Encantadoras esquinas de
campo que hablan de épocas pasadas… Más allá de su apariencia pintoresca y
nostálgica los boliches han tenido tanta relevancia como los fortines y las
estancias en la historia de los pueblos de la Provincia de Buenos Aires.
No es fácil armar la historia de los
Boliches porque al mimetizarse tanto con los parajes y la gente, nadie les
prestó atención y menos escribieron sobre ellos y por eso, parece que algunos
no hubieran existido y más aún si han sido demolidos.
General Alvear tuvo muchos pero los
momentos de su puesta en valor han sido escasos, momentos que encima no se han
mantenido ni repetido por muchos años.
Por un largo camino de tierra y
perdido en la lejanía, en el límite con Tapalqué estaba el boliche “San Roque”
de la familia Núñez Lozano, boliche alto y de paredes anchas hasta donde llegaba
la huella aún visible de las carretas.
El libro más viejo del almacén conservado
se remite al 1° de diciembre de 1891, ubicado en el Cuartel VII de Alvear sobre
campos que actualmente pertenecen a la familia Mammarella y se accedía a él,
por esa HUELLA que figura en los mapas y que atraviesa los campos con dirección
a 25 de Mayo cruzando las futuras líneas del ferrocarril de 1897.
LOS
NÚÑEZ LOZANO, DUEÑOS DE SIEMPRE
Quizás el patriarca de la familia
fue Manuel B. Núñez, quizás con el segundo nombre Benito o quizás un Juan Núñez
que se casa con Bernarda Núñez, mismo apellido que su marido, padres de José
Benito y Manuel Núñez Núñez, que para no confundir con las generaciones
siguientes tendremos que llamarlos con los apellidos paternos y maternos que
esté caso, son los mismos. Todo hace suponer que Juan llega de España con sus hijos
ya nacidos en 1846 y 1847 instalándose en las cercanías del puerto de Buenos
Aires por el año 1850.
De allí, y por ahora, hay un hueco de
unos cuantos años hasta que el 10 de agosto de 1874 los Núñez Juan y Bernarda,
aparecen nuevamente en los registros de la Iglesia Nuestra Señora del Carmen
de las Flores en ocasión del casamiento de sus hijos José Benito con la joven
de 23 años Domiciana Lozano, y Manuel, que contrae matrimonio con la hermana de
la novia, Antonia Lozano, de 25 años, hijas de Francisco y Sinforosa Álvarez. O
sea, dos hermanos Núñez se casan con dos hermanas Lozano siendo testigos los
franceses Francisca Chaix y Juan Archiprete.
Su domicilio no es constante en Las
Flores porque cuando José Benito tenía 33 años, en 1879, nace su hijo José
Benito Núñez Lozano, bautizado en la Parroquia San Nicolás de Bari en la ciudad
de Buenos Aires. De ahí, se mudan a Las Flores donde viven hasta el año 1894 ya
que sus primeros hijos están anotados en la Iglesia del pueblo siendo su
domicilio en la calle Libertad donde son censados en 1894. Según los libros del
almacén en 1891 ya estaban afincados en el Cuartel VII de Alvear, paraje actualmente
conocido con “Emma”, bautizando los siguientes hijos -que serían más de diez-,
en la iglesia de Tapalqué.
LOS
NÚÑEZ LOZANO EN LOS MAPAS
En la zona de Emma,
Cuartel VII de General Alvear, figura los campos de José Núñez y Cristina Núñez.
Según la inscripción de dominio
Folio 30 de 1956, el lugar linda por el sur con Hilario Renovales propietario
de los campos “Estomba”, “La Cándida” y “San Martín” mientras que José A.
Renovales era el dueño de las estancias “Buena Vista” y “El Peludo”[i]. Según el mismo documento,
el campo en 1966 era propiedad de Carlos Alberto, Juan José, Inocencio, Luis
Carmelo y Antonio Máximo Mammarella.
En el plano que figura en el libro
de Edelberg del año 1929, figura en Emma la propiedad “San Roque” sucesión de
José B. Núñez.
UN
GRAN ALMACÉN DE LADRILLOS ASENTADOS EN BARRO…
El almacén era un gran galpón de
ladrillos asentados en barro con casa de familia atrás que fue demolido por la
familia Mammarella al cambiar de dueños.
Las paredes del centro del almacén
eran anchas con dos ladrillos cruzados, “tan
anchas que se podía caminar tranquilo por arriba de las paredes”, con dos
puertas de dos hojas una en cada esquina mirando desde el frente y con ventanas
pequeñas con unas rejas que fueron llevadas por Erdmann a “San Justo” y no
volvieron más.
El caserón tenía un corredor adelante
y otro atrás con varias piezas pero el despacho era en sí de 16 X 8 metros, con
un gran mostrador con rejas altas que también fueron a “San Justo”. Cada una de
las piezas era de 6 X 6 X 6 metros: 6 metros de ancho por seis de largo por
seis metros de alto con cielorrasos y pisos de machimbre de pino tea.
En
uno de los libros, el borrador Diario, se lee: “Borrador Diario K de todas las operaciones mercantiles practicadas en la
casa de comercio denominada “San Roque” perteneciente a José B. Núñez y Cía.
Pdo. Gral. Alvear. Noviembre, 1° de 1891”.
O sea, que el boliche estaba mucho
antes de la llegada del ferrocarril a la estación Emma, -que lleva el nombre de
la hija de Salvador María Del Carril propietario de esas tierras-, que recién
llega en 1897 a la estación General Alvear.
![]() |
Oscar Mammarella sentado sobre la pared del boliche. Se observa la puerta de dos hojas y la pared con ladrillos asentados en barro. |
HERRERÍA
DE CAMPAÑA “SAN ROQUE”
De la lectura de sus movimientos, se
deduce que los Núñez Lozano tenían una herrería en el lugar, actividad muy
importante para arreglar las maquinarias, chatas, carros o los modernos sulkys.
Seguro que don José Benito Núñez era un hombre fornido de gruesos brazos porque
la herrería necesitaba de mucha fuerza para trabajar en la fragua.
La fragua es el conjunto de las
herramientas con la que el herrero trabajaba que incluyen la bigornia y el
yunque. La bigornia era un pesado bloque de hierro sobre el que se forjaba el
hierro caliente que junto con el yunque (un trozo de hierro más dulce) eran
imprescindibles para moldear el hierro.
Las herrerías eran el anexo imprescindible
de las fábricas de carruajes y en los libros aparecen el arreglo de ruedas, la
construcción de bulones, caballetes de hierro, limas, el importe para afilar
rejas, la venta o reparación de ruedas de carro, ejes y eslabones, pisos de
rastras, tasas y reparaciones de ruedas además de la venta de un sulky completo
efectuada el 3 de marzo de 1908.
ALMACÉN
TÍPICO DEL CAMPO BONAERENSE
El Almacén se encontraba mirando al
norte, dentro del mismo campo con una playa grande al frente con los palenques
de palos cruzados donde se ataban carros y caballos. No se encontraba a un lado
del camino que cubría la distancia hacia Tapalqué, sino que estaba dentro del
mismo campo de los Núñez.
El almacén tenía dos puertas
grandes, dobles. No era en esquina porque estaba adentro del campo, no estaba sobre
la calle. Tenía una playa para atar animales, ´con palenques porque en ese tiempo era así, con palenques´. “Adentro era grande con piso de mosaicos con
un depósito importante con las bordalezas de vino, viste vo? Y muchas cosas
más”. Todo era con piso de tablas completo con un sótano hondo, en ese
tiempo todos los boliches tenían sótanos, contando con dos piezas con altas
ventanas con rejas que daban a un pasillo central techado por el que se accedía
a otra galería abierta que comunicaba con la despensa y la matera donde estaba
el fogón.
EL
BOLICHE DEL DEGOLLADO
Si bien los almacenes de campo bien
podrían creerse que eran oasis pacíficos en el medio de campo, no era así. El
bolichero debía tener una fuerte personalidad porque también era cierto que al
vender bebidas más de una vez alguno se ponía pendenciero con los demás
parroquianos.
Cuentan que durante mucho tiempo se
lo conoció como “el boliche del degollado” casi en forma burlona por la vez en
la que el bolichero Recaedo persiguió a un molesto mientras amenazaba con degollarlo
haciendo ademán con un gran cuchillo de carnicería sobre su cuello, con tanta
mala fortuna y poca inteligencia que casi se degüella a sí mismo.
El almacén por supuesto tenía
despacho de bebidas con rejas con las que se protegía el cantinero “por si las dudas”. En ese tiempo, en cualquier
momento y así fuera con una discusión pequeña por algo que no estaba normal o
recelos anteriores, enseguida se desafiaba al contrario y salían para afuera, “uno por cada puerta y ahí se armaba”.
Así lo cuenta Oscar Ulloque que vivió en la zona, fue a la escuela y recuerda
los cuentos de sus padres y abuelos. El Sr. es de Tapalqué, muy amigo de los
Franceschini con los que fue vecino junto con muchos otros arrendatarios del
lugar pero cuando se fueron los inquilinos, él siguió trabajando en el paraje en
la estancia “San Roque”.
EL
TESTIMONIO DE SENGO BALLADARES[ii]
Sengo Balladares, esquilador,
amansador, trabajador itinerante de Tapalqué llegó a lo de Núnez porque
“conchavaban” gente para la cosecha. Entre los contratados estaba un Aranda de
Alvear y un hombre alto, flaco y negro de Bolívar. Como había empezado a llover
y no se iba a trabajar, Balladares se fue hasta el boliche “San Roque” con una
papelito de compras que le encargó el capataz Pedro Feula.
Cuando llega, estaba allí el negro
con varias copas de más y ni bien Sengo pisa el umbral le “pega flor de palo en la cabeza” que lo tira al piso; ante la
agresividad del hombre, el bolichero Francisco Mora le pega en la muñeca al
negro con un palo y manda un peón a la estancia para avisar a Núñez que los
lleva a los dos a la comisaría de Tapalqué donde estaba el comisario Cárdenas.
Así va Balladares al hospital porque seguía “chorriando
sangre como bife e´ corazón” y el negro queda preso y despedido (Capdevila,
326).
Años
después, vuelve a encontrarse con el negro en el boliche “El Trabuco” cuando
estaba trabajando en la estancia “Miramar” de Tapalqué quién vuelve a
increparlo y amenazarlo.
Pero esta vez, Balladares estaba
preparado y tenía “bajo e´ la blusa una
fusta e´ bayena cargada con plomo de dos lonjas”. Con ella le pegó dos
palos con los que lo tiró al suelo y después salió galopeando para el campo
para buscar las pilchas y la paga. Al enterarse el patrón, le pregunta qué le
pasa y al saber lo sucedido lo invita a cenar y lo lleva a dormir en la cocina.
Cuando llega el negro busca a Sengo “por todos lados pa´ degollarme” -pero
no en la cocina porque estaba el patrón- . Al verlo al negro, el patrón lo para
y le dice que en “la estancia se viene a
trabajar y no pelear puesto que las peleas son para el boliche” tras lo
cual, lo despide en el acto.
Salvado por el patrón continúa
trabajando en la estancia y una vez terminado el trabajo, el mismo patrón le aconseja
que se vuelva a Tapalqué pero que dé la vuelta por Hale y de ahí al “El Parche”
hasta Alvear, cosa que hace Balladares para nunca más hallar “a aquel negro diablo”.
TODO
PARA LA COCINA Y EL HOGAR
En los libros aparecen anotadas
todas las mercadería que necesitaba la gente en el campo: masas, pasas,
galleta, tabaco, jabón “San Roque”, azúcar, almidón, piolas, tarros de café “Águila”,
papel, dulces, especias, aceite “Maravilla”, arroz, pimentón, galleta, sal, cuchillos,
fideos, ginebra fina, vinagre, harina, jabones varios y loción “R y S” pero se
venden también aperos para el caballo, mandriles y matras y hasta guitarras y
cuerdas romanas.
UNA
TIENDA EN EL MEDIO DEL CAMPO
El almacén “San Roque” también tenía
todos los artículos de tienda y mercería: vende camisetas, bombachas, botas de
cabritilla, alpargatas, botas gruesas, percal por metro, zapatitos ingleses,
sombreros, botines, medias de caballero y de dama, pañuelos de seda mejicanos,
bramante por metros y franeleta, pañuelos de mano, frazadas, zapatos, sacos de
señora, hilos y agujas, servilletas de hilo y peines de distintos tamaños. En
varios lugares se lee un producto denominado “azul de prusia” que era utilizado
para teñir telas.
Llama la atención las compras
realizadas por Elisa Callaso el 3 de junio de 1908 que tal parece que se
hubiera casado la señora o su hija o “se sacaron
la lotería” porque ese día efectuó una lista muy importante de compras como
para “armar” toda una casa. La Sra. compra desde coñac y vino hasta media
docena de platos hondos y media docena de platos playos de losa, una sopera, un
fuentón, un cucharón de alpaca, un cepillo de paja, un par de estribos, media
docena de copitas de cristal, tres tazas de loza, siete metros de tela, 4 cajas
de broches, 1 kg de ají y media de pimentón y pimienta, un jarrito, una
bombilla de lata, 150 damitas, 2 pares de botines de paño, 4 metros de bombasí,
un saco para niño, 48 madejas de hilo, una fuente enlosada, una pieza bramante
y café tostado.
Entre las ventas a distintas
personas aparecen también armas y balas de rifle carga doble o balas “Montecristo”
y cajas de “tiros rifle 9 mm” entremezclados con mucho tabaco y copas de licor
que se consumían en el “Bar”.
BOLICHE
CENTRO BANCARIO, FARMACIA, CORREO, ESTACIÓN DE SERVICIO Y LUGAR DE TRUEQUE
Los almacenes de campo generalmente
cambiaban “los frutos del país” (cueros, lanas y otros producidos por los
chacareros) por mercadería así que también figuran las compras, por ejemplo en
1891, de 57 cueros vacíos por 475 kilos y 18 cueros lanares.
En un apartado se lee sobre la venta
de “elementos para botica” que eran medicamentos para diferentes dolencias,
cumpliendo el boliche la función de las farmacias actuales.
El almacén también era un Banco
porque servía de intermediario para realizar giros contra la “Cooperativa de
Hacendados” -entradas de cheques y giros-, o transferencias de dinero como por
ejemplo de “Hilario Renovales a Escurra”
con una Estafeta Postal que vendía estampillas y por supuesto, el tan necesario
combustible de diferentes calidades entre ellos, el kerosene en lata.
PASANDO
LIBRETA DE PARROQUIANOS
Los libros del Almacén “San Roque”
dan la posibilidad de ver lo que sucedió hace más de 120 años y permiten
imaginar a sus clientes y casi verlos. Con tantos datos y un poco de
imaginación se puede sorprender a don Francisco Franceschini, casado y con 14
hijos, fornido, de bombachas y alpargatas comprando el 29 de enero de 1908, 1
kilo de tabaco, ½ litro de alcohol puro y un pañuelo bombasí. En esa época
había muchos vecinos y la familia Franceschini estaba de los dos lados de la calle,
“en las chacras de Franceschini”.
LOS
CLIENTES DEL BOLICHE “SAN ROQUE”
Cantidad de vecinos había en el
lugar: muchos que se fueron para siempre; los más que se radicaron en Tapalqué
por ser el pueblo más cercano y otros se vinieron para Alvear donde aún vive su
descendencia.
Entre los nombres de los compradores
del boliche y que sirven para saber quiénes vivían en el paraje, están Cecilio Olmos, Juan Sosa, Justo Pais,
Camilo Paniagua, Hipólito Lasarte, Ramón Andía, Félix de la Vega, José Burgos,
Julia González, Antonio Núñez, Silvano Cufré, Segundo Gutiérrez, Francisco
Suárez, Ángelo Santos, Antonio Martínez, José F. Mora, Juan Altavelapiz, José
Tojo, Natalio Ezcurra, Pedro Harichet, Ana S. de Gómez, Pedro Bourdieru;
Valeriano Gangoso que después se mudó para el Chumbeao, Miguel Retama, Tomás
Foqui, Pío López, Luis Panessi, Diógenes Domingo Tesan, Venancio Manrique, Juan
Boldomon, Francisco Francesquini, Felipe Uballes, Hilario Renovales, Marcelino
Allen, José Gómez, Benito Varela, Juan Casenave, Fernando Suárez, Mauricio
Vásquez, Pedro Bourdieu, Samuel Andía, Venancio Manrique, Juan Carlos Giribone, Augusto Castes,
Bernardo Lequerre, José R. Campón, Juan Mannont y Elisa Collaso entre otros.
Los Núñez Lozano pasan al pueblo de
General Alvear más tarde y “abren un
hotel a cuatro cuadras de la plaza” continuando en el ramo durante mucho
tiempo pero… ésa es otra historia.
LOS
BOLICHES COMO CENTROS DE CULTURA E HISTORIA
Larga la historia del boliche “San
Roque” pero lo amerita porque fue centro comercial, esparcimiento y refugio de
muchas generaciones con historias entrecruzadas con la gran familia de los Núñez
Lozano.
Argentino Luna lo describió como
nadie: “mirar primero lo que se tiene
aquí”, en nuestro pago chico, en la patria chica. Romper los boletos y
mirar acá nomás cerquita y ver lo lindo que es nuestro pueblo, su paisaje, su
historia, sus lugares, su gente y de verdad observar “un cielo limpio repartiendo estrellas”, con historias reales de
boliches de campo alvearenses.
![]() |
Oscar y Norberto Mammarella desarmando el viejo boliche San Roque. Circa 1960. Foto gentileza María Ripa Mammarela de Caggioni. |
Bibliografía:
- ·
Familysearch. Búsqueda de registros de
nacimiento, bautismo, matrimonio y defunciones de los descendientes de Juan
Núñez y Bernarda Núñez.
- ·
Luna, Argentino. (1941-2011) “Mire qué lindo mi
país paisano”.
- ·
Las antiguas herrerías y su aporte a la
industria nuevejuliense. Diario “El 9 de Julio”.
- ·
Libros Diarios de
Comercio del Almacén “San Roque” desde 1891 a 1908. Archivo del Museo de
Tapalqué.
- ·
Capdevila, Darío
Rafael. Cuentos del caminante. Ediciones Patria. Tapalqué. 2003.
- ·
Edelberg, Gregorio.
Atlas de Partidos de Provincia de Buenos Aires. 1929.
- ·
Archivo Catastro de
General Alvear.
- ·
Anuario Kraft. Gran
Guía internacional del Comercio y la Industria. Tomo 3. 1942. Página 740.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Los comentarios son moderados por el administrador y pueden tardar en aparecer. Los mismos deberán estar relacionados al tema tratado, libre de spam y de agravios. Los comentarios que no cumplan con esas condiciones serán eliminados.