Cuando se viaja por la ruta Nacional
205 de General Alvear a San Carlos de Bolívar, el buen conocedor ve claramente
después de una curva a la izquierda, una construcción rosada entre viejos
árboles. Es una casa de azotea con piso de alto, una pequeña fortaleza que fue
refugio de un vizcaíno, don Juan Francisco Ibarra Otaola, “el Puesto rosa”
según los paisanos del lugar.
Casco de la estancia "Santa Paula" de Ibarra en General Alvear, Buenos Aires. Argentina. |
Bajando por una callecita paralela a la ruta
que va a “Santa Isabel”, se llega hasta este lugar histórico, de ensueño, con
eucaliptos gigantes que no pueden abrazar cuatro personas: es el casco de la
estancia “Santa Paula” nombre de una hija, una madre, la esposa de Juan
Francisco Ibarra Otaola, madre de Juan Francisco Ibarra Florido, abuela de
Néstor Ibarra y tantos descendientes que como ella, llevan en la sangre el amor
a la familia y al arte.
Se trata de doña Paula Florido
Toledo, joven nacida en San Andrés de Giles pero que se mudó de niña con su
familia a la ciudad de 25 de Mayo donde pasó su infancia y juventud que para
nada presagiaba un destino de tragedias y tristes desenlaces. El espíritu inquieto
de esta joven veinticinqueña no vislumbraba una personalidad como la que nos llega hasta el presente y que
ha sido el estudio de investigadores, la inspiración de los poetas y la
admiración de los coleccionistas y artistas.
Su curiosa existencia no
hubiera trascendido en Buenos Aires sino por la estrecha relación que mantuvo
con el único hijo que la sobrevivió, Juan Francisco Ibarra Florido, quién
bautizó con su nombre a las tierras que tenía en General Alvear, la estación “Paula”
de Bolívar y el Museo “Paula Florido” de 25 de Mayo.
INFANCIA Y JUVENTUD DE PAULA
FLORIDO
Doña Paula era hija de Rafael
Irineo Florido, nacido en 1833, -natural de Savona, cerca de Génova, en el
norte de Italia,-, y de Valentina Toledo, argentina, nacida en Tres Arroyos
también en 1833, hija de doña Juana Manuela Martínez, natural de San Nicolás de
los Arroyos. Doña Juana, nacida en 1804, vivió más de cien años y con motivo de
su nonagésimo cumpleaños, en 1894, la familia se reúne en 25 de Mayo, en la
casa familiar enfrente de la plaza principal, y de ese acontecimiento se
conserva una fotografía.
Familia Florido en la ciudad de Veinticinco de Mayo. En el centro Valentina Toledo de Florido y a su derecha, María Justa Saubidet de Florido con el pequeño Néstor Ibarra. Atrás de Valentina, parado de corbata, Juan Francisco Ibarra Florido. Foto: Museo "Paula Florido", Veinticinco de Mayo.
Los padres de Paula se casan
en San Andrés de Giles, pueblo donde nacieron sus hijos Paula, Pedro, José y
Rafael y son censados en 25 de Mayo en 1869, dueños de una “olería”, como dicen
los españoles a los que tienen taller de alfarería. En el mismo Censo, don
Rafael aparece “de profesión hornero” porque poseía una fábrica de ladrillos,
empresa que estaba en auge en esos tiempos de tanta construcción y progreso.
La historia popular aunque sin veracidad comprobada, cuenta que Juan Francisco Ibarra, un vizcaíno que había venido a Buenos Aires con 13 años junto a su tío Otaola, se llega hasta los hornos de don Rafael como cliente en la compra de materiales. Es allí donde conoce a Paula con la que se casa el 18 de enero de 1873 cuando la joven tenía 17 años, siendo sus padres los padrinos y testigos de casamiento por ser menor de edad.
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Ubicación de la estancia "Santa Paula" en General Alvear, Buenos Aires. Fuente: Los Ibarra de Bragado. Sitio web. |
AMORES Y TRAGEDIAS DE PAULA
FLORIDO
Hasta acá todo bien. Pronto
nacen sus dos primeras hijas Josefa Valentina (1873) y Elena (1875) pero con
gran dolor, las dos fallecen al poco tiempo de nacer así que el matrimonio
viaja a Buenos Aires donde nace un saludable varón, Juan Francisco, bautizado
en Buenos Aires en la Iglesia San Nicolás de Bari, el 7 de Julio de 1877.
Al año siguiente, nace Laura,
el 27 de mayo de 1878, ahijada de Rafael Florido y doña Catalina Laporta de
Ibarra, argentina, casada con don Ramón Ibarra, hermano de Juan Francisco y
quién se hará cargo a su muerte del almacén de ramos generales llamado “El
Indio” que estaba frente a la plaza de 25 de Mayo, hoy Biblioteca “Juan
Francisco Ibarra”.
Hasta acá, Paula pierde sus
primeras hijas a muy temprana edad pero si se lee sobre su vida, se observa que
fue signada por la desgracia ya que una y otra vez se repetirá la pérdida de
sus hijos, maridos y nietos, en situaciones tan difíciles de entender como su
entereza rayana en la frivolidad que necesitó para sobreponerse a cada tragedia.
Retrato de Paula Florido en la entrada del Museo Histórico "Paula Florido" de la ciudad de Veinticinco de Mayo, Buenos Aires, Argentina. |
PAULA FLORIDO, VIUDA POR
PRIMERA VEZ
En 1881 y después de perder las
dos primeras hijas, su marido Juan Francisco Ibarra Otaola se enferma de
gravedad; en medio de la incertidumbre, nace otra niña que bautizan también con
el nombre de Elena, siendo sus padrinos los esposos Lauro Galíndez y Elena Domínguez.
Galíndez, -dueño de la estancia “Tres Bonetes” junto a Federico Álvarez de
Toledo y José Atucha-, está estrechamente ligado a la historia de General
Alvear porque figura entre los vecinos que piden la creación del fuerte “Esperanza”,
lindero con José Portugués de la estancia “Nueve de Julio”.
La alegría de la llegada de
Elena no dura mucho ya que a los 39 días del nacimiento de Elena, el 11 de
julio de 1881, fallece Juan Francisco Ibarra Otaola, a los 49 años de hepatitis
intervísica. El matrimonio sólo había durado ocho años.
Sola y con tres hijos, Paula
hizo construir un gran sepulcro a su marido y sus pequeños hijos fallecidos. La
bóveda se destaca en el cementerio de 25 de Mayo por su tamaño pero
principalmente por su belleza: ocho columnas corintias rodean el espléndido
edificio de casi ocho metros de altura y rematadas con angelitos en lo alto,
rodeado de bellas estatuas de doncellas en las esquinas. La profusión de los
adornos exteriores es comparable con la delicadeza de cada detalle y revelan
una construcción esmerada y admirable en
su perfección.
Panteón de Paula Florido en la ciudad de 25 de Mayo. Fotos Lis Solé.
Con la muerte de su esposo,
Paula es heredera de propiedades en General
Alvear, 25 de Mayo, Bolívar, 9 de Julio y Bragado que quedan a cargo de su
padre Rafael y su hermano Rafael Florido (h), quienes los arrendaron asegurando
la renta. El almacén de Ramos Generales quedó a cargo de su cuñado Ramón Román Ibarra mientras Paula intenta reacomodarse a la
nueva realidad.
Pero las desgracias no habían
finalizado: su hija Laura fallece en 1883 en 25 de Mayo de bronquitis y con
sólo cuatro años y a los pocos días, Elena también enferma y fallece “de una
epidemia” en 1883 -seguramente de cólera-,
por lo que Paula decide alejarse de 25 de Mayo y viaja con su madre y el
pequeño Juan Francisco a Buenos Aires.
Los tres primeros maridos de Paula Florido: de izquierda a derecha, Juan Francisco Ibarra, Manuel Vázquez Barros de Castro y Pedro Marcos Gache.
CON EL SEGUNDO MARIDO EN
BUENOS AIRES
En Buenos Aires, Paula
recomienza su vida integrándose a la vida social de la gran ciudad y es allí
donde conoce al periodista español Manuel Vázquez Barros de Castro, conocido
como Manuel Barros.
Manuel Barros fue un gran
periodista en Argentina y en Cuba donde vive hasta 1871 que es cuando parte
hacia Nueva Orleáns. De allí a Nueva York, Inglaterra y Galicia, para regresar
a Buenos Aires donde se ocupó de los libros de comercio y secretario de Carlos
Casares, el dueño de Huetel, en oportunidad de cuando éste fue gobernador de
Buenos Aires desde 1875 a 1878. En la capital participa con publicaciones en
varios periódicos y asiste a reuniones sociales donde entabla relaciones con
Paula y… ¡Con la que se casa el 6 de abril de 1884!
La pareja parte en viaje de
novios a Galicia para visitar la familia del novio que no volvería de España
porque Barros fallece el 5 de enero de 1885.
Nueve meses de casados y
nuevamente viuda. Paula, embarazada, da a luz a su hija Manuela el 25 de enero
de 1885 en Sevilla, veinte días después de fallecer su padre.
Después de estos
acontecimientos, uno muy triste y otro especialmente gozoso, Paula Florido
regresó a Buenos Aires donde fijó su residencia en el número 228 de la calle
Esmeralda, con sus hijos Juan Francisco Ibarra Florido y Manuela Barros Florido.
Por ahí, se creería que con
estas desgracias Paula se daría por vencida pero no fue así.
Paula Florido paseando en bote con su hija. Foto de internet.
TERCER MATRIMONIO EN “LA
VIZCAYNA”
La soltería no era para Paula
que se vuelve a casar dos años después, el 7 de septiembre de 1887 y esta vez
con un porteño, don Pedro Marcos Gache con quien tiene a su hijo Rodolfo. La
nueva residencia de Lavalle 944 se alterna con las estadías en el campo de
Bolívar, “La Vizcayna” o en Cosquín, Córdoba, porque Pedro Marcos sufría
afecciones respiratorias que mejoraban después de las estadías en Córdoba por
su aire serrano y seco.
Frente de la Estancia "La Vizcaína", casco de la estancia que llegó a tener 40.000 hectáreas que incluían las estaciones "Paula" y "Juan Francisco Ibarra". Foto Lis Solé. 2020.
No hay mucha información sobre
Pedro Gache sino en las cartas que se entrecruzan entre Paula y su hijo Juan
Francisco. Allí Paula escribe que estando en Córdoba la salud de su marido
mejoraba pero finalmente, y ante el desconsuelo de Paula y de su hijo Juan
Francisco que la acompaña físicamente o a través de su constante
correspondencia, el tercer marido de Paula, Pedro Gache, fallece en Cosquín en
1896.
Del matrimonio queda un hijo,
Rodolfo Gache Florido.
Frente de la estancia "La Vizcaína", fundada en 1881. Se encuentra a unos 5 kilómetros del pueblo Juan Francisco Ibarra, en Bolívar, provincia de Buenos Aires.
EN EUROPA CONOCE A SU ÚLTIMO
MARIDO
Paula continúa en Buenos Aires
con sus hijos menores, Manuela y Rodolfo, hasta el año 1900, fecha en la que se
embarca con ellos a Europa y fija su residencia en Paris viajando por muchas
ciudades europeas.
En esos viajes y con 43 años,
Paula conoce a su último marido, José Lázaro Galdiano, quizás por Bruselas, Venecia,
París o Roma y de ese tiempo existen cartas de ambos donde demuestran un gran
afecto que termina en casamiento en Roma, el 19 de marzo de 1903, cuando Paula
contaba con 45 años. Los testigos son su
hijo Juan Francisco y su esposa María Justa Saubidet. Con este matrimonio, el
nuevo esposo Lázaro mejoró su reputación como coleccionista al que accedió con
entusiasmo Paula. Lázaro compra en nombre de su esposa un hermoso terreno en el
centro de Madrid y comienzan a construir una enorme mansión que se inaugura en
1910 con el nombre de “Parque Florido”, casona diseñada para ser centro de
actos sociales y culturales.
Paula Florido y su último marido: José Lázaro Galdiano. Imagen de Internet.
LA VIDA EN “PARQUE FLORIDO”
Parque Florido
se construyó con
sumo detalle, amueblado
según el gusto y parecer de
Paula y
alhajada con numerosas
obras de arte
y objetos refinados,
con el fin
de servir de
marco precioso a
una vida más
reposada aunque socialmente
muy activa.
En los suntuosos salones con
techos pintados a mano, se recibían a personalidades españolas y argentinas
en reuniones que se
describían con detalles en las
páginas sociales de
la prensa madrileña que alababa las maneras
distinguidas y don de gente de la anfitriona. Paula se transforma en una gran
coleccionista, viaja con Lázaro por toda Europa y ella es, -según el mismo Lázaro-,
la dueña y propietaria de gran parte de la colección.
Paula se presenta con sus
piezas en exposiciones como propietaria y no con el nombre de Lázaro Galdiano. Su
hija Manuela se convierte en su compañera siendo una gran pianista y
guitarrista que ameniza las reuniones y comparte la afición al coleccionismo de
su madre, conservándose de ella la colección de manuscritos originales y la
colección de tarjetas postales.
DON JUAN FRANCISCO IBARRA
FLORIDO
Quizás tantas desgracias unió
cada día más a Paula con su hijo Juan Francisco y ambos se acompañaron con una
muy fluida correspondencia que tratan de la
renovación de contratos
de arriendo de “Santa Paula”
o “La Vizcaína”, de
problemas de salud
y hasta de las
dificultades con los empleados. Esas cartas entre madre e hijo son las que
dan luz sobre la vida de Paula y que reflejan un amor fraterno lleno de
admiración y cariño.
Juan Francisco se casa con
Justa Saubidet Gache (sobrina del tercer marido de Paula) y pronto nace su hijo
Néstor. La familia se instala en el campo “San José” de 25 de Mayo alternando
sus estudios en la UBA en Filosofía y Letras, y desde el campo, en carta del 2
de enero de 1910, cuenta a su madre que “he
pisado mi suelo natal con emoción bien
que haya vivido
durante tantos años
en tierra extranjera,
¡cómo olvidar que
es en la
propia donde ha
corrido nuestra niñez,
que es ella
la que ha
formado nuestro cuerpo
y nuestra alma,
que ella rige,
aun cuando mismos
no lo notemos,
toda nuestra actividad
moral e intelectual!”.
Allí, el pequeño Néstor conoce
a su bisabuela Valentina Toledo y a su tatarabuela Juana según cuenta en su
carta del 21 de agosto
de 1905.
Paula Florido en "Parque Florido junto a su marido Lázaro Galdiano.
FALLECEN SUS HIJOS RODOLFO
GACHE Y DESPUÉS MANUELA VÁZQUEZ.
Pero para Paula Florido
Toledo, ahora de Lázaro, no habían acabado los sufrimientos. Si bien llevaba
una vida de viajes y hoteles por toda Europa, la muerte repentina de su hijo
Rodolfo Gache ocurrida el 8 de abril de 1916 cuando contaba con 22 años, golpea
fuertemente a Paula.
Su hija Manuela Vázquez Castro
y Florido acompaña a su madre en el luto; ella está de novia con José Luis
Albarrán y con su madre, dos años después, preparan su casamiento en una
fastuosa celebración que da alegría y luz a Parque Florido. Pero tampoco esta historia tendría final
feliz porque, a los 34 años, Manuela y su hijo fallecen en el parto, en 1919.
Naturalmente, los padres
fallecen antes que los hijos y la pérdida de hijos y nietos son casi imposibles
de sobrellevar. El dolor de una pérdida es inmensa pero Paula parece llevarla
con entereza, lucidez y sensatez que admira su hijo Juan Francisco tal como lo
expresa en sus cartas.
La casa estaba preparada para
reunir a la sociedad de la época y una sección del palacio para vivienda
familiar pero ante tamañas desgracias, no volvió nunca más a abrirse y en los
pisos superiores, vivió Paula en compañía de Lázaro hasta que murió en 1932.
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Con Lázaro Galdiano y su hija Manuela que fallece en el parto junto a su hijo. Año 1919. |
PARQUE FLORIDO, HOY MUSEO
GALDIANO
Es increíble que una pueblerina llegara a ser una dama tan distinguida como Paula Florido.
En Madrid, su casa es un Museo con una
colección reconocida en toda Europa. En el Museo Galdiano, un enorme retrato de
más de dos metros de alto la muestra en su espléndida figura bajando de una
escalera, -réplica que se encuentra en el Museo Paula Florido de 25 de Mayo-,
pero sin embargo, apenas unas líneas se dedican a su persona en comparación con
lo escrito sobre su esposo que lleva el nombre de la fundación y del Museo, teniendo
en cuenta que la construcción y gran parte de la colección provinieron de la
fortuna de doña Paula Florido y Toledo con fondos producto de las rentas de los
campos de Buenos Aires que heredó de su primer marido, Juan Francisco Ibarra
Otaola.
Paula falleció el 3 de octubre
de 1932 por hemorragia cerebral cuando tenía 76 años y fue enterrada en el
cementerio de Nuestra Señora de la Almudena cerca de Rodolfo, Paula y José
Lázaro, tumbas que por su modestia y descuido no concuerda con el gran
patrimonio que dejó a España.
Quizás sea por el interés
actual por emponderar a las mujeres que se está rescatando del olvido la
importancia de Paula en la historia de Buenos Aires y del otro lado del océano,
los guías del Museo Galdiano en Madrid relatan la participación decisiva de
Paula en la conformación de las colecciones expuestas, ya sea por su valor económico
como por su sensibilidad y delicadeza.
Paula legó todos sus bienes a
su único hijo Juan Francisco Ibarra a excepción de la parte que le correspondía
de Parque Florido y de las colecciones que las dejó a su esposo. Entre las obras
de arte fruto de 29 años dedicados al coleccionismo se destacan sus abanicos,
los encajes bordados a mano, sus colecciones de porcelana y pintura inglesa,
las miniaturas, los libros y las partituras originales, colección y propiedad que
Lázaro Galdiano dona íntegra al gobierno
español.
La vida de Paula fue azarosa:
mueren sus hijos, sus padres, sus tres primeros maridos, incluso sus nietos,
pero ella consigue seguir adelante y compartir la última parte de su vida junto
a su último compañero, Lázaro Galdiano.
Realmente, una vida interminable casi imposible de imaginar.
![]() |
Entrada del Museo Paula Florido en la ciudad de 25 de Mayo, Buenos Aires. |
Fuentes consultadas:
- Peppino
Barale, Ana María. Paula Ibarra Florido. Identidad relegada. 2011. Recuperado
de http://zaloamati.azc.uam.mx/handle/11191/2178
- Grau, Mario
Agustín. Historia de
Veinticinco de Mayo.
Recopilación de antecedentes.
Chivilcoy. Argentina, 1993.
- Archivo
de la Biblioteca “Juan Francisco Ibarra” de 25 de Mayo, Buenos Aires.
- Archivo
y fondo documental del Museo “Paula Florido”, 25 de Mayo, Buenos Aires.
- Registro
de las Personas de la ciudad de 25 de Mayo.
- Archivo
y documentación del Cementerio de 25 de Mayo.
- Revistas
y publicaciones del Museo Lázaro Galdiano, Madrid, España.
- Mensuras
de la Dirección de Geodesia, La Plata, Buenos Aires.
- Los
Ibarra de Bragado. Página Web.
- Entrevistas
a pobladores de las estaciones y pueblos de “Paula” y “Juan Francisco Ibarra”
de Bolívar.
- Entrevista
con el vicecónsul de Argentina en España, Sr. Walter D’Aloia.
- Entrevistas
a familiares descendientes de Juan Francisco Ibarra y Paula Florido.
- Material
de la colección particular de Daniel Tordó, historiador de 25 de Mayo, Buenos
Aires, Argentina.
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