (1853), del “Pueblo Esperanza (1855) y el partido de General Alvear (1869). Libros del Espinillo. Buenos Aires. 2019.



miércoles, 1 de abril de 2020

Historias largas de la familia Crotto



José Camilo Crotto mostrando un manojo de plantas de lino, oleginosa de mayor cultivo en 1925.

General Alvear es pueblo de estancias e historias de grandes familias, de gente que quizás se veía poco pero que dieron trabajo y sustento a generaciones alvearenses. Alvear es un pueblo de peones de campo, de alambradores, molineros, puesteros, cabañeros, parqueros, quinteros, herreros, amansadores, arrieros, esquiladores, cocineros y tantas otras profesiones derivadas de la ganadería y la agricultura; chacareros con arados y sembradoras, cosechadores de todas las épocas, familias completas que han vivido y trabajado en las estancias durante años.
Un ejemplo son las estancias alvearenses de la familia Crotto como “Los Flamencos”, “La Maruja”, “La Francia” (de la Sra. Alcira Fassio de Crotto), “La María Luisa”, y “La Italia” ya en el partido de Tapalqué. La historia comienza cuando el italiano Guisseppe Crotto llega a la Argentina y se instala en la Dolores. Giusseppe era pulpero, dueño de “La esquina de Crotto”, posta de servicio de la galera “la Central” de Serafín Dávila y sus hijos, que recorrían estos parajes llevando correos y pasajeros.

ESTANCIA “LA ITALIA” Y “LA FRANCIA”
Galpón de esquila de "La Francia"

En 1878 se muda a Tapalqué donde funda en 1878 la estancia “La Italia”, actualmente estancia “San Enrique”, propiedad de unas 20.000 hectáreas que se extendía en el partido de General Alvear siendo linderos del marqués de Olaso por el norte. En esos tiempos la zona estaba asolada por las tribus de Blanca Grande y Crotto eligió una loma adonde construyó un fortín de 50 por 50 metros de lado, rodeado por un foso de cinco metros de ancho por cuatro de profundidad que se bandeaba a través de un puente levadizo de troncos de álamo que se levantaba por las noches con una roldana y una soga atada a un petiso.




Norberto Crotto Intendente Municipal.
¡Qué tiempos! Se había casado con doña Valerie Villas, una hermosa francesa que lo acompañó durante toda su vida y que, en recuerdo de su querida tierra lleva el nombre de otra estancia alvearense “La Francia”, heredada por uno de sus hijos, Eloy Norberto Pedro Crotto, “bautizado en la Parroquia Nuestra Señora de los Dolores al Sud de Río Salado el día 21 de agosto de 1863”.

“RESPETABLES MATRONAS” QUE ADMINISTRABAN EL HOSPITAL.

La “respetable matrona” Valeria V. de Crotto, participó activamente en la Sociedad de Beneficencia de General Alvear que a través de las “Damas de la Caridad” de la “Asociación Bernardino Rivadavia” intercedieron activamente en la creación del Hospital. Ella, “madre del senador nacional por Buenos Aires, doctor José Camilo Crotto” contribuyó con respetables sumas de dinero para tal fin. El hospital “Bernardino Rivadavia” tuvo su piedra fundamental el día 15 de agosto de 1907 y constaba de dos salas habilitadas que llevaba “el nombre de D. José Crotto la primera quedando la segunda sin descifrar”.
Para que el ferrocarril llegara hasta sus campos de Tapalqué, los sucesores de José Crotto (José Camilo y Enrique) vendieron a la S.A. Compañía Tierras del Sud, con fecha del 16 de diciembre de 1910, una fracción de campo que formaba una superficie de 500 hectáreas, cantidad mínima requerida para la formación del pueblo que tomó su nombre: Crotto.

Casa de los peones de la "María Luisa"


“VAN POR CROTTO” Y LA CREACIÓN DE LA PALABRA “CROTO”.

Felipe José Camilo (1862-1936) fue el primer gobernador radical de la provincia de Buenos Aires, fundador de la Unión Cívica Radical junto a Hipólito Yrigoyen y líder de la Revolución de 1905 pero, ya peleado con Yrigoyen, se fue de la provincia y armó una línea interna radical opuesta al Presidente. El gobernador pasó a la historia porque durante su gestión, 1918-1921, hizo que los linyeras, mendigos e indigentes viajaran gratis en los trenes (Decreto N° 3/1920). A esas personas, que en realidad eran trabajadores golondrinas y obreros de la cosecha, se les daba un carnet para poder viajar gratis en épocas de recolección. Cuando los jefes de estación veían a los braseros que viajaban con pasaje gratuito, los contaban en voz alta y gritaban “Van por Crotto” lo que degeneró “son crotos”, palabra que después se usó para referirse a las personas sin hogar que vagaban por los campos.

JOSÉ CAMILO CROTTO, CREADOR DE LA “BOINA BLANCA RADICAL”.

Ernesto Quiroga Micheo tiene acceso al archivo de su bisabuelo y descubre en José Crotto a un hombre corajudo, inteligente, idealista, honrado, alegre y campechano, quién fue uno de los principales fundadores de la Unión Cívica Radical y creador de uno de sus símbolos más característicos: “la boina blanca radical”. Sin embargo, ha sido ignorado por los historiadores radicales porque si bien fue el gestor de la candidatura de Yrigoyen y fiel amigo, posteriormente se enfrenta con él y como sucede en política, fue “conveniente ignorarlo” (Quiroga Micheo, 10).
Junto con Giusseppe “José” Crotto vino de Italia su hermano Luis, seis años mayor que José y que fallece en 1882 en Dolores a la edad de 33 años. Quizás en recuerdo suyo, María Luisa Crotto lleva su nombre, nombre característico de otra de las estancias y que identifica el paraje donde se encuentra la Escuela N° 19 “Martín Miguel de Güemes” de “La María Luisa”.

La carnicería de la "María Luisa"
No es fácil armar el árbol genealógico de los Crotto siendo todas familias numerosas y con nombres repetidos. En el mapa de Alvear de 1939 figuran como propietarios Claudio (“Los Flamencos”), Norberto como propietario de “La Francia” y María Luisa (propietaria de “La María Luisa”) con un total de 22.000 hectáreas. “La Francia” era solo campo: no tenía grandes construcciones y lo más que había eran unos puestos a cargo de la Sra. Alcira Fassio de Crotto.


LOS CROTTO EN GENERAL ALVEAR.

¿Cuándo llegan los Crotto a Alvear?
En 1872, Roque Robles conviene transferirle a don José Crotto todas sus acciones y derechos de dos leguas de terreno que posee en el partido de General Alvear. Según el expediente, las dos leguas mencionadas deberán “lindar con J. Justo hoy Don Luis Goya y por el otro con don Santos Villafañe; y por las otros dos lados con los términos que él mismo ya había transferido a don Agustín Rivas”; y por el otro lado, el campo cedido lindaba con los que él mismo se reservaba, pagando por esas dos leguas $90.000 que paga Crotto en cuotas durante ocho años.

Detalle del galpón de esquila de "La Francia"

ESTANCIA “LOS FLAMENCOS”, REFERENTE DE GENERACIONES ALVEARENSES.

“Los Flamencos” era la estancia que se encontraba más al Norte, justo en la esquina donde actualmente se encuentra la Escuela N° 21, escuela donde asistían los hijos de los colonos de la Colonia “San Salvador del Valle” por estar mucho más cerca que la Escuela N° 15.
En 1939, “Los Flamencos” se encontraba a nombre de Claudio Victorino Crotto, de 67 años, otro de los hijos de Giusseppe y Valerie que había nacido en Dolores en 1871. Aunque figuran otros Crotto, Claudio es el que se encarga de toda la administración del campo, salvo “La María Luisa” donde estuvo mucho tiempo Damián Hernández como encargado. Al fallecer Norberto Crotto, sus herederos son su esposa Alcira Faccio y su hija natural, María Carolina Crotto, la “Maruja”, hereda la estancia de 4.500 hectáreas.
Quien fuera el padre del presidente de la Sociedad Rural Argentina, Enrique Crotto, hereda “Los Flamencos” que lleva actualmente el nombre de “La Mama Chocha”. En épocas de don Enrique, su hijo estudiaba en Buenos Aires y venía en tren hasta Alvear adonde lo esperaba el cochero Casablanca que venía todos los días al pueblo levando mercaderías, correos y personas en un carro tirado por cuatro caballos, tarea que realizó hasta casi los años 60.

ESTANCIA “LA MARUJA”.

La historia es larga. En 1936, cuando fallece Norberto Crotto, “Maruja” hereda la mitad de la estancia. Casada con el Director y accionista principal del entonces Hospital Rawson, el Dr. Federico Ras, tiene dos hijos; Norberto y Héctor. Cuando “Maruja” y Federico Ras se hacen cargo del campo, el casco actual todavía no estaba construido y se destacaba una planta de ombú y dos eucaliptos que rodeaban un rancho largo de barro y un tanque australiano de grandes proporciones con un molino muy alto y algunos otros molinos que aún están.
Había un monte en el Cuadro 1 y, a cobijo de “El Monte Viejo”, en los años 40 con los campos parcelados de la sucesión, llega don Linos González con sus empleados y construye un pisadero donde fabrica todos los ladrillos y materiales necesarios para el nuevo casco de “La Maruja” construido por los hermanos “Pito” y “Pirucho” Migliori. 
Fueron épocas donde llega don Manuel Casariego como boyero de arados con caballos y que permanece en la estancia ya por tres generaciones. Antes de Don Manuel Casariego estuvo Don Manuel Cancela quien había sido mayordomo de La Francia junto a Don Norberto Crotto hasta su muerte y que acompañó  a la abuela a Maruja cuando ella heredó en 1936.
Federico Ras fallece en 1961 y sigue Maruja en la estancia hasta que muere en 1975, señora campechana y cariñosa, muy recordada por su cordialidad y su trabajo. Su nieto Fernando recuerda que un día llega la esposa del Marqués de Olaso en una americana para invitarla a tomar el té en su estancia y perpleja, encontró a la recordada y querida Maruja “trabajando en el gallinero”.
Alvear, pueblo de estancias, de hombres y mujeres de campo. Estancias donde convivían en cada una hasta cuatro parqueros con sus familias, quinteros, boyeros, carreros y tractoristas, correos y chateros al pueblo, molineros y mensuales, tropilleros y amansadores, herreros y galponeros. Alvear, tierra de caudillos y estancias generadoras de trabajo y crecimiento agro ganadero.

Fotos:
1.    José Crotto mostrando un manojo de lino.
2.    Entrada de la ex estancia “Los Flamencos” característica de la esquina de la Escuela de Los Flamencos.
Bibliografía:
-      Quiroga Micheo, Ernesto Quiroga Vergara, Ernesto Raúl. Historia de una ingratitud. Editorial Armerías.
-      Diario El Progreso del 29 de diciembre de 1912.
-      Family Search. Crotto, Claudio. Recuperado de https://www.familysearch.org/ark:/61903/3:1:939D-VWNT-5?i=92&cc=1972912
-      Edelberg, Gregorio. Atlas de Partidos de Provincia de Buenos Aires. 1929.
-      Family Search. Eloy Norberto Pedro Crotto FamilySearch. Recuperado de  https://www.familysearch.org/ark:/61903/3:1:939D-V4S9-9?i=298&cc=1972912
-      Agüero Mielhuerry, Eduardo. Modestos apuntes de la vida de un Crotto. Diario El Tiempo. Azul. 14/01/2019. Recuperado de https://www.diarioeltiempo.com.ar/sociedad-modestos-apuntes-de-la-vida-de-un-crotto-A8B8FBC895

EL DATO: “La esquina de Crotto”

"La esquina de Crotto" en El Tordillo. Foto de Serafín Ávila.

            La esquina de Crotto se encuentra en el Partido de El Tordillo siendo una posta y almacén de ramos generales o pulpería, instalada en el año 1855 con habitaciones para dar albergue a los viajeros. Aún se mantiene en pie, en el lado sur de la rotonda carretera, frente al destacamento policial. Durante tres generaciones fue atendida por miembros de la familia Daguerre y a pesar de que existe un proyecto de la intendencia de Tordillo para reacondicionar el viejo almacén y crear un museo con la historia de José Crotto, la pulpería está actualmente abandonada.
            El último propietario Antonio Daguerre, contaba que la esquina era “una de las dos pulperías que todavía aguantaban en la provincia desde el siglo pasado” ya que "la otra estaba en la esquina de Arguina, cerca de Santa Clara del Mar y camino a la localidad de Coronel Vidal".
            En la pulpería paraban las tropas, los carros, las diligencias y las carretas que llevaban mercaderías y pasajeros a General Lavalle, cuando al lugar se lo conocía aún como “los pagos del Tuyú”, en épocas donde Buenos Aires tenía dos puertos y el tránsito era mayor.
            También visitaban el establecimiento "los turcos en las jardineras", que vendían desde verduras hasta piezas de seda con destino a las familias que vivían en las estancias próximas siendo después los Daguerre lo que hacían el reparto por los campos.
            En la Esquina de Crotto se cambiaban los caballos y se daba comida y alojamiento a los viajeros que venían precedidos de un chasqui que avisaba cuántos pasajeros venían en la diligencia para así tener tiempo de preparar los platos en las mesas y armar las camas si llegaba la noche.
            Como toda pulpería que se precie, dicen que allí nunca faltaron payadores y cantores que además de comer y beber, jugaban a las cartas, corrían cuadreras o armaban grandes bailongos, lugar donde dicen asistía el mismísimo José Camilo Crotto para compartir una caña entre los paisanos.


Interior de la esquita de Crotto. Foto Serafín Ávila.
            Fuente: La pulpería que sobrevive en el tiempo. Diario La Nación. Sociedad. 10 de julio de 2000.
           

Estación "Emma" del ferrocarril General Roca

Emma Del Carril con su hijo y su dama de compañía y enfermera, Carmen. En La Porteña, Lobos.
Foto gentileza Museo Pago de los Lobos.

       Estación de trenes… Quién no siente fascinación por una vía de tren que se pierde en el horizonte o un tren que pasa… Estaciones que nos lleven a otros lugares, a otras vidas, a distintas realidades donde el corazón cree que será más feliz… Recorrer otros caminos dando a la vida otras oportunidades.
       Los “caminos de hierro” fueron creados con la intención de integrar y dar vida a lugares y regiones y principalmente, para dar salida a los productos agropecuarios. En General Alvear el tren llega en 1897 viniendo de Saladillo y pasando por la estación José María Micheo. Sin embargo,  llega a la estación Emma recién el 15 de octubre de 1910 continuando hasta Pigué siendo  la primera estación del ramal que se abría en Empalme Alvear y

      Los nombres de las estaciones son bastiones de historia, referentes de raíces familiares y personales. El nombre de la estación Emma recuerda a Emma del Carril de Erdmann, nieta de Tiburcia Domínguez y Salvador María del Carril, poderoso hacendado de la provincia y con una vida política muy intensa (llegó a vicepresidente de la Nación, secundando a Rivadavia). La estación está dentro de la estancia “San Justo”. Uno de los hijos, Pedro Ángel del Carril que nace en 1832, se hace cargo de la estancia y cede parte de su propiedad a la compañía inglesa Ferrocarriles del Sud para que construya una estación que  llamaría como su hija mayor: Emma María Salomé del Carril Puig que nació el 28 de enero de 1871.

FAMILIA DEL CARRIL… PADRINOS DE LA IGLESIA DE ALVEAR


Cartel de Estación Emma sobre la vía abandonada.

       La familia Del Carril estuvo en el pueblo desde sus inicios participando activamente en eventos sociales y religiosos. Por ejemplo, cuando el 23 de septiembre de 1900 se colocó la Piedra Fundamental del primer edificio de la Iglesia Católica los padrinos de la misma fueron el padre de Emma, Roque Robles propietario de la estancia “La Primavera”, José María Micheo de “Los dos amigos” y José Rufino de Olaso dueño de “San Salvador del Valle”. Recordemos que los padrinos eran los que aportaban el dinero para la construcción de la Iglesia.
       Emma es bautizada en la Iglesia Nuestra Señora de Monserrat en Buenos Aires y sus padrinos fueron sus abuelos Salvador María de ya 72 años y su esposa Tiburcia de 56. Se casó a los veintitrés años con Federico Erdmann, en 1894, dieciséis años antes de que llegara el ferrocarril a “San Justo”.         Dicen sus descendientes que Emma se ocupaba en persona de los tratos con los empresarios ingleses que construyeron el ferrocarril que pasó por sus campos. Emma, muy blanca, libre, mimada, elegante, fina y ligera se ocupaba de todo. El matrimonio Erdmann Del Carril tiene 6 hijos. Cuatro de ellos, Tita, Marta, Jorge y Adolfo forman la Sociedad SRL Erdmann Del Carril a partir de 1941 hasta 1970, encargándose de la administración de “La Porteña” de Lobos y “San Justo” de General Alvear. En la década del 40, Estación Emma era casi pueblito con 508 habitantes, sin hospedajes ni coches, pero con destacamento policial, telégrafo y estafeta en la estación.

DON ADOLFO ERDMANN

       Don Adolfo Erdmann Del Carril es quizás el más recordado de la familia en General Alvear. Vive en “San Justo” y en el pueblo en la calle Vicente López entre Mitre y Althabe. Se casa con su media prima María José Del Carril y tienen 7 hijos: Emma, María Elisa, Víctor Federico conocido como “Torico”, Marta Elena, Guillermo Adolfo, y los gemelos Ana Inés y José María.

       Todo hace suponer que durante su juventud de largos vestidos blancos, Emma vivió en la estancia junto a su padre, y después junto a su esposo Federico. Al final de su vida, sola y con grandes problemas de salud pasa casi todo el tiempo entre “La Porteña” y Buenos Aires donde fallece.
        Sin embargo, desde 1937, durante los veranos visita San Justo y pasa largas temporadas junto a su hijo Adolfo, su nuera y nietos. María José la describe “como la brisa primaveral” casi sin hacer ruido en su silla de ruedas.

EMMA EN SAN JUSTO

      Ella amaba mucho la casona de San Justo y en ella, el recuerdo de su marido. Era suave, dulce, efímera, sonriente… La que repetía: “-Yo soy materia dispuesta”  y que a pesar de su falta de movimiento y libertad, atada por la enfermedad y la edad, convertía todo a su alrededor en una explosión de movimiento. La abuela Emma, tenía chofer, mucama, auto, sillón de ruedas y una enfermera… y se trasladaba con todo. Llegaba a la estancia con regalitos y bombones, ropa para sus nietos y se extasiaba mirándolos. Le gustaba mirar a su nieta mayor manejar un carrito tirado por una cabra o ver los paseos tambaleantes de las otras dos niñas. Cuando se iba, entre sus almohadones y mantas, miraba por la ventanilla del auto como no queriéndose ir, saludando con su mano blanca.

      Muchas veces las dos nietas mayores junto a su padre Adolfo iban a saludar a Emma a Buenos Aires o a La Porteña y pasaban allá una semana… Emma las llenaba de regalos: saquitos nuevos, enagüitas y bombachitas de seda, zapatitos, bombones y muñecas, cadenas y medallas que eran la delicia de las nietas.

LOS ÚLTIMOS AÑOS DE EMMA


        Los últimos años estuvo muy enferma, casi postrada y cuidada por su ama de compañía de toda la vida: Carmen. Al morir Emma, Carmen se ocupa de la administración del casco de “La Porteña” junto a Rebeca Peña, de Lobos, que separa a los hermanos que se mudan y distancian. Así es que queda doña Marta en “La Porteña” y don Adolfo, en “San Justo”.

        En 1963, un gran incendio destruye gran parte de la hermosa casa de “San Justo” que es refaccionada y arreglada por don Adolfo.  Héctor Andrés Pérez recuerda cuando pintaron la casa rosada, en 1976, junto con el “Indio” Cousté viejo, su hijo, “Michi” Almendros, Felipe Haedo, Omar Castro, Bustamante y algunos más… La Casona rosada que no alcanzó a ver Emma…
        En la estación Emma, vive actualmente uno de sus nietos, Víctor “Toriko” Federico Erdmann Del Carril, quién guarda con celo retratos de sus antepasados y objetos de la estación: muebles, caja fuerte, telégrafo, máquina picadora de boletos, faroles, vestigios de un pasado que no se debe olvidar.          Él recuerda cuando Emma lo iba a visitar al Colegio donde estaba internado, en Buenos Aires, y lo llevaba en un auto grande con chofer a pasear al Rosedal de Palermo o al aeropuerto de Ezeiza.

EMMA… NOMBRE DE ESTACIÓN SIN TRENES


         Emma… Nombre de estación sin trenes donde el corazón se retrae… Estación Emma, escuelita N° 10 de Emma ya sabe de dónde viene su nombre. Muchas poesías y canciones infinitas de deseos habrán pasado por los pensamientos de Emma cuando cruzaba esas vías para ir hasta San Justo después de recorrer caminos de polvaredas y rieles. Es el tren de la vida dicen las canciones…                     Caminos infinitos para recorrer, muchas más historias de los Del Carril para contar.